Atrapados

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Capítulo 10.

Pronto comenzaron a besarse, y las caricias y manoseos eran cada vez más desesperados. Se necesitaban tanto. Craig se saca los anillos y los pone encima de una mesita, y desabrocha las prendas del otro para ver su pecho desnudo. No demora en chupar la piel y mordisquear, sacándole los pantalones y ropa interior al más bajito. Estaban tan calientes, un poco mareados por el alcohol, lo que sólo incrementaba su excitación.

Tweek lo mira, y se relame los labios provocativamente. Hace que Craig se siente en la cama, quitándole antes los pantalones y ropa interior, acomodándose entre sus piernas y comenzando a chuparlo. Aunque no dura mucho tiempo haciéndole el oral, puesto que su intención era sólo terminar de endurecerlo para comenzar con la diversión de verdad. Tweek se inclina, apoyando su torso en la cama, con sus pies en el suelo, prácticamente mostrándole todo el trasero, esperando a que el otro chico lo penetrara...

Pero no lo hace. En cambio siente las manos del mayor separando sus glúteos, y la humedad de su lengua presionándose contra su entrada. Craig amasa sus nalgas mientras jugaba con su lengua, haciendo pequeños círculos, metiéndola y sacándola. Tweek suelta algunos jadeos, sintiendo su miembro erecto rozando contra las sábanas.

—Craig, apresúrate —reclama. El otro chico no se aparta, y en respuesta le da una nalgada. Tweek gime, encontrando un poco de dulzura en el dolor del impacto, y Craig repite la acción unas cuantas veces más, hasta que la piel se coloreo de un rosado, con la silueta de su mano en donde había propinado el golpe.

Se incorpora cuando se cree satisfecho, y hurga en los cajones de la habitación, encontrando un preservativo y colocándoselo. Se acomoda para entrar, y empuja, sacándole un gemido de placer al más bajo ya que había empujado justo al lado de su próstata. Craig sonríe, soltando algunos gimoteos por el placer.

El ritmo que toma no es constante, cosa que pone ansioso a Tweek, y Craig lo sabe. Iba rápido, después lento, entrando y saliendo casi por completo, luego casi no lo sacaba en absoluto. La irregularidad lo hacía sentir grandes oleadas de placer que se regulaban y disminuían, y sabe que de esa manera no podrá llegar al orgasmo.

—¡Dios! Te odio, Tucker. Déjame montarte —demanda, incorporándose y empujando las caderas del otro con sus manos, apartándolo, volteándose para dale la cara y mostrar su expresión frustrada. El otro chico lo mira con picardía.

—¿Tanto necesitas mi pene? —pregunta, con tono procaz, y Tweek lo empuja sin cuidado para que se recostara encima de la cama. Se acomoda encima suyo, sosteniendo con su mano la longitud del otro chico, y baja sus caderas para recibirlo dentro—. Mírate, eres tan sucio, Tweek —le dijo Craig, comenzando a acariciar el pene del otro chico.

El rubio era un desastre de gemidos, jadeaba por el placer que le daba Craig con su mano y el que se daba él mismo montándolo.

Cuando sus piernas le comenzaron a doler por el esfuerzo de los brincos que estaba dando, se reclina hacia adelante, recargándose con sus brazos en la cama y acomodando su rostro a un lado del de Craig, moviendo solamente sus caderas de arriba abajo. El moreno lo sostiene por las caderas, clavando sus dedos en la piel y ayudándolo con el movimiento. Ambos gemían, jadeaban, y a Tweek lo encendía y motivaba aún más lo ruidoso que estaba siendo su novio, su voz grave escapando en gemidos entrecortados y jadeos, diciéndole lo bien que se movía.

Ambos estaban muy cerca del clímax, y cuando Craig nota que el rubio se ve agotado, se incorpora, quedando Tweek parcialmente recostado, y él de rodillas, cargando la parte inferior del cuerpo del otro, embistiendo con ritmo rápido hasta que ambos llegan. Tweek suelta un gemido e involuntariamente arquea su espalda, eyaculando con tanta intensidad que llegó a salpicarle en el rostro, y Craig se corre dentro suyo, esperando hasta que las corrientes de esperma cesaran.

Cuando ambos se recuestan en la cama para recuperar el aliento, el ruido de la puerta abriéndose los hizo voltear instintivamente. Era Bebe que llevaba sus zapatos en la mano izquierda, con intención de guardarlos y ponerse unos más cómodos. Cuando Tweek siente el líquido chorreando por su rostro es que por fin reacciona, y agarra una almohada, intentando cubrir su desnudez. Las mejillas de Bebe estaban completamente enrojecidas, y cierra la puerta gritando una disculpa.

Ambos chicos se miran avergonzados.

Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora