𝐂 𝐀 𝐏 𝐈 𝐓 𝐔 𝐋 𝐎 𝐃 𝐈 𝐄 𝐙

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Capítulo diez
Nervios a flor de piel

Minho observó como toda la tripulación empezaba a moverse de aquí para allá

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Minho observó como toda la tripulación empezaba a moverse de aquí para allá. Se alejó de popa y caminó a proa buscando a alguien para preguntar.
Frenó a un muchacho alto, a quien había catalogado como Changmin.

— ¿Qué está pasando? —Preguntó—

— Un barco se está acercando —Respondió—

— Eso ya lo sé, pero ¿por qué todos correis?

— Son piratas, se acercan a nosotros para atacarnos y saquearnos —Dijo, sacando un sable— ¡Muévete, chico! ¡corremos peligro!

Minho fue empujado suavemente y el muchacho siguió con su tarea, repartiendo sables a todos los piratas del barco. Cuando giró su cuerpo, observó que el enorme barco enemigo ya estaba justo al lado del de Bang. Habían lanzado una cuerda que se había enganchado a la cofa*, y por ahí empezaron a cruzar los piratas. Gritaban, lanzaban insultos y maldecían mientras caían en la cubierta, empezando a pelear con la tripulación. De pronto, una fuerte lluvia se hizo presente, empapando todo en el barco y haciendo más difícil la pelea.
Minho estaba retrocediendo lentamente cuando sus ojos conectaron con los de un hombre, que sonrió al verle. El pirata empezó a acercarse a él y el rubio empezó a correr a popa, esquivando a todos los que estaban en su camino. El hombre empezó a perseguirle gritando.

— ¡Eh, ven aquí!

Minho sentía que sus pulmones se estaban quedando sin aire y sus piernas empezaban a temblar. Poco a poco, su corazón pareció ralentizarse y su vista se nubló. Llegó a la puerta trasera de la bodega y trató de abrirla, pero no tenía fuerza en sus brazos, así que simplemente empezó a zamarrear la puerta intentando abrirla. El hombre estuvo a nada de agarrarle, pero finalmente la madera cedió y Minho pudo correr hacia el interior en busca de algún arma, con el hombre pisándole los talones.
Entró en la cocina y rebuscó entre los cajones hasta sacar una pequeña daga, girándose cuando oyó la voz del hombre detrás suya. Sus manos temblaban por miedo.

— Vamos, bonito —Movió levemente su sable— Si te vienes conmigo por las buenas, no te haré nada...

— ¡No te acerques! —Exclamó, apretando el mango del arma en su pequeña mano—

— Entonces será por las malas —Gruñó el hombre—

El pirata se abalanzó sobre Minho, pero este fue más rápido y corrió hacia el otro extremo. El hombre intentaba cortar con su sable, pero el rubio tenía buenos reflejos y lograba esquivarlo. Solo hubo un fallo, a Minho le fallaron las piernas como de costumbre y cayó al suelo soltando un quejido de agonía. Observó como el hombre se acercaba a él lentamente, con una sonrisita.

𝐃𝐞 𝐏𝐢𝐫𝐚𝐭𝐚𝐬 𝐲 𝐎𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐀𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 - 𝐁𝐚𝐧𝐠𝐢𝐧𝐡𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora