Sexting

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Capítulo 2.

Tweek había salido de la ciudad apenas hacía cinco días, y Craig ya quería morirse por su ausencia. La última vez ni siquiera pudieron llegar juntos al orgasmo, y se había quedado tan caliente. Por mucho que se masturbara, seguía deseando cogerse a Tweek hasta el final.

—Mi tía ayer por la noche trajo un pastel de café, estaba delicioso —comentó Tweek. Estaban haciendo videollamada, pero comenzó a sentirse un poco ansioso al ver a Craig tan distraído— te estoy aburriendo? —preguntó con un tono de voz nervioso.

—No, no es eso —dice de inmediato, Craig, ruborizándose. No se había percatado que estaba actuando tan distante.

—¿Entonces? —interroga.

—Es que... A decir verdad, estoy duro —confiesa, sonrojándose un poco, pero manteniendo una expresión neutral.

Las mejillas de Tweek se enrojecieron, alarmándose un poco, y avergonzado, se levantó para cerrar la puerta con seguro. Sus padres y él se estaban quedando en casa de sus abuelos; había bastantes habitaciones y la que le habían prestado a Tweek estaba algo lejos del comedor, donde supone estarían sus familiares. Se muerde la uña, meditando mientras se sienta en la cama. Si no era muy ruidoso...

—Quiero verlo —finalmente dice, y mira a Craig sonreírle. El mayor voltea la cámara, mostrando un claro bulto en la zona de la entrepierna a través de sus jeans. Se acaricia a sí mismo, bajando la ropa para descubrirlo.

Tweek lo contempla en silencio, admirándolo y ansiando tocarlo, relamiéndose los labios provocativamente. Siente su cuerpo respondiendo a la simple imagen, se imaginaba mamándolo o recibiéndolo en su trasero, incluso sólo masturbarlo con su mano le gustaría. Acomoda su mano entre sus piernas, apretándolas y moviendo sutilmente la cadera.

—¿Te pusiste duro verdad? —pregunta Craig orgulloso, conteniendo unas risas y volteando la cámara. Sus ojos verdes entrecerrándose perforaban el alma del rubio y hacían que se derritiera. El rubio se mantiene en silencio, aunque por su expresión avergonzada el pelinegro sabe que está en lo cierto—. Seguro te imaginaste brincando sobre mi polla, apuesto a que deseas eso —dice, y se le escapa un jadeo, puede escuchar algo de ruido, y ver el hombro de Craig sacudiéndose lo delataba. Mierda, se estaba masturbando.

—Craig, quiero ver cómo te tocas —pidió, un poco apenado. Craig estaba lo suficientemente caliente como para que siquiera le importase nada.

Cuando en la pantalla de su celular apareció de nuevo en primera plana el pene de Craig, no pudo contenerse y metió sus dedos bajo su ropa. Veía la diestra del otro frotando su virilidad con lentitud, estirando la piel, y el sonido del chapotear del líquido preseminal junto a los gruñidos que se le escapaban... Se acaricia también, cerrando sus ojos y apretando los labios. Sentía que su cuerpo ardía.

—También quiero verte cariño —escucha que dice. Había olvidado que Craig podía verle la cara, siente vergüenza por las expresiones que estaba haciendo apenas unos segundos atrás, pero realmente no le molesta mostrarse así ante su novio.

Le enseña a Craig cómo se frota contra la tela, que ya se iba humedeciendo en esa zona, y ve como un borbotón de líquido preseminal chorrea del pene del otro mientras lo mira. El rubio se baja sus pantalones y ropa interior hasta los tobillos, para flexionar las piernas y comenzar a presionar un dedo contra su entrada.

—Me encantaría poder meterme entre tus piernas y lamerte, dejar esos muslos llenos de chupetes y mordidas —con voz ronca, dice el moreno, que ya se masturbaba con ritmo constante, ninguno de los dos apartaba la mirada del móvil. El miembro de Tweek goteaba, contrayéndose y respondiendo a las palabras del otro. Pronto pudo introducirse un segundo dedo, imaginando que las falanges pertenecían a Craig.

—Craig —gime su nombre, moderando su voz para no ser muy ruidoso—, Craig quiero que me folles —dice, aumentando el ritmo del vaivén de su mano.

—Mi pequeña zorra —le dice, apretando sus dedos, imaginándose que penetraba el orificio del otro—, ¿puedes intentar levantarte? quisiera verte mejor —le pide, con la voz jadeante. Tweek asiente con la cabeza, aunque Craig no puede verlo. Acomoda el celular en un mueble, apoyado sobre una caja para quedar en un buen ángulo. La camisa de Tweek lo cubría hasta sus muslos, pero podía verse en la pantalla esa zona.

—¿Se ve bien? —pregunta el rubio.

—Sí... Buen chico, ahora déjame verte —responde y ordena.

Tweek se da la vuelta, inclinándose un poco. Sabe que no es la persona más sexy del mundo, pero se aseguraría de darle un buen espectáculo a Tucker. Levanta la tela de su camisa, mostrando sus glúteos y se da una palmada, luego separa la carne y muestra su entrada rosada.

—Ugh, Tweek, eres hermoso —lo halaga el moreno, sin apartar la vista de la pantalla.

Introduce dos de sus dedos de nuevo, soltando algunos quejidos, y se acaricia su miembro. Estaba goteando, se sentía tan bien que apenas podía pensar. Jadeos escapan de sus bocas, y los movimientos se vuelven bruscos y toscos.

—Tweek, estoy cerca —advierte, con la voz quebrada, sintiendo sus músculos tensándose y el oxígeno agotarse.

La habitación giraba, Craig se viene primero, atrapando su semilla con su mano, y recupera el aliento.

—Córrete para mí, mi puta —ordena, y parece que activa un interruptor, porque Tweek se viene. Ambos se recuperan unos minutos después y continúan hablando de cosas sin mucha importancia. Craig se asegura de repetirle tantas veces lo mucho que lo ama y le dice que lo extraña.

Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora