Minho es el chico alfa repetidor que se pasa las clases de inglés durmiendo, y cuando habla es solo para decir cualquier ridiculez.
Su profesor, harto de sus estupideces, lo pone junto a Jisung, el omega más brillante en inglés con acento británico...
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Tercera semana. Esta vez Jisung iría a casa de Minho, y eso solo podía significar una cosa para Minho: casa sola con Jisung. Y eso significa que había probabilidades de que hicieran de todo menos el trabajo, y que muy seguramente Jisung lo reproche por eso.
Quedaban 15 minutos para que Jisung llegara, Minho no se comió mucho la cabeza y optó por ponerse un pantalón de chandal gris y dejando su torso descubierto por no llevar camiseta, que en realidad estaba muy intencionado.
El omega llegó, Minho lo dejó pasar para después darle uno de esos besos que te arrebatan el aliento, de esos que te dejan jadeando, producto del deseo de querer más. Y es que Jisung estaba completamente a los pies del mayor.
Estudió su cuerpo de arriba abajo, deteniéndose en sus fuertes y firmes brazos de los que sobresalían gruesas venas, en sus pectorales y aquel abdomen tan sumamente bien trabajado, donde había una cicatriz que lo hacía ver incluso más atractivo. Y después su vista se posó en aquel pantalón suelto. Dios, se le notaba todo. Minho estaba demasiado bien dotado.
¿Es muy descortés el decir que Jisung quería ponerse de rodillas en el suelo y chupársela a Minho ahí mismo?
El abundante calor empezó a subir por las mejillas del menor, enrojeciéndolas. Involuntariamente empezó a abanicarse el rostro con sus manitas, agitándolas rápidamente. Minho rió por esa adorable acción, sabiendo que su objetivo ya estaba algo conseguido.
—¿Vamos?— Preguntó el mayor, señalando con su cabeza el sofá y la mesa dónde estaba todo para el trabajo. Minho tragó duramente, sabía que el mayor estaba haciendo todo eso a consciencia.
—S-sí.— Dijo en un tartamudeo y asintió suavemente.
Se dirigieron al sofá y Minho tomó asiento con su característica postura de piernas abiertas y espalda recostada. Jisung nerviosamente iba a sentarse, pero unas manos tomaron su pequeña cintura. Minho sentó al menor en su regazo.
—Minho, por favor, tenemos que continuar el trabajo...— Dijo Jisung en voz muy bajita, algo avergonzado.
—¿Y eso implica que no puedas estar sentado sobre mí?— El menor suspiró y negó con su cabeza.
—Entonces continúa.— Espetó el alfa.
El omega escribía y hacía sus cosas con dificultad, teniendo que darse unos pequeños descansos para suspirar y mentalizarse de no tener que temblar. De repente un quejido salió de su boca, puso una expresión de molestia, guiñando un ojo fuertemente.
—Oye, Min...— Llamó, recibiendo un "¿Mhm?" como respuesta. —Puedes quitar lo que tengas en tus bolsillos, me está molestando...— Pidió, removiéndose algo incómodo. La risa nasal de Minho resonó en su oído, y de pronto sintió como el mayor pegaba su pecho a su espalda y sus labios quedaban justo en su oreja. Su piel se erizó.
—Oh, cariño, no llevo nada en mis bolsillos. Estás sintiendo otra cosa.— Explicó en un susurro ronco, su caliente aliento golpeaba la oreja del omega. El pelinaranja abrió los ojos y empezó a aguantar su respiración. Una ola de calor consumió todo su cuerpo de pies a cabeza.
—Minho, por favor...— Rogó, intentando levantarse del regazo del mayor, pero este se lo impidió, apegándolo y presionándolo más a su erección.
—Quieto.— Ordenó.
—Pero...—
—He dicho que te quedes quieto.— Volvió a repetir. —Concéntrate, y sigue con el trabajo, ¿entendido?— Jisung dió un leve asentimiento. Minho tiró del pelo a Jisung, sin llegar a causarle daño, hacia atrás, provocando que el menor soltara un agudo gemido. —Habla, Jisung.—
—¡Sí!— Chilló agitado.
—Eso es.— Soltó sus cabellos con brusqueza.
Jisung respiraba muy dificultosamente, sus manos temblaban como nunca e iba a una lentitud extrema.
Empeoró cuando el mayor empezó a usar sus manos también para ponerlo más nervioso. Paseaba sus manos por los pechos de Jisung, dándole algún que otro pellizco a sus pezones.
Jisung estaba muy perdido, no sabía ni siquiera qué es lo que estaba haciendo, tenía que borrar y volver a escribir palabras porque se equivocaba.
Las manos de Minho se introducían sin permiso en su pantalón, metiéndose por la tela de su ropa interior. Jadeó al sentir sus testículos siendo apretados por esas manos. Quería llorar, él ansiaba por seguirle el juego a Minho. Pero si el mayor le ordenaba algo, él tenía que obedecerlo sumisamente.
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Se van a tener que quedar con las ganas ustedes 😝 Gracias por leer. 💗