𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 : 𝙱𝚊𝚓𝚊 𝚕𝚎𝚗𝚝𝚘

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—¡Detente! ¡Por favor! —Supliqué entre risas cuando comenzó a hacerme cosquillas en los costados del torso. Entre pataletas y risas acabamos demasiado juntos, más de lo debido.

Cuando se dió cuenta de aquello no se retiró, todo lo contrario. Estuvo ahí sobre mí mientras su cabello bajaba con su mirada. El peso de su abdomen hacía presión con el mio, logrando choques de electricidad; Examiné su rostro, el color castaño, pero más allá de querer fijarse únicamente en su cabello lacio, sus labios robaron el protagonismo. Ninguno parecía querer moverse, en realidad no lo queríamos.

Deseaba tanto besarlo, sentir la suavidad que ellos aparentaban. Deleitarme con la tentación y la perversión de que en cualquier momento alguien llegaría y nos vería así. Aunque quise pensarlo más no se me fue permitido, ya qué aquel deseo diminuto se me hizo realidad; Georg paseó sus cálidos labios sobre los míos, haciendo lentamente movimientos que exigían una respuesta ansiosa. Y sin mucho que pensar accedí tal y como él quería. Con ferocidad. Una llena de deseo oprimido desde hace ya bastante tiempo.

El corrientazo por todo mi cuerpo fué inmediato, el miedo y las nuevas sensaciones se sentían a flor de piel. La alegría rebotando por todo mi interior devorando el miedo que por segundo presencié, dejándome plenamente descubierta a lo nuevo; Comenzó a ser lento y curioso, parecía que estuviera dispuesto a conocer cada rincón de estos, y cuando lo sé había sancionado,  arrancó con más iniciativa y necesidad.

Acomodé ambas manos en sus gruesas caderas sobre la rugosidad de sus pantalones. Disfruté lo que más se me fue permitido, pues cuando se comenzó a desprender se palpaba diferente el ambiente; Ahora existía un bochorno y no quería pensar el por qué, solo le quería entre mis brazos otra vez.

—Astrid —gimoteó con la voz ronca. Georg me admiraba bajo su cuerpo como a un pequeño muñequito que en cualquier momento podría aplastar—. Con las manos nadie podrá tocarte, dímelo. Astrid, dímelo.

Mordí la inferioridad de mi labio cuando sus manos hurgaron bajo mi falda acariciando los muslos. El recorrido de sus manos marcó cada centímetro de mi piel expuesta, cortando la razón en mi cabeza. No tuve otra reacción que no fuera atraerlo para repetir el beso.

—Salvo tú nadie podrá tocarme —Jadeé y este me atrapó de las caderas para alzarme.

Ambos lo queríamos con fervor, y ahora nada lograría que no consumieramos lo que nos hacía perder la cabeza desde ya bastante.

Ambos lo queríamos con fervor, y ahora nada lograría que no consumieramos lo que nos hacía perder la cabeza desde ya bastante

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𝗩 𝗘 𝙎 𝗧 𝗜 𝗚 𝗜 𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora