Charla

3.5K 190 56
                                    

Capítulo 5.

A pesar de que a Craig le había quedado más que claro por sus experiencias sexuales con su pareja que a Tweek le gustaba cuando se ponía rudo o le hablaba sucio, realmente no podría decir con exactitud qué cosas lo encendían más, por lo que se decide que en cuanto tuviera la oportunidad hablaría seriamente con él. Estaban comiendo en casa del moreno la comida que hizo su madre, y lo mira por el rabillo del ojo. La manera en que sus manos tiemblan ligeramente mientras se lleva un bocado a la boca le parece tan linda, y nota que es atrapado espiándolo, recibiendo una sonrisa cariñosa de parte del rubio.

Ambos terminan sus alimentos y se ofrecen a recoger los platos y lavarlos, cosa que Laura agradece, despidiéndose de ellos para tomar una pequeña siesta en sus aposentos.

Una vez están solos en la habitación del más alto, éste traga saliva; preparándose mentalmente para la charla vergonzosa que planeaba comenzar.

—¿Qué quieres hacer hoy? —pregunta el de camisa verde, y Craig se ruboriza sutilmente.

—Quiero hablar contigo —responde serio, sentándose en la cama e invitando a Tweek a hacer lo mismo.

—Estamos hablando —le contesta él, divertido, con una sonrisa coqueta.

—Sabes lo que quiero decir, tonto —suelta unas risas juguetonas también, y sostiene su pálida mano.

—No me llames tonto, Fucker —Tweek lo mira con esos ojos, y a Craig le cuesta contenerse. Se lo comería a besos si no tuviera la intriga del cuestionamiento que quería hacerle.

Se acerca a su rostro sólo para darle un pico, aunque Tweek se aferra a su cuello y busca más de él, estando un poco decepcionado de no seguir siendo besado. Suspira, acariciando la mejilla de su novio.

—¿De qué quieres hablar? —pregunta finalmente, estando ya un poco curioso de saber qué era tan importante como para que su novio no quisiera devorárselo a besos.

—Del sexo —dice, y las mejillas de Tweak se sonrosan. Asiente con la cabeza, indicándole que continuara—, no hemos hablado mucho acerca de qué cosas nos gustan explícitamente, y quiero hacerlo mejor para ti —se rasca la nuca, estando claramente avergonzado. Mira al otro chico, que estaba jugando con sus dedos, apenado también.

—B-bueno, en verdad todo lo que haces a mí me gusta —responde con tono bajo, encogiéndose en su sitio.

—Necesito que seas más específico, cariño. ¿Qué cosas de las que he hecho te han gustado más? Y, ¿hay alguna cosa nueva que quieras probar? —interroga el de gorro, sin saber exactamente de dónde saca el coraje para hacer esas preguntas de forma tan directa.

—E-ehh —el rostro del rubio paso de un color rosado a un rojo vivo, y se agarra de sus mechones dorados, intentando no tener una erección por las simples fantasías o recuerdos libidinosos mientras repasa cada una de sus experiencias—. Hay algo que me gustaría probar —admite, girando su cabeza involuntariamente por un tic— y, a mí realmente me gusta cuando... Me hablas sucio y m-me... dominas —lo último lo dice casi en un susurro, y el pelinegro no está seguro de haber escuchado bien, por lo que le pide que se lo repita—. Me gusta que me domines, que hagas lo que quieras conmigo —exclama, cubriendo sus ojos y queriendo que la tierra se lo tragara—. E-es suficiente de mí. ¿A ti que cosas te gustan, Tucker? —le devuelve la pregunta, intentando que el bochorno que sintió segundos antes se desvaneciera.

—Bueno, me gusta cuando tienes algo de iniciativa... también... —desvía la mirada sonrojándose un poco— t-tus muslos me encantan, quizás podría tener un fetiche con ellos —traga saliva, avergonzado, un sudor nervioso recorriendo desde su frente hasta su mentón— y puede que un poco eso del sexo en público, ¡p-pero! ¡por favor no pienses que soy un pervertido! Si eso a ti no te gustó, no hay problema, no tenemos que repetirlo —le aclara, haciendo contacto visual después de haber comenzado esa charla, y ambos pueden ver en sus caras la pena del otro.

Se quedan con la cabeza agachada, en un silencio vergonzoso por imaginar un montón de situaciones. Tweek, que se dejó llevar por sus fantasías, se percató de que se estaba excitando. Tomó una bocanada de aire, apretando las piernas y sobándose los muslos para calmarse, acción que no pasa desapercibida por el otro, quien habiéndose recuperado del pudor, sonríe juguetonamente al deducir el porqué de sus acciones.

—¿Qué? ¿Te estas poniendo duro? —se inclina para susurrarle al oído, y Tweek se cubre ambas orejas con sus manos, apartándose de él.

—E-es de día y tu mamá está en casa, déjame tranquilo —le pide, señalándolo con el índice, pero mirar la forma en que el otro lo observa de arriba abajo, casi comiéndoselo con los ojos, puede con él. Pasa saliva, desviando la mirada y abrazándose a sí mismo en busca de algo de protección.

—Solo por recordar las veces en que te he follado, o imaginar todo lo que te haré. Mira lo duro que estás —Craig se acerca lentamente, acariciando el bulto que comenzaba a crecer entre las piernas del rubio. Tweek retrocede hasta que llega a una pared y cierra los ojos cuando se ve acorralado.

Siente a su novio acariciarle la cintura, y sus respiraciones cálidas chocando contra su cuello sin llegar a hacer contacto. Se estremece, soltando un gemido por la oleada de excitación que recorre su vientre.

—Te odio, Tucker —se queja, y Craig le besa la piel, chupando hasta que sube por su rostro y llega a sus labios.

—¿Por qué? Sólo estoy cuidando a mi niño bonito —él se excusa con un tono de voz fingidamente inocente, bajando su diestra para meter su mano entre la ropa y acariciar el miembro del más bajo, notando que estaba húmedo y pegajoso por el líquido preseminal. Tweek se cubre la boca para cubrir otro quejido.

El más alto baja la ropa del otro hasta que su miembro está expuesto. Se ve rosado, palpitando, y Tweek se cubre el rostro con el antebrazo. Craig se toma un momento para observarlo, admirando la manera en que se contrae y chorrea sólo por él, y sonríe. Desciende lentamente, arrodillándose y comenzando a lamer su pelvis, ignorando su erección por completo. Siente las manos de Tweek aferrándose a su chullo, ve cómo mueve sus caderas, y Craig se burla bajando hasta sus muslos y dejando algunos chupetes.

—En serio me gustan tus muslos —dice, como halago, abrazando su pierna, dando suaves besos y caricias a su blanca y sensible piel, que se erizaba y enrojecía conforme apretujaba.

—Craig, Craig, por favor hazlo —gime su nombre, sintiendo sus ojos lagrimeando por la falta de estimulación.

Y Tucker, piadosamente, comenzó a lamer la longitud, rodeando con su lengua el glande y comenzando a succionar. No tenía mucha experiencia chupando polla; le había hecho oral a Tweek unas cuantas veces, dándose a sí mismo una bofetada mental por todas esas veces en que pensó que jamás haría algo parecido. Él estaba más que encantado de complacer de esa forma a su novio y escucharlo gemir de esa manera.

Cuando nota que las piernas de Tweek comienzan a temblar y sus gemidos se vuelven cada vez más melodiosos, lo alza para dejarlo sentado en la orilla de su cama, él hincado entre sus piernas. El ritmo que llevaba era suave, tranquilo, pero escuchar la forma en que el otro intentaba contener sus ruidos lo volvía loco. Tenía que hacer que terminara pronto si no quería tener una erección también.

Comenzó a succionar con más ímpetu, sabiendo que estaba cerca por la manera en que se sacudía y con sus manos lo acercaba más a su cuerpo, ayudándolo a llevar el ritmo. Meció su cabeza de arriba abajo, rápido, tomándolo por completo y escuchándolo volverse loco hasta que llegó. Se ahogó un poco cuando lo recibió en su boca, pero lo tragó todo y acomodó las prendas del otro con cuidado. Tweak se había recostado en la cama con los ojos cerrados, recuperando el aliento con la boca abierta y las mejillas rojas.

—Qué bonito te ves —Craig acaricia la mejilla de Tweek, quien aún estaba sensible y sólo abre los ojos en respuesta.

—Oh, cállate —jadea, soltando un suspiro después, una vez que pudo controlar su respiración.

Ambos se quedan en un silencio cómodo por un momento.

—¿Quieres jugar un videojuego? —propone el moreno.

—Sí, sólo dame un segundo —Tweek le pide, acurrucándose sobre la cama, pero Craig se avienta encima suyo, sabiendo lo perezoso que podía llegar a ser su novio a veces, y le hace cosquillas.

—No te dormirás, bebé —advierte, moviendo sus dedos bajo sus axilas provocando al otro estallar en carcajadas antes de escuchar un grito diciendo "intento dormir" de parte de Laura.

Ambos chicos se sonríen con complicidad.

Café CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora