Ese martes, luego de que Chester la invitó a cenar, Mandy se sintió la chica más afortunada del mundo. Su corazón latía más alegremente que nunca y la sonrisa no se le borraba del rostro. Había estado fantaseando los días siguientes con la cita y planeando cómo iría vestida. Quería verse linda para él.
El miércoles compró un precioso vestido rojo el cual admiraba siempre del escaparate de una tienda de ropa, sin embargo; no se atrevía a comprarlo, pues no se imaginaba en qué situaciones podría usarlo. Finalmente se le presentó la oportunidad, así que no dudó en adquirirlo.
También había planeado su peinado, viendo tutoriales e intentándolo por ella misma. Pudo simplemente haber ido al estilista unas horas antes, pero quería que fuera algo especial, que le dijera algo como "adoro cómo se ve tu cabello". La simple idea la hacía suspirar.
Ya solo faltaba un día para la cita. Era viernes, así que Mandy fue al trabajo muy motivada. El día transcurrió con normalidad hasta que, al final, Buzzete se quedó con la intención de hablar con su jefa.
—Mandy, hay algo que tienes que saber —comenzó su amiga seriamente. La rubia no pareció notar su expresión preocupada, demasiado ensimismada en su mundo color de rosa.
—¿Es sobre Chester? Porque si es así, no me digas nada, ¡quiero que sea él quien me lo diga! —aclaraba en un tono anhelante, casi suspirando. A Buzzete le dolía mucho tener que ser ella quien le dé la noticia, pero romperle el corazón era, tristemente, la forma en la que tenía que protegerla.
—Sí es sobre él, pero no lo que estás pensando —explicó para luego lanzar un pesado suspiro—. Es... Es mejor que lo veas tú misma —decía extendiéndole su celular. Mandy al principio miró con atención que era Chester. Sabía que tenía un canal en YouTube, pero a decir verdad nunca se interesó por verlo.
Sin embargo, cuando leyó el título, sintió de inmediato cómo su mundo se venía abajo.
"BROMA PESADA a mi JEFA: hago que se ENAMORE de MÍ como VENGANZA".
Simplemente no podía creerlo. Definitivamente Chester era el de la miniatura con aquellas palabras por título. Mandy titubeó, pero puso el primer video de la lista de reproducción, el que era la introducción a esa serie de videos.
Con solo ver el primero comenzó a sentirse mareada y a dolerle la cabeza. Quería vomitar, no sabía si de la impresión, asco por la situación o ambas cosas.
El rostro se le ensombreció y comenzó a temblar. Unos cuantos sollozos comenzaron a escucharse de ella, por lo que rápidamente Buzzete se acercó a abrazarla.
—Lo siento mucho, Mandy —susurró comenzando a llorar un poco ella también. Acarició suavemente su espalda para consolarla, hasta que finalmente Mandy se separó, controlando un poco más su llanto—. Ve a casa y descansa. No pienses más en eso —después hizo una ligera pausa, tratando de buscar las palabras adecuadas—. No tienes por qué ir a esa cita. No creo que la merezca después de esto.
La morena, ya más tranquila, se secó las lágrimas para luego hablar.
—Iré.
—¿Por qué irías después de todo?
Mandy se quedó en silencio durante algunos segundos, para luego explicar su idea.—Voy a hacerlo pagar. Después de todo lo que ha hecho, por lo menos se merece una cucharada de su propia medicina —exponía ahora con el ceño fruncido. Hace mucho que Buzzete no la veía molesta, y aquello inevitablemente le recordó esos lúgubres días de hace meses.
—Es tu decisión, solo... Ten cuidado, Mandy. No quiero que salgas más lastimada —suplicaba Buzzete dándole otro abrazo. La rubia se sintió reconfortada en el abrazo de su amiga, pero volvió a sentirse fatal cuando llegó a casa.
Como siempre, no hubo una charla muy sustancial con su madre ni le preguntó qué tal le había ido a pesar de su expresión decaída.
En su cuarto, rodó entre las sábanas para envolverse en ellas. Miró los videos que Chester había subido a su canal y no pudo evitar sentirse humillada, traicionada, avergonzada, furiosa y entristecida. Se sentía como una tonta por haber caído en otra de sus estúpidas bromas. No pudo evitar llorar después de ver los videos.
Durmió hasta el día siguiente y, aunque por momentos sí se planteó no ir, estaba decidida a dar por terminado lo que sea que tuviera con el bufón esa noche, sea amistad o lo que pudo haber sido algo más.
Se puso el vestido rojo y, al verse en el espejo, se sintió inmensamente triste. El vestido era muy lindo, pero no podía apreciar cómo se le veía por el desánimo. No pudo evitar llorar mientras se arreglaba el cabello, y tuvo que retocarse el maquillaje varias veces porque las lágrimas se lo arruinaban, aunque fuera algo ligero.
Al llegar al lugar, más que tristeza, sintió enojo de ver la cara del estúpido bufón. Iba tan bien arreglado y se comportaba de una forma tan cariñosa que la enfermaba ahora que sabía la verdad. "¿En serio llevó esta broma tan lejos como para traerme a un restaurante lujoso, vestirse de traje y comprarme flores? Qué enfermo" fue lo primero que pensó.
Después de encararlo e irse del restaurante, caminó apresuradamente, llorando en el camino hasta llegar a casa. Se encerró en su cuarto y no salió de ahí hasta el lunes. Todo el fin de semana estuvo tan decaída que estuvo postrada en cama llorando y durmiendo para tratar de olvidar la absurda y cruel realidad.
Lo peor de todo es que lo había conseguido. Si lo hubiera desCubierto antes, todo hubiese quedado en una broma tonta y disparatada de la cual probablemente no se hubiera molestado tanto. Pero no era así.
El bufón había conseguido su objetivo. La había enamorado, y lo peor de todo es que lo había hecho tan bien que dolía que fuera una mentira. Mandy deseaba que lo único que fuese una broma sean todos esos videos, pero sabía que el Chester del que se había enamorado; el chico amable, atento, encantador, gracioso y carismático; probablemente, nunca existió.
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Many A True Word Is Spoken In Jest (Chester×Mandy)
Fiksi PenggemarChester y Mandy trabajan en la gran tienda de dulces de Starr Park, Candyland; siendo subordinado y jefa respectivamente. Chester un día, cansado de las reprimendas de Mandy, decide hacerle "la broma más épica": pretender estar enamorado de ella. Si...