Mi Contrato Con Un Mafioso

Capitulo 20

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Capitulo 20

<<A la mañana siguiente>>

Cuando despierto Salvatore no está en la cama, pero soy consiente de lo que pasó ayer. Lo de la ducha, dormir en la misma cama, la pesadilla y luego como me abrazo para que pudiera conciliar el sueño. Siento nostalgia al despertar pues recordar lo vi siempre me da un bajón. 11 am, marca el reloj. Dormí más de lo previsto. La puerta se abre para dejar pasar a Celeste, usando esos vestidos largos en tonos pastel que la caracterizan, le asumo unos cuarenta y cinco años pero se conserva muy bien, tiene algunas canas pero la hacen ver sofisticada, su estilo me gusta, es colorido y fresco, incluso su voz me parece tan elocuente. El que me vea en la cama de Salvatore me causa vergüenza pues puede mal interpretar la situación.

—Buenos días —me dice con una amplia sonrisa.

—Buenos días —le digo con pena encogiéndome entre las sábanas.

—El señor te espera en la mesa para desayunar —me dice.

—Me cambiaré y bajaré —le digo.

—Me temo que no es posible el señor pidió que estuvieras en la mesa lo antes posible, solo lávate los dientes —me explica.

—De acuerdo —acepto, pues hoy no tengo ganas de ir en contra de nadie. A esto es a lo que me refiero cuando digo que recordar el incidente del asesinato siempre me trae pesadumbre.

Cuando salgo del baño Celeste aún espera por mi, y en la espera aprovechó para tender la cama.

—Si no te llevo conmigo vendrá el mismo —me dice divertida.

—Si lo creo —le digo.

—Hoy luces menos animada —comenta mientras bajamos las escaleras.

—Amanecí nostálgica — le sonrió sin muchas ganas.

—Te alegraras al ver quienes están en la mesa —me dice con emoción.

No es alegría lo que siento cuando veo de quién se trata. Me siento mal, me siento egoísta e incomoda. El señor Genovese y Peter están sentados en la mesa. Sentirme mal es por el hecho de que ayer no me tomé la molestia de preguntar si el rescate había sido victorioso. Incluso por Peter no volví a estar pendiente. Ahora me siento hipócrita al sentarme en la misma mesa. No es escusa pero no me acostumbro a todo este ajetreo entre emboscadas, secuestros y rescates, estoy tan desorientada en este nuevo mundo en el que me metieron que fácilmente pude creer que todo esto también era parte de la pesadilla.

Me quedo parada frente a ellos sin saber que decir.

—¡Mara!, ¿te comieron la lengua los ratones? —habla Peter.

—Me alegra que estén bien —es lo que digo al cabo de unos segundos.

Observo al Señor Genovese y no tiene señas de golpes o heridas, está intacto. Peter tiene un ojo morado y vendas en el brazo izquierdo. 

—El médico exagero con lo de las costillas rotas —comenta Peter.

—Si eso parece —le digo.

—Mis costillas son fuertes —dice señalando su abdomen, hace un gesto de dolor que intenta omitir con una sonrisa.

Salvatore se nos une a la mesa.

—Buenos días bonita —me dice y se sienta.

No respondo. Sigo igual de temerosa.