Capitulo 10

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A pasado una semana desde el incidente con los hermanos de la Peña, y por ahora solo me dedico a servir de secretaria al señor Salvatore. No me quejo, pero para los miles de dólares que estoy ganando, el trabajo se me hace un tanto insignificante, y la poca moral que me queda me dice que debo ganarme cada maldito dolar dando mi mayor esfuerzo.

Estos días e aprendido mucho de mi jefe, de lo que le gusta y lo que no, y también como son sus negocios. Sobre su personalidad puedo decir que es una persona muy misteriosa porque solo te da a conocer lo que el quiere que sepas. Su mayor negocio y por lo tanto al que más le toma interés, es el tráfico y fabricación de armas de fuego. Nunca lo hubiera imaginado pero este negocio le deja muy buen dinero. Sabe manejarse en este mundo y no depende de otras personas para mantenerse firme en la industria armamentistica. Tiene su propia línea de armas y demás artefactos de ese tipo, es como si fuera su línea personal, tipo Prada, Chanel, Louis Vuitton, Gucci, Dolce Gabbana, por dar un ejemplo pero en el diseño exclusivo de armas, con su propio estilo y sello. Tiene grandes fábricas en todo el mundo y con el trabajan los mejores armeros, técnicos, e ingenieros de la armamentista contando también con químicos y científicos que se encargan de la fabricación de fusiles, pólvora, combustible y hasta la creación de energía nuclear para la procrear bombas con gran radio de detonación.

Es algo muy loco y a la vez fascinante que no logro entender del todo, pero cada día aprendo algo nuevo e interesante.

Siempre me considere una chica inusual y a sido difícil acostumbrarme a mi estancia en la mansión, a convivir con personas que no conozco, a conllevar el hecho de estar lejos de mi familia, pero estoy haciendo mi mayor esfuerzo por mantenerme concentrada y aprender todo lo que sea necesario y no dejar que los sentimientos influyan en mi trabajo.

El Señor Genovese ha cambiado conmigo, esto se dio desde el incidente con Víktor De La Peña, sigo sin entender su molestia pero no encuentro un motivo o razón, quizás esperaba mucho de mi y se decepciono. He querido preguntarle directamente que fue exactamente lo que lo hizo molestar, pero no me atrevo, le tengo casi el mismo respeto que al Señor Salvatore.

Mi estancia en la mansión es de nueve am a siete pm de la noche, casi parecido a lo de un trabajo normal. Mi trabajo consiste en reclutar información de personas interesadas en compra y venta de armas, la mayoría son personas de la mafia, se les hace un evaluó y se decide si venderles o no, también debo llenar listas de personas que ya han pasado el evaluó y entregarle un informe al Señor Salvatore, hasta ahora no se a quejado así que supongo lo hago bien. Si no fuera por lo ilegal que es esto lo podría ver cómo un trabajo de oficina en donde yo soy la típica secretaria del jefe perfecto en su trabajo. La lista siempre es larga como si se tratase de pan caliente. Clientes hay de sobra y no todos tienen exclusividad. Genovese es quien se encarga de la entrega de armas, asumo que su trabajo es aún más pesado. Cuando mis horas de trabajo terminan regreso a la mansión del frente donde se encuentra mi dormitorio, después del trabajo no hay mucho que hacer, pero siempre estoy con la idea de que algo puede surgir y será la hora de trabajar de verdad.

Hay algo a lo que confieso le he tomado un gusto culposo. Y se trata de lo que cada noche hace presencia frente a mi balcón. A el le gusta mirar la luna mientras fuma sus cigarrillos. Se pierde en ella, tan pensativo, tan hipnotizado por la misma que nunca parece notar que lo observó. O quizás si se da cuenta pero le da igual. Me he llegado a quedar dormida mientras lo observo, y cuando despierto recuerdo que he soñado con el. Es un sentimiento confuso pero lo atribuyó al tiempo que pasamos juntos durante el día, y es normal tener en mente a una persona con la que convives demasiado. La única persona con la que aveces hablo de otros temas que no sean relacionados con el trabajo es con Peter, pero no siempre es así, lo denomino como alguien muy reservado, pero amable y considerado. Se ha tomado la molestia de convivir un poco conmigo. Peter es como la mano derecha del señor Genovese, Peter no duerme en ninguna de las dos mansiones, si no en una de las casas que están en la parte trasera, el no tiene problema en entrar y salir de la mansión y es ahí donde aveces se dan nuestras charlas, eso sí, nunca se queda hasta que anochese, siempre se va antes. No se su edad pero podría decir que no pasa de los veinticinco. Es alto de tés morena, cabello ondulado y ojos marrón. Ahora que lo pienso tiene un cierto parecido al Señor Genovese.

Tocan a la puerta

Se trata de Celeste la Señora que es algo así como el ama de llaves de la mansión.

—Pasa —le digo.

—El Joven Peter está en la sala —avisa.

—Ahora voy —le digo animada ya que es la única persona con la que tengo contacto y una buena charla un poco más normal.

Bajo y Peter está en los sillones, aún trae el uniforme. En cuanto me ve me sonríe, una sonrisa reservada que ya conozco.

—Traje helado —me muestra el envase y una caja de conos.

Le sonrió emocionada.

—Me encanta el helado —le digo saboreando.

—Necesitamos algo que nos endulce la vida.

—Estoy de acuerdo —le digo y me acomodo a su acostado.

Me siento con la libertad de hacerlo pues la mansión ya se ha convertido como en mi verdadera casa, las únicas personas que dormimos aquí es Celeste y yo. Nadie más entra a menos que sea personal de limpieza. Digamos que tengo la mansión para mi sola, incluso Genovese y Salvatore no se dan sus vueltas por aquí, cosa que les agradezco por qué soy una persona reservada y que necesita privacidad, pero aún así me parece raro.

—¿Cómo te va con el Señor Salvatore? —pregunta Peter. Me sorprende recibir esa pregunta pues el siempre parece no querer hablar sobre lo que tenga que ver con el trabajo.

—No me quejo —me encojo de hombros—. Hasta ahora no he tenido que golpear a nadie —bromeo.

Peter apenas y sonríe, no es que no le cause gracia mi comentario, o sea un grosero, pero en estos días he entendido que su personalidad es así de reservada. Si yo me creía una persona reservada el es como la deidad de los reservados. Hay algo que siempre ha estado a mi favor y lo se de hace mucho tiempo, genero tanta confianza que logro hacer que las personas terminen contándome cosas que nunca le habían contado a nadie más. Y Peter se está convirtiendo en una de esas personas.

—¿Quieres saber porque el Señor Genovese a cambiado su trato para contigo? —pregunta con simplicidad.












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Mi Contrato Con Un MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora