𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 : 𝙿𝚘𝚛 𝚜𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎

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El baile de graduación había llegado y junto consigo la felicidad de saber que ya por fin saldrían. Para muchos está noche sería inolvidable, para otros, la más triste de todas al saber que grandes amistades posiblemente se distancian y tal vez, muera la conexión en el camino. Así que en el salón de la preparatoria un mar de sentimientos se hacían notar en el ambiente.

—¡Buu! —Astrid rodeó con sus brazos la cintura de él logrando un pequeño susto de parte del chico.

Georg no pudo evitar sonreír y sentirse más que satisfecho al saber que ella estaba ahí. Así que tomó sus manos y las sacó lentamente de su cadera y la volteo hasta quedar ella al frente, junto a sonrisas despampanantes ambos perdieron la noción del tiempo. No habría cosa alguna que compararse con el amor que había crecido mutuamente durante los años de instituto.

—Te ves hermosa.

—Tu no te quedas atrás grandullón, mírate con ese traje —Halaga mirándolo de arriba hacia abajo.

—Ya —Rodeo los ojos juguetón,  en un cerrar de ojos la atrajo a su cuerpo y la abrazo con todo ese amor que solo él sabía transmitir—. Aún no estoy seguro de irme —Confesó por lo bajo en tanto aún seguía junto a ella.

—Georg —Arrastró en un leve susurro—. No permitas que tus miedos te arrebaten tu don, adoras estar con los chicos. Y hacer música no es de todos. Ustedes hacen maravillas en los escenarios —Se separó un poco y tomó las manos del castaño—. Además, iré a visitarte cuando se me sea permitido —Concluyó dejando un corto beso en su mejilla.

Pero esto no fue suficiente para que Georg dejara a un lado su idea de renunciar. Astrid sabiendo tan bien como era, se dió cuenta enseguida que él no pararía de poner peros para querer quedarse. Entrelazó sus manos y lo guío hasta las mesas de aperitivos para distraerlo un poco.

Y así, esto se volvió un propósito para Astrid, haría todo lo que fuera para que está noche fuera inolvidable para todos. Y así, convenciendo a Geog para que se fuera a Estados Unidos junto a los chidos a firmar aquel contrato que los lanzaría al estrellato.

—¡Está lloviendo! —El rastafari gritó tomando a su gemelo de la muñeca jalandolo de golpe para quedar ambos bajo lluvia fuera del instituto.

—¡Mi traje, Tom! —gruñó en cuánto la lluvia comenzó a empapar todo su cuerpo.

—Te ves muy sexy así —Inquirió un tono románticon atrayendo a su gemelo.

Bill como repuesta lo besó lentamente. Estos años ocultando su relación ya había llegado al límite. Los dos se amaban sin importar el qué dirían; Los ojos curiosos de Georg observaron dicho acto. Solo para aquellos que no fueran los chicos de la banda era una sorpresa lo de ducha relación.

—Se ven bien juntos —Soltó Astrid—  Asegúrate que nos hagan tíos muy rápido.

El castaño estalló en risas.

—Mejor vamos —susurró, consiguiendo que Astrid asintiera y déjala su cartera en uno de los escalones para bajar a la calle, estando ya bajo la lluvia sus prendas no tardaron en mojarse al igual que sus cabellos.

Ahora los cuatro bajo la lluvia comenzaron a divertirse lo más que pudieron, haciendo y diciendo cuenta cosa los hiciera reír hasta olvidar lo que vendría después.

Opuesto a lo que sentía el rubio al teléfono en uno de los escalones de la entrada. Su novia Angelina había tenido que irse dos semanas antes a Londres para apuntarse a la universidad de sus sueños. Sentían el corazón pequeño al estar separados.

Pasala bien.

—Me haces falta. Quiero verte —Dijo con desánimo—. Te amo.

—Ya falta poquito —Decía tras el teléfono—. Sé que no es como lo habíamos planeado pero pásalo bien.

En tanto Gustav seguía al teléfono los chicos jugaban.

—Hagamos una promesa —Sugirió Tom ya cerca de todos—. Cuando alguno de nosotros se case, recordaremos está noche, y diremos que pudimos atravesar los siete mares juntos, ¿Vamos pa' esa?.

—¡Vamos pa' esa! —Respondieron los cuatro en un festejo de emociones, pues estaban más que seguros que su amistad no la derrumbaría nada.

Y cuando por fin la noche finalizó entre risas y totalmente mojados por la maravillosa lluvia que no parecía ser una molestia, los cinco jóvenes caminaron por las solitarias calles cantando y viviendo el momento.

Pues al fin y al cabo, nada los separaría, siempre serían ellos contra el mundo.

Siempre serían Tokio hotel.


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𝗩 𝗘 𝙎 𝗧 𝗜 𝗚 𝗜 𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora