Capitulo dedicado a MisleydiCristia seguidora de la historia. 👾💗 Gracias a las personitas que votan y comentan. Recomienden la historia con sus amix por favor. 💚🖤
Capitulo 19
—¿Terminaste? —pregunta al cabo de unos minutos.
De reojo veo que el ya ha terminado su baño y doy por terminado el mío también. De inmediato cojo una toalla y me cubro con ella, pues no deseo que vea más de lo que no debe.
—Te espero en la cama —habla de nuevo, sale del baño con una toalla a media cintura y me deja sola para vestirme.
Me tomo mi tiempo, seco mi cuerpo y mi cabello para después vestirme analizando el hecho de que dormiré en la misma cama. No debo preocuparme pues si no hizo nada hace unos momentos tampoco lo hará después.
—¿Prefieres el lado derecho o izquierdo? —pregunta una vez salgo de la ducha.
Ya está vestido y tiene el cabello seco y bien peinado .
—Prefiero dormir en otra habitación —le respondo.
—No pregunté eso bonita —ríe divertido. Parece que nada de lo que diga lo hará enojar. ¿Será virtud o defecto?—. Elegiré entonces —dice y se mete al lado derecho de la cama.
No respondo, pues la que termina enojada siempre soy yo. Me dirijo a mis maletas aún sin desempacar y saco el cepillo y la secadora. Comienzo a peinar mi cabello y después paso a secarlo.
—Puedes usar la que está en el tocador —ofrece.
—No gracias —le digo.
Normalmente no soy de secarme el cabello, incluso ni siquiera contaba con una, es decir la que uso ahora también es de la propiedad de Salvatore, cuando llegue a la mansión la habitación que me asignaron contaba con ese tipo de utensilios y los hombres que recogieron mis cosas también cargaron con la secadora pensando que era mía. No se cuánto tiempo llevo secándome el cabello pero ya es hora que deje de hacerlo o terminaré con dolor de cabeza. La verdad es que no quiero meterme a esa cama. Muero de nerviosismo.
—Si no vienes iré por ti —Sentencia ya recostado.
Si más que perder me meto en esa cama. Muero de sueño pero no pienso cerrar un ojo, estaré alerta.
—Duerme o te va amanecer. Mañana no trabajamos hasta medio día así que descansa —emite algo adormitado. También está cansado y tiene sueño.
No quiero pero el sueño me consume, e cualquier momento cerraré los ojos. Es inevitable, no podré mantenerme despierta. No me hará nada, pienso antes de cerrar los ojos y caer en sueño profundo.
Dos meses antes.
—El día de hoy estuvo demasiado movido. Me duelen los pies ya no aguanto y ni siquiera hemos comido —se queja Sara. (Mi compañera de trabajo en el restaurante).
El día ha estado lleno de clientes y apenas y nos damos abasto. Doña Flor es la más contenta este día pues las ganancias le favorecen, en cambio nosotras solo nos cargan de más el trabajo sin ningún tipo de recompensa, más que malos tratos por parte de algunos clientes que se creen inferiores.
—¿Por qué atendiste a ese cliente? Esta borracho —me dice Sara.
—Siempre viene —es lo que respondo.
—Si pero no cayendo de ebrio. Imagina que se vomita tendremos que limpiar.
—No creo que lo haga.
—O si se pone grosero y te falta el respeto —insiste.
—Es de mis clientes favoritos, siempre es amable y educado —defiendo.
Lo considero de esas personas con buena actitud y una vibra muy bonita. Por eso cuando lo vi entrar en ese estado no me negué a atenderlo. A juzgar por lo que lo conozco se que es una persona inofensiva. Según mi perspectiva.
—Se ve muy mal —Sara frunce el ceño cuando ve que el cliente está llorando.
Verlo así me hace sentir triste, siempre lo veo con una sonrisa y es muy abrumador verlo llorar. Bien dicen que detrás de una sonrisa se esconden las más grandes penas. Mi abuelo solía decir que los hombres se emborrachan para poder llorar todo ese llanto que guardan cuando están sobrios.
Me conmueve verlo así.
—Necesitas algo más —le ofrezco cuando me le acerco a la mesa. La comida que le serví hace minutos está intacta, no ha probado ni un solo bocado. Ordenó su platillo favorito, el que pide siempre que viene.
—No gracias —logra emitir. Esta con la mirada fija en el piso.
—Estaré en al barra si se te ofrece algo —le digo.
Mi intención es ayudarlo de algún modo, pero estando ebrio se que no hay mucho que hacer.
—Nunca confíes en los que dicen amarte —me dice en un nostálgico suspiro.
Alza la mirada y su expresión es perdida, llena de desdicha y pesadumbre. No entiendo a qué se refiere pero deduzco que se trata de una decepción. Lágrimas caen por sus mejillas. No queda nada de aquel señor alegre que siempre recibía con una sonrisa.
Estoy apunto de responder cuando me distraigo con un tipo de capucha que baja de una motocicleta y entra directo al restaurante, se dirige a la mesa donde me encuentro y sin perder tiempo le dispara a la cabeza frente a mi. Su cuerpo cae a mi costado, la sangre se esparce por el suelo y el tipo se va como si nada. Quedo horrorizada con la escena tan escalofriante que acabo de ver. Fui testigo de un asesinato. Sara corre a llevarme a dentro en cuanto escucha el disparo, pero no reacciono, estoy en shock. La sangre alcanza a mis zapatos y el pánico se apodera de mi amedrentado corazón.
—¡Mara reacciona! —escucho decir a Sara. Pero las palabras no me salen.
No puedo dejar de ver la escena llena de sangre. Veo a más personas acercarse para ver lo acaba de suceder. Cuando logro reaccionar estoy sentada en otra mesa junto a Sara. Estoy llorando y mi mente no puede olvidar de lo que acabo de ser testigo. Estoy hiperventilando mi respiración es irregular me cuesta respirar y mi pecho arde.
—El restaurante cerro te llevo a casa —habla Sara.
—Lo mataron Sara, frente a mi, estaba llorando y.... —le digo entre el llanto que me consume.
—Tranquilízate Mara. Es normal que estés así después de lo que viste, pero trata de no pensar en eso o terminarás en el médico con tranquilizantes —me pide.
No puedo, como olvidar cuando han matado a alguien frente a ti, ¿Por qué tuve que verlo? ¿Por qué precisamente yo?. Nunca podré olvidar lo que acabo de ver. ¿Cómo podré dormir en paz después de esto?
—Todo está bien bonita —logro escuchar entre mi sueño, siento una mano acariciar mi cabello. Una vos que logra tranquilizarme un poco.
Despierto, toma mi rostro entre sus manos y me encuentro con esos ojos verdes. Me doy cuenta de que estaba teniendo un sueño por lo que pasó hace semanas. Recordar la sangre me pone en alerta. Lágrimas caen por mis mejillas y los suspiros de tristeza son inevitables.
—Tuviste una pesadilla —habla Salvatore a mi costado—. Puedo abrazarte para que no vuelvas a tenerla.
Estoy tan desorbitada que no pongo objeción cuando me enrolla en sus brazos, y me recuesta para hacerme dormir de nuevo.
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Mi Contrato Con Un Mafioso
RomanceUna historia que desafía la moralidad y la razón. Mara se encuentra en un punto de quiebre en su vida, con un empleo poco satisfactorio para ella, deudas que la asfixian, y problemas familiares con los que debe cargar, acepta el trabajo que cambiará...