Capitulo 18

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Capitulo dedicado a jimanacristobal seguidora de la historia que siempre comenta con buenas vibras 💗👾 seguimos con la dinámica aún faltan personitas por mencionar. Y a las nuevas lectoras bienvenidas a la mansión Dellacroce. Dónde la lujuria anda como Pedro por su casa. 🔥💚🖤👀 Recomienden la historia con sus amix por favor 👾

Capitulo 18

Intento mantenerme serena, a pesar del descontrol que causa en mi la proximidad en la que nos encontramos. Su cercanía me intimida. Me siento vulnerable al tenerlo de frente.

—Moría por hacer esto —espeta complacido. Puedo sentir la extraña sensación en mi cuello, ese cosquilleo que logra erizar cada parte de mi cuerpo, sean activado todos los nervios de mi piel.

Si no lo hacías la que moriría de deseo sería yo. Pienso la respuesta pero no la digo. Me abstengo de soltar todo lo que quisiera. Esa mirada tan cerca me hace temblar. Su respiración es acelerada y constante, me hace excitar.

—Detente —digo en un hilo de voz.

Me mueve junto con el hasta quedar en el medio del baño, me acorrala entre los cristales y abre la regadera, el agua nos recorre pero no logra apagar el calor que nos consume. La pasión que sentimos es avasallante y advierte con quitarme la cordura.  Una de sus manos está firme en mi espalda bajo mi blusa, sus dedos recorren cada parte de ella causando sensaciones que nunca había experimentado.

—Vuelve a pedirlo y lo haré. Si me sobrepaso ponme en mi lugar —emite.

Luchando contra corriente lo aparto. Mi rechazo logra confundirlo. Más no darse por vencido. Es muy consiente de lo que me provoca y lo llena de orgullo. Un beso me toma por sorpresa quitándome el aliento, un beso fugaz pero inolvidable. Un primer beso tan anhelado en silencio. Mis labios piden más de los suyos. Mi pecho arde en adrenalina. Me observa con detalle, escudriñando cada centímetro de mi rostro, al principio parece extrañado pero luego sonríe como si hubiera descubierto algo interesante.

—Me deseas tanto como yo a ti, pero sigues siendo una pequeña asustadiza que pretende no tener miedo a nada, igual a la primera vez que te vi en el restaurante, necesitas huir para no fallarle a tu orgullo. Me pareciste un corderito valiente que debía de comerme vivo.

Cierra los ojos, inhala mi olor y parece llenarse de gozo. Se deleita pasando su lengua por mi oreja. Pero para mí es más una tortura.

—No me compares con un cordero —es lo que digo.

Pero me resulta ridículo pedir que no lo haga cuando hace unos días yo misma me compare con un canario. Continuo igual o más atemorizada que en un principio.

—Te quiero comer viva —susurra en mi oído—. Pero eres el corderito con el que me he encariñado y no te obligaré a nada. Me ganaré tu confianza y tú misma te entregaras a mi.

Sus labios vuelven a mi cuello, lo que desencadena es algo que me pone a temblar, aún así me abstengo de todas las maravillosas sensaciones que me provoca e intento apartarlo pero esta vez no lo logro. Continúa aferrado a mi cuello, la humedad de sus labios es tan excitante.

—Me gusta tu exclusividad, serás solo mía —dictamina—. Y no por que lo diga yo, si no por que así lo querrás tu.

—También me gusta la exclusividad, y es algo que no busco en ti por qué no la encontraré —repongo.

—No me conoces lo suficiente bonita. Desde que te vi soy exclusivo para ti.

Tiene el cabello mojado, le cae a los lados, el agua le recorre el cuerpo al igual que a mi. Verlo empapado no ayuda a mi discreta lujuria.

—El hecho de que te acuestes con la hija de tu colega no te pone como un hombre exclusivo.

Frunce el ceño.

—¿Te refieres a Eréndira?.

—Si. Amenos de que te acuestes con todas las hijas de tus colegas para cerrar buenos tratos.

Me arrepiento de soltar eso pues sonó  más como un reclamo de celos pero ya no hay marcha atrás, las palabras no se devuelven.

—No me acosté con ella —habla serio—. A la única que quiero follarme la tengo entre mis piernas —declara.

—Los mafiosos dicen mentiras —comento perdida en su profunda mirada.

—¿Cuándo me perdonarás por esa pequeña mentira?

—Nunca —sentencio al instante.

Aún me siento estúpida por creer que ganaría miles de dólares siendo su mano derecha, cuando lo único que quería era follarme desde un principio. No puedo entregarme a el sabiendo que me tomo el pelo. Si le permito tener sexo mi dignidad quedará perdida, seguirá pagando mi sueldo y sentiré que es a cambio de placer. No es lo que quiero. Siempre es más fácil mentir, manipular y después pedir perdón por ello.

—Tal vez ahora no. Pero no podrás resistirte para siempre. Algún día vas a gritar mi nombre entre gemidos, y entonces abre ganado. Yo siempre gano —alardea.

—Esta vez perderás —lo desafío.

La serenidad vuelve a mi cuerpo al recordar el engaño.

El rie con mi comentario, cree que no hablo enserio. Pero si hay algo que tengo de más es fuerza de voluntad. Y la usaré para no caer ante esos ojos que tanto me gustan.

Se aparta. Siento alivio, pero a la vez mi cuerpo reclama de su cercanía. Es contradictorio pero soy consiente de lo que me pasa. Lo deseo tanto que sufro cada vez que lo rechazo. Es una batalla interna que tarde o temprano tendrá un ganador. El siempre gana, dice.

Ruborizada por lo que acaba de pasar doy paso apresurado a la puerta pero este me bloquea el camino.

—No dije que podías irte. Vamos a bañarnos juntos he dicho —dice sacudiéndose el cabello.

—¿Qué? —cuestiono atemorizada.

—Yo siempre gano. Y he dicho que nos bañaremos juntos —repite y comienza a quitarse el pantalón. Me giro de inmediato pues no deseo ver nada que empeore mi lujuria ahora que ya se ha calmado un poco.

—Si no quieres ver nada no te obligaré pero te perderás de una buena vista, una mejor de la que tenías cuando me espiabas desde aquel balcón.

—Nunca te espié —alego indignada por qué se que si lo hice y no solo una vez.

—Vez. También eres una mentirosa —ríe.

Ya completamente desnudo empieza a ducharse, en un descuido termine admirando la buena vista que me ofrece. No pretendo cerrar los ojos. No lo hare, ellos están en contra y no quiero llevarles la contraria.

—Desnúdate —exige sin verme—. No me iré hasta que termines de ducharte. Si no lo haces te quitaré la ropa yo mismo y mira que me tomaré uno que otro permiso para tocar lo que desee —sentencia.

Empiezo a quitarme la ropa y me coloco en la otra regadera pues se que esté hombre es capaz de hacer lo que dice.



















Autor: Orgullosa de Marita ella si tiene orgullo y dignidad. 🙄 Yad pero yo no me resistiria al señor Salvatore.🤤😅😂 Jajaja. Salvatore pinta para ser caníbal 👀

Mi Contrato Con Un MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora