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Eran las 18:45 y me encontraba enfrente del espejo del baño retocando mi cabello.

Hace apenas 5 minutos recibí un mensaje de Eros avisándome que llegaría algo antes a por mi. Decía que era de los chicos que prefería llegar antes que llegar tarde.

Salí del trance cuando sonó mi teléfono y mire.

Ethan:
Rayle tenemos que hablar.

Suspire, bloquee el teléfono y lo guarde en el interior de mi bolsillo.

Eros me dijo que me pusiera algo cómodo asique sin duda sabía que iba a colocarme. Llevaba unos vaqueros cortos negros que resaltaban mi trasero, un croptop de lana granate que se ataba al cuello y una chaqueta fina también de tela color huevo. En mis pies se encontraba unas zapatillas blancas y mi cabello estaba recogido en una cola alta.

Mire el espejo por última vez y sonreí. Volví a salir de mi trance al volver a escuchar el teléfono pero esta vez era Eros.

Eros:
Estoy abajo Preciosa

Cogí mi bolso junto a mis llaves y salí rápidamente de mi departamento. Baje emocionada por las escaleras y en apenas un par de minutos me encontraba saliendo de ese edificio.

Ante mi se encontraba ojos verdes. Llevaba unos vaqueros cortos desgastados y una camiseta blanca ajustada que resaltaba sus músculos, unas zapatillas del mismo color que la camiseta y en sus ojos había unas gafas de sol.

Cuando me vio sonrió y se alejó del coche para acercarse a mi.

—Estás Preciosa—Agarró con delicadeza mi rostro y besó mis labios.

Sonreí y sin decir nada entramos en el auto y pusimos rumbo a un lugar que no quiso decirme.

En apenas 2 horas donde reíamos y nos íbamos conociendo mejor estábamos enfrente de la playa.

En estas dos horas pude conocerlo mejor; tenía 2 hermanas, tenía 23 años y trabajaba en una empresa que no me detallo de que era.

—¿Que hacemos aquí?—Dije saliendo del auto y sonriendo en su dirección.

—Tenía pensado ir a caminar por el centro pero me has dicho que te encantaba la arena entre los pies y he decidido que esto sería mejor idea—Decía mientras cerraba el coche y se acercaba a mi y besaba mi sien.

—Esto es increíble—Sonreí en su dirección y bese sus labios.

Durante el resto de la tarde estuvimos conociéndonos más. Ahora nos encontrábamos sentados en la playa viendo el atardecer tan hermoso que se encontraba en frente nuestro.

Mi teléfono no paraba de soñar así que decidí apagarlo y ya en casa ver que era.

—Contigo me siento en paz—Escuche que decía sin mirarme—Siento que no soy juzgado y que me encuentro en el lugar donde debería de estar siempre—Eso último dijo mirándome.

—Eros—Sonreí pero me interrumpió.

—La gente que acaba conociéndome me tiene miedo, no me siento orgulloso de mi pasado pero se que soy la mejor versión de mi gracias a eso—Suspiro mirando al horizonte.

—¿Eres narcotraficante?—Nose por que pregunte eso.

—¿Te alejarías de mi si lo fuera?—Me miro con algo de miedo en el rostro

—No—Dije con una pequeña sonrisa.—El chico de ayer, el cual sabes que no solo era amigo, también lo es—Suspire

—Yo no quiero regalarte un camino de rosas Rayle, quiero ese camino lleno de minas y pasarlo ileso junto a ti—Se acerco un poco más a mi y entrelazo nuestras manos—No te voy a decir que este enamorado de ti, por que te conocí ayer—Escuché como reía en un tono bajo—Pero desde ese momento cuando te vi con tus amigos no pude sacarte de mi cabeza en todo el día—Beso mis labios

—Eros—Hice que me mirara—No quiero un camino de rosas. Llevo más de la mitad del camino con espinas y minas y te aseguro que más de una mina exploto en mi contra—Intenté sonreír con algo de pena—Si quieres caminar en ese campo de minas junto a mi tienes que saber de mi—

Y nos pasamos todo lo que quedaba de noche hablando de nuestras pesadillas del pasado.

Eros creció en una familia con pocos recursos. Con apenas 15 años comenzó a trabajar limpiando platos en un restaurante chino y a los 17 conoció a un hombre el cual le daba grandes cantidades de dinero por llevar de un país a otro mercancía. Hasta ahora, donde es un grande narcotraficante del norte de Latinoamérica.

Acababa de mudarse aquí junto a su equipo para junto a otro gran narcotraficante, Ethan, expandirse y allanar el terreno.

—Ethan—Dije en tono bajo.

—Es el narcotraficante más grande de esta zona y llevo trabajando junto a él ya un año—Suspiro—Y se que es el chico de ayer—Miro en mi dirección—La chica que le acompañaba era mi hermana pequeña, tiene vuestra edad, el se enamoro de mi hermana mucho antes de que el y yo nos uniéramos—se tumbo completo en la arena—Prohibí a Mar acercarse a él pero visto lo de ayer se que sus viajes por estudios era para estar con el—me miro—Su insistencia por mudarnos aquí tenía un nombre—

—Ethan—Acabe su frase y el asintió.

Se volvió a poner en la posición anterior y besó mis labios.

—Vamos—Se levantó y extendió su mano en mi dirección.

Nos encontrábamos en el auto otra vez dirigiéndonos a la ciudad. Eran ya las 02:00 am y se nos notaba el cansacuon.

Cuando quise darme cuenta nos encontrábamos entrando a un reviento con guardias y cámaras de seguridad.

—Hoy te quedas conmigo Preciosa—Sonrió en mi dirección y agarro mi muslo con delicadeza.

Pocos minutos depsuws nos encontrábamos saliendo de nuevo del auto. La casa era enorme, de madera con un estilo moderno. Tenía más de 4 pisos y todo el recinto estaba decorado con árboles y flores.

—A Mar le encantan las flores y la naturaleza—Entrelazo neutros dedos—Así la tengo entrenetina—Reímos al unísono.

Cuando abrimos la puerta desde su interior se escuchaban las risas. Nos dirigimos a lo que suponíamos queda la sala de estar y no me equivocaba. Ahí había 4 chicos junto a una chica jugando a la consola mientras gritaban por que iban perdiendo.

La chica supongo que era Mar, era igual que la chica de anoche que estaba junto a Nathan.

—Supongo que eres Rayle—Dijo uno de los chicos.

Tenía el cabello tan corto que era casi inaudito. Tenía los brazos, piernas y el cuello tatuados y tendría aproximadamente 30 años.

—Hola—Dije cuando aquel coche estaba enfrente mío estrechando mi mano

—Kevin—Sonrió en mi dirección y acto seguido se fue a jugar.

—Los otro dos son los gemelos Alex y Andrew, al principio son poco sociables, luego se irán acostumbrando a tu presencia—Beso mi frente y me abrazo desde atrás

La puerta sonó y un grito salió de lo más profundo de Mar. Acto seguido se levantó, alisó su ropa y se dirigió a nosotros.

—Supongo que tú eres Rayle, Eros no para de hablar de ti—Me abrazo—Trátame como una hermana—Sonrió

Si tú supieras no creo que me trataras como una hermana

Ahora si que se dirigió a su hermano—Viene un amigo, estudiaremos en mi habitación—Y desapareció de nuestra vista.

—Amigo dice—Escuche a uno de los gemelos reír.

Eros se separó de mi y con delicadeza me dirigió a las escaleras. Al estar enfrente de ellas no esperaba escuchar aquello.

—¿Rayle?—

Como se sigue viviendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora