IX

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El chico se iba despertando, se sentía débil.

- Mierda, mi cabeza. - gruño el chico para ver aun lado y encontrarse con el pelirosa tirando unas piedras en el agua.

- Llevas dos días dormido. - respondió antes de que el chico preguntará. Inozuke se sorprendió

- ¿Qué pasó? - pregunto acercándose con curiosidad y es que nunca había dormido tanto.

Akaza suspiro y le contó todo lo que sabía. Inozuke casi se desmaya en ese momento de enterarse de lo sucedido, su rostro se torno color como una fresa, Akaza le dio gracia verlo así de avergonzado y supuestamente enojado a pesar de que veía que estaba en buena condición quería sacarse sus dudas.

- ¿Ese pilar te hizo algo que te pareció desagradable o raro? - No quería ser tan directo ya que su amigo era un poco inocente así que sólo decidió preguntarlo lo más suave que podía.

Inozuke parpadeo unas cuantas veces al igual que analizó bien todo para luego sonreír y rascar su mejilla.

- Pues.... sólo recuerdo que yo lo mordí y luego comenzó a soltar su olor. - luego de decir eso pudo presenciar el olor de su amigo Omega enojado así que decidió alterar un poco la verdad - Luego de eso los pilares llegaron y tú después. - finalizó esquivando su mirada se sentía mal mentirle pero la verdad es que no le contaría algo tan vergonzoso así que decidió callar.

- ¿Segura qué no te hizo dañó? - preguntó empuñando sus manos.

- Seguro... - la verdad es que no estaba seguro sus recuerdos eran borrosos y todo eso llegaba a algo muy raro.
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Después de eso una chica llegó interrumpiendo la interrogación del pelirosa aunque le agradecía acabar su ambiente tenso como su amigo ahora quería ahorcarla por su pedido de no salir a su propio bosque al menos ese noche ya que todavía era de tarde mientras hablaban, Akaza se había retirado con precavidad ya que aún habían rayos de sol en ese bosque que era espeso.

La verdad es que no le gustaba obedecer órdenes y mucho peor que se las dieran y como sino le hubiera avisado la chica salió de su cueva cuando los rayos de sol se escondían.

- ¡Ja! Que estúpido, ellos son los metiches y me vienen a dar órdenes a ¡mí! ¡Rey de este bosque! - decía entre gruñidos. Le había dicho que sí a la mujer era sólo para que dejará de pedirle ya que por alguna razón tenía una debilidad al ver a esa beta, bufo rápido descartando la idea de aliarse con un humano aunque a pesar de ser estúpidos tenían una muy buena comida.

Sus pensamientos fuero interrumpidos al presenciar ese olor que hizo que se reincorporarse y viera a un lado de un árbol y se encontrará con las dos perlas viéndolo igual.

- ¿Qué? - apartó su mirada y se rasco la cabeza. Inozuke empuño su mano, su orgullo estaba pisoteado por culpa de ese humano pero por alguna razón su corazón latía demasiado rápido que hacía sentir sus mejillas quemarse, con rapidez negó su rostro y se acercó a grandes pasos eso lo extraño al mayor quien frunció el entrecejo al tener al menor dis que intimidandolo pero lo único que en realidad se le venía a la mente era a un conejo intentando pasar por un tigre.

- Tú, estúpido humano. - gruño ahora teniendo toda la atenta mirada del ojiperla, tenerlo tan indiferente con él lo hacía que se enojara más.

- ¿Qué es lo que quieres niño? - Inozuke frunció el entrecejo ahora acercándose más al rostro del menor.

- ¡Por qué carajos hisiste éso! - tenía toda las mejillas color carmesí ya que sólo recordar todo el contacto físico que tuvieron y que aunque lo negara se sintió tan bien, y lo peor hubiera sido hecho por un humano le desagradaba.

Rey del Bosque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora