Abstinencia

6K 305 108
                                    

Capítulo 1.

—Craig —murmuró justo antes de que sus labios fueran capturados por un beso del mencionado. Sus lenguas se encontraron y saborearon la cavidad del otro, explorando sus bocas como si fuera la primera vez.

Estaban solos en la habitación de Tweek, matando el tiempo mientras los padres de éste regresaban de compras de último momento. Las vacaciones de verano habían comenzado: los Tweak saldrían de la ciudad por unas semanas, cómo acostumbraban a hacer año con año, y esa misma tarde partían. Craig había ido a casa de su novio para ayudarlo con las maletas y "despedirse" de Tweek.

El pelinegro desesperado comenzó a desabotonar la camisa del rubio, a ciegas. Mordió su labio con sutileza, profundizando el beso aún más. Por fin logró sacarle la prenda superior, acariciando su pecho desnudo y regocijándose con la sensación de su suave piel. Rodeó con sus dedos un pezón, frotándolo con sus yemas, provocando que escapara un jadeo brusco de los labios del rubio.

—D-deja de jugar, ¡mis padres no tardarán! —se quejó Tweek, ansioso, con su respiración agitada, los ojos entrecerrados y las mejillas sonrosadas. Algo de saliva de ambos estaba goteando por su barbilla, y Tucker cree que se ve muy sexy así.

A Craig le gustaba tomarse las cosas con calma, saborear cada centímetro de su piel si era posible, decirle halagos al chico ansioso y excitar tanto sus cuerpos para después explotar juntos. Normalmente a Tweek eso le fascinaba, le había hecho sentir cosas que jamás pensó experimentar, sin embargo sabía que debían apresurarse. Craig bufó, acercando sus labios peligrosamente a su oreja.

—Seguro te prende que puedan descubrirnos —susurró, y su aliento cálido rozando con la dermis hizo a Tweek estremecerse. Sintió su miembro reaccionar, amaba que su novio le hablara así de sucio—, mírate, ya estás tan duro —lo acaricia por encima de la ropa, y Tweek contiene un gemido, arqueándose ante el tacto y cubriéndose el rostro, avergonzado.

—Apresúrate —atinó a pedir con timidez, sin mirarlo, y Craig sonrió con satisfacción.

A Tweek le gustaba que Craig lo dominara, le gustaba complacerlo, hacer lo que le ordenara y, en cierta parte, la sensación de ser humillado lo excitaba de sobremanera. Aunque jamás se lo había dicho directamente, Craig lo sabía, después de haber tenido sexo tantas veces había aprendido a reconocer las cosas que a Tweek lo encendían, las reacciones de su cuerpo cuando lo trataba "mal" lo delataban.

—Pídelo debidamente —ordenó el más moreno, tomando un poco de distancia para verlo mejor, y sosteniendo las muñecas de Tweek con su diestra para poder verlo mejor.

—Fóllame, por favor —suplicó entonces, mirándolo con ojos sumisos. Craig con su mano libre le acarició mejilla, y el otro aceptó la caricia, empujando su rostro contra la palma como lo haría un gato.

—Di mi nombre —dijo, aunque incluso a Craig le estaba costando mantener la compostura, sentía su propio miembro dolerle y palpitante. Frotó el labio inferior del rubio con su pulgar, pensando en que le encantaría ver esos bonitos labios hinchados rodeando su polla.

—Craig, fóllame por favor —lo escuchó pedir, y no pudo más.

El más alto comenzó a sacar el resto de las prendas del otro, admirando su desnudez. Alcanzó una botella de lubricante y la destapó, vaciando un poco sobre sus dedos y acercándolos a su entrada. Tweek contuvo el aliento, soltando un suspiro cuando los dígitos de Craig lo penetraron. No dolía como las primeras veces que tuvieron sexo, pero siempre era incómoda la primer sensación.

Craig lo preparó con cuidado, aunque apresurándose. Pronto estuvo estirado y húmedo, y sacó un condón del bolsillo de su pantalón. Bajó lo suficiente sus prendas para que su pene saliera de su prisión, colocándose el preservativo y acariciándose.

Tweek meció sus caderas de lado a lado, provocando a Craig. Éste se mordió el labio, dando una palmada al glúteo derecho de Tweek y sujetándolo con firmeza.

—Te follaré tan fuerte, cariño, que no podrás volver a caminar en días —le advirtió, acercando su miembro y untándolo contra el ano rosáceo y palpitante del otro, quién gimió con anticipación.

Finalmente lo sintió entrando, se aferró a las sábanas, jadeante.

Y comenzó a embestir, agarrando a Tweek por las caderas y cogiéndolo. La habitación pronto se llenó de quejidos y gemidos ahogados, del ruido de las pieles chocando y el colchón rechinando. El ambiente era cálido y húmedo, incluso sofocante, pero la sensación los embriagaba. Amaban tener sexo más que cualquier otra cosa, sus cuerpos encajaban a la perfección y todo era maravilloso.

Sus cuerpos excitados poco a poco se acercaban al clímax, agitándose aún más mientras llegaban a ese delicioso punto, con sus sentidos despiertos y disfrutando del placer, pero el ruido del carro estacionándose fuera de la vivienda hizo que Craig se parara en seco. Pronto escuchó las voces de los padres de Tweek, y alarmado, miró a su pareja con terror.

—Mierda —exclamó el más alto, saliendo del otro e incorporándose.

Guardó el lubricante, abrió la ventana y se acomodó el pantalón, sin siquiera quitarse el condón. Miró a Tweek entonces, estaba entrando en pánico por no poder abotonar su camisa, y en un rápido movimiento, Craig lo hizo por él.

Estuvieron bien vestidos segundos antes de escuchar que la puerta principal se abría, Craig suspiró aliviado, lanzándole una almohada a Tweek para que se cubriera y comenzando una charla sobre algún tema aleatorio para disimular.

Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora