𝚌𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 : 𝚙𝚎𝚛𝚍𝚎𝚛𝚜𝚎 𝚎𝚗 𝚜𝚞𝚜 𝚕𝚊𝚋𝚒𝚘𝚜

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Desde muy pequeña el amor por la música creció en tu interior. Por ello cuando cumpliste seis años entraste gracias a tu abuela a una academia de música. Optaste por el canto, debutando entre las grandes voces de dicha academia. Luego de tomar seis meses fielmente tus clases conoces a los gemelos Kaulitz. Tuviste gran química con ambos, y esto perduró varios años.

Esto nos conduce hasta una semana continúa a tu cumpleaños. Donde Bill te regala un hermoso anillo delgado de color negro.

—Este collar es la representación del cuánto te quiero —Te había dicho con los ojos más dulces acompañados de una jugosa sonrisa.

—No me lo quitaré jamás —Le dijiste cómo promesa, una que nunca estarías dispuesta a romper. O lo fue hasta que supiste tres meses después que Bill estaba profundamente enamorado de ti.

Todo se había presentado ya que estando en casa de los hermanos Kaulitz para hacer algunas tareas de la academia fuiste por algo de agua. Pero en aquel momento los gemelos tenían una conversación sobre ti. Dónde Tom le imploraba a qué se lanzara, y que ya será justo que soltará su amor.

Al oír todo esto decidiste quedarte callada y volver a la sala.

Nunca habías visto a Bill con ojos de amor, todo se rodeaba en amistad, una que ya se veía con escasez. Esto ocasionó que te alejaras un poco, tenías muchos sentimientos extraños dentro de ti. Estabas segura que lo veías como amigo, y que ese amor no era correspondido.

Por tanto, Bill sabía que la había cagado contigo de una u otra forma. Tu comportamiento tan cortante lo hacía sentir despreciado y horriblemente desbastado.

—¿Acaso te has dado cuenta? —preguntó para sí mismo mirando por la ventana de su habitación. Ya se cumplirían dos semanas desde aquel raro alejamiento.

Y cuando ya había pasado un mes el chico llamó a tu puerta.

—¿He hecho algo mal? —Te habló con la voz baja, como si estuviera apunto de romperse como un cristal fino.

Sabías cuán sensible podría ser Bill cuando se habla de sus sentimientos, por ello habías tomado distancia. No querías romper al decirle que no sentías nada más que una buena amistad.

—¡Claro que no!... Bill, os escuché la otra noche. ¿De verdad te gusto?

Aquella expresión en su fina cara se quedó marcada para siempre, el jóven se puso de mil colores. Y pudiste apreciar como sus mejillas se ruborizan casi enseguida.

—no...Emma, quiero decir, si me gustas»

Luego de ello, lo hablaron toda la noche.

Dejaste muy en claro que no sentías lo mismo, y que solo podías darle una amistad, tal y como iban antes de todo esto.

Bill no pudo evitar sentirse peor al oír lo que tanto temía.

Pero lo entendió de cierto modo.

Al irse de tu casa el joven se propuso olvidarte, y aceptar la amistad.

Tu por tu parte, quedaste más tranquila al saber que no jugarías con sus sentimientos y que aún lo tendrías como tú mejor amigo.

𝗩 𝗘 𝙎 𝗧 𝗜 𝗚 𝗜 𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora