➤𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝟏𝟐.

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Se pasó el tiempo del siguiente día llamando a los números apuntados, pero nada, no había suerte

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Se pasó el tiempo del siguiente día llamando a los números apuntados, pero nada, no había suerte. Todos los dueños le decían que ya estaban completos, o que por su poca experiencia, o mejor dicho, ninguna, no podían arriesgarse a aceptarlo. Por más y más súplicas, todos lo rechazaban.

Se sentía mal, insuficiente, inútil. Un adolescente que acababa de ser echado de casa, sin permitirle siquiera tomar sus pertenencias, por algo tan simple, tan natural.

Su estómago rugía como nunca antes lo había hecho. Tenía mucha hambre. Su cabeza le dolía, veía varios puntos negros inexistentes que nublaban su vista.

Se encontraba mal, pero no tenía tiempo para él mismo. Tenía que seguir, porque él no se merecía ese tiempo.

Su corazón latía fuertemente, respiraba profundamente para evitar algunas arcadas. Sus recuerdos volvían a su mente. Sus recuerdos revivieron.

Llamó al último número. Nada. Sin resultados. Jisung se empezaba a cansar, no tenía energía suficiente ya. ¿Qué va a hacer? Le avergonzaba mucho pedirle ayuda a su novio, le avergonzaba saber que su novio pensaría mal de su familia, después de haberle hecho creer una gran mentira. Y no podía estar en la casa de su mejor amigo otra vez, no le haría eso a Felix, sabía que le dolería.

Se acostó en aquella cama del hotel. Mirando el techo, pensando que hacer. Las lágrimas brotaban por los rabillos de sus ojos. Y, sin quererlo, se quedó dormido.

 Y, sin quererlo, se quedó dormido

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Mierda. Se había quedado dormido. Jisung se levantó lo más rápido que pudo de la cama, teniendo que sujetarse de la pequeña mesita de noche al lado de esta por un mareo.

Aturdido, tomó su teléfono móvil de aquella mesita. 10 de la noche, 7% de batería restante. Genial. Con un suspiro lleno de miedo, revisó su cartera, podía llegarle para un cargador.

Salió del hotel intentando recordar aquella tienda de conveniencia para dirigirse al lugar. Veía la comida y su estómago le rogaba a gritos por ella, pero Jisung no pensaba que él se la merecía, así que pasaba por los pasillos intentando dar con algún cargador.

Porfin lo encontró lo llevó a la caja para pagarlo y después abandonar el lugar. Cuando iba nuevamente camino al hotel, vió a lo lejos a una bonita muchacha con un hombre. Ella estaba semidesnuda, la ropa interior de encaje, un pantalón demasiado corto donde se le podía ver todo y unas medias de red con unas botas que le llegaba hasta las rodillas. Su pelo alocado y rizado.
Vió como recibió billetes de los grandes. Sin duda, era una prostituta.

De repente, las palabras de su madre aparecieron en su cabeza.

"Vende el culo como lo acabas de hacer, al fin y al cabo prostituirse no sería raro para ti, pedazo de puta."

Y es que por un momento lo reflexionó. Tal vez él solo valía para poner el culo. Ni siquiera era un buen hijo, sin dinero no puede tener estudios, ni una casa. Sus manos temblaron.

No, él no podía hacerle eso a Minho. Minho no se lo merecía.
Pero es que estaba solo, no puede hacer nada. Su cabeza estaba hecha un lío, preguntándose qué debería hacer.

Pero, ¿qué iba a hacer si no? Él tiene que cuidarse solo, tiene que arreglar las cosas, y al fin y al cabo, es lo único que sabe hacer.

Con la mente hecha un bombo, se encaminó hasta el burdel de la esquina, donde vió a la muchacha de antes entrar.

Un poco aturdido por el olor de las feromonas, se dirigió a un despacho donde se encontraba el encargado del prostíbulo.

—Buenas noches, ¿qué le trae por aquí, muchacho?— Saludó aquel hombre, mirando por encima de las gafas.

—Yo... yo quería ver si puedo trabajar aquí...— Dijo algo pausado, tratando de no tartamudear por los nervios y el miedo.

El hombre inspeccionó de arriba a abajo al chico, haciéndolo sentir bastante incómodo.

—Tienes buena complexión, cara atractiva, cuerpo llamativo...— Tomó un suspiro. —Estás contratado.— Jisung abrió los ojos como platos.

—¿Así, tan fácil?— Ladeó su cabeza confundido. El hombre asintió.

—Firma estos papeles de aquí, y puedes empezar hoy mismo. En los vestuarios estarán tus compañeras y compañeros, ellos te pueden enseñar. Aquí el trabajo es fácil, no tienes un sueldo fijo. Hazlo bien, y consigue todo lo que puedas.— Jisung leyó los papeles del contrato, rellenándolos. Se preguntó cuan ilegal era eso, ni siquiera le pidió su identificación para comprobar su edad.

Se despidió con una reverencia y salió. Tomó aire profundamente, atemorizado por sus siguientes horas y días.

Gracias por leer

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Gracias por leer. 💗

ミ❤︎︎彡

𝐈 𝐮𝐬𝐞𝐝 𝐭𝐨 𝐡𝐚𝐭𝐞 𝐲𝐨𝐮.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora