En Público

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Capítulo 4.

Los últimos días Craig había estado teniendo un increíble apetito sexual. No molestaba a Tweek, por el tiempo que estuvieron lejos el uno del otro lo entendía, se sentía muy caliente también. Disfrutaba mucho de hacer el amor, y lo haría siempre que Craig quisiera, pero cuando el pelinegro los condujo a uno de los pasillos más solitarios de la librería, nunca se imaginó que fuera para besarse. Habían ido para pedir prestados algunos libros relacionados al espacio, ya que el mayor últimamente había estado muy interesado en ello.

No más que en Tweek por supuesto.

Pero ahí estaban, rodeados de estanterías llenas de libros polvorientos que los cubrían, mientras Craig empujaba al otro contra una pared y atrapaba nuevamente sus labios.

—Craig, nos van a descubrir —se quejó el rubio, jadeante, empujando al mayor por los hombros, sin llegar a hacer la fuerza suficiente como para apartarlo realmente. Sus respiraciones entremezclándose por la cercanía los embriagaba a ambos.

—No lo harán cariño, nadie viene por aquí, sólo hay que ser silenciosos —dice, esparciendo algunos besos por el cuello de Tweek, metiendo sus manos bajo su camisa y acariciando su abdomen. Los dedos fríos de Craig le causaban escalofríos, y aunque se sentía un poco paranoico y observado, se dejó llevar por la sensación. De todas formas... No era como si no le gustara.

Los labios contra su cuello se sentían jodidamente bien, sus mejillas acaloradas, sus piernas temblando, los dígitos de Craig recorrían el torso del menor hasta llegar a una de sus tetillas. Acarició y frotó, provocándole soltar respiraciones más ruidosas.

El pelinegro empujó sus caderas cerca, rozando con su bulto duro el del otro, soltando un jadeo brusco. Rodeó con sus brazos la cintura del rubio, balanceando su pelvis en contra de su cuerpo para estimularlos, con movimientos tan sutiles pero que enviaban corrientes eléctricas por sus vientres.

—Craig, Craig —gime su nombre, aferrándose a sus hombros.

—Dios, Tweek, date la vuelta, lo meteré —dice con la voz entrecortada, sonaba tan desesperado, y Tweek se tensa porque lo desea tanto también, pero teme que alguien los encuentre.

—Eso sería d-demasiado, amigo, ¿qué pasa si nos atrapan? —dice, y Craig embiste aún en la misma posición, sacándole un quejido que ahoga mordiendo sus labios. Los pantalones de ambos comenzaban a humedecerse en la zona de la entrepierna por el líquido preseminal.

—¿No quieres que te folle? —le pregunta al oído, y el rubio se cubre la boca para contener otro ruido. Lo mira a los ojos, sus pupilas dilatadas y las cejas levemente fruncidas. En silencio se da la vuelta, bajando sus pantalones para mostrarle su culo.

Escucha que Craig traga saliva y maldice en voz baja.

—Me encantas, cariño, quisiera comerte el culo aquí mismo —admite, mientras baja sus prendas para sacar su miembro y colocarse un preservativo. Lo penetra lentamente, permitiendo que se acostumbrara a su longitud. Tweek estaba suficientemente estirado por todo el sexo que habían estado teniendo en esos días, por lo que no necesitaba más preparación.

Cuando está completamente dentro, suelta un suspiro de satisfacción y comienza a moverse, pero Tweek estaba siendo demasiado ruidoso. Estiró su brazo para cubrir con su palma la boca del menor, sin dejar de mover sus caderas con velocidad, golpeando ese punto exquisito dentro del otro. A pesar de estar cubriendo sus labios, seguía haciendo demasiado ruido. Craig se detiene, dejando a Tweek temblando y deseando más.

—Shhh, shhh, tienes que estar callado —le recuerda con voz suave al oído, Tweek asiente con la cabeza, sintiendo su piel erizándose, llorando lágrimas de placer y necesidad.

Craig retoma el vaivén considerablemente más lento, y Tweek sentía que su pene dolía, necesitaba correrse, estaba tan cerca. Quita la mano del mayor de su boca para voltear su cabeza lo justo para verlo de reojo.

—Seré buen chico, estaré callado, pero por favor fóllame más rápido, necesito... mgh estoy cerca —puede notar que la mirada del otro se oscurece, y se cubre con sus dos manos la boca, preparado para cubrir una sinfonía de gemidos muy seguro de haberlo convencido, pero a cambio solo puede sentir que disminuye la velocidad de sus embestidas. Sus muslos tiemblan por estar en el límite, y mueve sus caderas contra Craig, buscando más estimulación—. Mierda Craig, por favor, por favor, lo necesito tanto, te necesito —ruega, con un tono de voz que hace que el miembro de Craig dentro suyo se contraiga.

A pesar de que a Tucker le encantaba jugar ese papel dominante, escucharlo así fue su punto de quiebre. Lo sostuvo por las caderas, apretando contra el hueso casi tan fuerte que sabía que dejaría moretones, y lo folla brutalmente hasta que ambos llegan al orgasmo. De ninguna parte saca algunas servilletas y limpia el miembro de Tweek, se saca el condón y lo tira en un bote de basura, sin importarle realmente si alguien llegaba a ver aquella evidencia.

Craig le da un beso en la frente a su novio, acariciando sus mejillas con cariño y le sonríe.

—Tan maravilloso como siempre, te amo tanto cariño 

Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora