Capítulo VIII: Coqueteo

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El pelirrojo se sentía revitalizado después de algunos días, así que se presentó a trabajar. Esta vez, se presentó a las 6:30, pues no se quería exigir demasiado todavía. Cuando llegó, Mandy ya estaba acabando algunos deberes.

—¡Buenos días, Chester! —saludaba efusivamente con una sonrisa. El bufón no pudo evitar abrir los ojos de par en par, sorprendido. Si bien su jefa estaba siendo amable con él desde hace un par de meses, esta vez parecía tener una actitud más bien amistosa.

—Buenos días, Mandy... —contestó algo nervioso. No sabía exactamente a qué se debía este cambio de actitud.

—¿Qué tal los días de descanso? —interrogó mientras reanudaba su trabajo.

—Oh, ¡bastante bien! —respondió, retomando su personalidad gentil— Estoy de maravilla... —después de un silencio breve, pensó en qué más podría decirle— A decir verdad... No podía esperar para verte otra vez.
Mandy se quedó en silencio. Chester se asustó por un momento, pensando en que quizás se había precipitado con sus palabras; pero la rubia, al dirigirle la mirada, no parecía nada molesta.

—Me alegra oír eso —expresó con una leve pero reconfortante sonrisa dirigida hacia el mucHacho. Esto tomó por sorpresa al pelirrojo y un leve rubor asaltó sus mejillas.

—Ah... ¡P-por cierto!, toma, gracias por prestármelo —pronunciaba apresuradamente sacando el suéter rosa de su mochila y entregándoselo a la rubia.

—No es nada. A propósito, quería decirte algo —recordó mientras dejaba el suéter de lado. Luego, dejó escapar un suspiro— Quería agradecerte... Por haberme ayudado aquella vez. Ahora lo veo, sin ti no habría podido terminar el conteo y hubiera atrasado la producción. Has sido muy considerado y productivo, más de lo que podría exigirle a un trabajador, sin mencionar... Amable. De verdad me siento muy agradecida, espero poder devolverte el favor de alguna manera —expresaba con total sinceridad a pesar de los nervios que sentía. Mandy muy pocas veces se disculpaba, y menos de una manera tan profunda y sincera como esa.

—¡No fue nada! Honestamente, ¡estoy feliz de haber sido de ayuda! —explicó volviendo a sonreír de oreja a oreja. Luego, ambos reanudaron su trabajo y poco después la tienda abrió.

Los empleados ya habían notado el cambio de humor de su jefa desde hace un tiempo. No lo veían como algo entraño, pues todos lo atribuían a la ausencia de bromas de Chester. Todos creían indudablemente que eso estaba relacionado con la reducción de los niveles de estrés y malhumor de Mandy. A decir verdad, todos estaban muy felices y conformes con eso, pues el ambiente laboral se había hecho menos tenso a diferencia de los meses anteriores.

Incluso, Buzzete y Nita notaron cambios físicos en la rubia. Tenía un aspecto más "fresco", por decirlo de alguna manera. Además de sonreír un poco más, se le veía más radiante, y sus colores más vivos. Su cabello se había vuelto más voluminoso y de un rubio menos pálido. Parecía, en general, más sana. En definitiva, Buzzete supo que se debía a los niveles de estrés con los que antes vivía, y le daba gusto ver que su jefa se estaba recuperando de aquello.

Chester, por su parte, además de aprovechar los días de descanso para reponer las baterías, había estado maquinando cómo ir al siguiente paso. Parecía algo obvio: coquetearle a Mandy, pero era más fácil decirlo que hacerlo. Por alguna razón, se sentía intranquilo y nada se le venía a la cabeza. ¿Un poema? Demasiado cursi, ¿una cita? Muy apresurado. Al final decidió que estaba bien comenzar con pequeños halagos.

Pensó que esa sería una muy buena oportunidad para traer nuevo contenido a su canal. Volteó de lado a lado y rápidamente colocó su celular escondido entre un par de cajas mientras grababa en dirección al mostrador. Después, tímidamente se acercó. Mandy se encontraba revisando las estadísticas de las ventas, y se le veía tan inmersa que Chester por un momento pensó en desistir, pero tomó valor y las palabras salieron con una actuación natural.

—¿Todo bien con esas estadísticas? —preguntó en su tono amistoso habitual.

—Un poco tediosas, pero sí, todo va bien.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—No, no. Muchas gracias, ya casi termino.

Chester entonces vio la oportunidad y se recargó un poco en el escritorio, acortando un poco más de distancia.

—Sabes, te admiro mucho. Yo no pude resistir más de un par de meses de trabajo intenso y me tuve que dar un descanso. En cambio, tú haces de todo para que la fábrica funcione perfectamente y sigues luciendo increíble —expresó de forma confiada. Al escuchar esto, Mandy le dirigió la mirada y tuvo que levantar la cabeza para verlo bien. Chester era de por sí más alto que ella, por lo que estando sentada notaba aún más la diferencia.

—Oh, ¡muchas gracias! —respondió sin más. Mandy se sentía halagada por la admiración que le había expresado Chester que no prestó mucha atención a lo segundo. El pelirrojo entonces tuvo que pensar rápido en un plan B.

—Quiero decir, me parece que últimamente te ves más radiante. No sabría explicar por qué, pero tus ojos se me afiguran a dos soles. ¡Creo que son bonitos! —explicó, siendo un poco más directo en halagarla.

Mandy entonces lo miró sorprendida. No estaba acostumbrada a que le dijeran algo positivo sobre su apariencia. En general, no estaba acostumbrada a escuchar opiniones sobre cómo se veía. A decir verdad, no le molestaba para nada, pero no sabía bien qué decir, así que respondió lo primero que se le vino a la cabeza.

—Gracias. No sabía que pensabas eso de mí. ¿De verdad lo crees? —interrogó, todavía un poco incrédula. No es que Mandy pensara que no era bonita, pero nunca le había dado demasiada importancia a su apariencia.

—¡Sí!, ¿por qué mentiría? Me pareces una chica muy bonita en general —expresó con una cálida sonrisa. La rubia se sintió halagada y un poco avergonzada.

—Pues, gracias... Tú tampoco estás mal —expresó volviendo a dirigir la mirada al papel. Sonreía levemente y, aunque aquello había sido algo inesperado, no sentía que estuviera mal.

Chester, por su parte, se sintió nuevamente asaltado porque Mandy le haya devuelto el halago y el color rojizo de su cara lo hubiera delatado de no ser porque nadie lo estaba viendo en ese momento.

—¿Gracias..? ¡Quiero decir, gracias! Eh... ¡Creo que debería dejar de haraganear y volver al trabajo! ¡Suerte con el papeleo! —decía nervioso mientras volvía en sus pasos lentamente, hasta que finalmente se dio la vuelta y se marchó. Después, disimuladamente regresó a donde había dejado su celular y terminó la grabación. Sin perder mucho tiempo editó algunas partes. Chester, a decir verdad, era un poco narcisista y se consideraba a él mismo un chico muy atractivo, pero por alguna razón se sentía muy diferente cuando Mandy era quien se lo decía.

Many A True Word Is Spoken In Jest (Chester×Mandy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora