Tocarte con los ojos vendados y música de fondo

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A Moa y a mí nos gustaba experimentar. Yo siempre venía con cosas nuevas a la hora del sexo que terminaban gustando y produciendo mucho placer, sobretodo para ella.

Estábamos solas en mi casa, mis padres se habían ido de vacaciones y Himeka estaba en Dios sabía donde con algunas amigas. Agradecía internamente por eso porque tenía nuevos planes para mi koala y estaba emocionada por ponerlos en práctica; Moa obviamente no tenía idea de nada y prefería que siguiera así.

-¿Qué haremos hoy mi amor?- ella se sentó en mis piernas y me abrazó por el cuello.

-Es una sorpresa- sonreí y la abracé por la cintura -Pero estoy segura que te gustará muchísimo-

-¿Alguna pista?- se puso a jugar con mi cabello.

-Incluye los ojos vendados- dije simplemente y le besé el lóbulo de la oreja.

-Me gusta- sonrió y mordió su labio inferior.

-Mientras tanto deberás esperar- llevé mis manos a los bolsillos traseros de sus jeans -Si eres buena puede que lo hagamos esta misma tarde- comencé a dejar besos en su cuello.

-¿Ah si?- su voz se había vuelto ronca y su respiración era lenta.

Asentí, disfrutando del contacto y la cercanía, me gustaba mucho estar así con ella.



...



Durante la mañana no habíamos hecho gran cosa y la verdad estaba ansiosa por lo que haría. Moa también estaba ansiosa, se mordía el labio con bastante frecuencia y sus ojos desprendían curiosidad y deseo.

-Vamos a la habitación mi amor- le extendí mi mano y la besé antes de ir en silencio.

Le abrí la mano y, después de echarle un vistazo, entre detrás de ella y cerré la puerta.

-Hay que ambientar un poco- encendí el parlante inalámbrico y puse Måneskin a un volumen lo suficientemente alto para que los vecinos no escucharan. Sonreí y me acerqué a ella.

-¿De qué trata todo esto?- preguntó mientras me abrazaba por el cuello.

-Ya lo descubrirás- la besé con pasión y nos fuimos a tropezones a la cama; cuando cayó sobre el colchón, me puse sobre ella y busqué en el cajón que tenía detrás, saqué la corbata de mi viejo uniforme escolar y sonreí -Necesitarás esto- se lo até a los ojos.

-¿Para qué la corbata?- preguntó mientras yo verificaba que no estuviera tan flojo ni tan ajustado.

-¿Cuantos dedos ves?- ignoré su pregunta y puse cuatro dedos a la altura de sus ojos.

-¿Dos?- suspiró y tiró al azar.

-Perfecto, no ves nada- sonreí y acaricié sus piernas.

-¿Me puedes responder?- sonrió y puso sus piernas entre las mías.

-No verás absolutamente nada y...- esta vez saqué un pañuelo y le até las manos -Tampoco vas a tocar-

-Así que ya tenías todo preparado- asintió y se humedeció los labios.

-Sipi- besé sus labios -Por lo tanto estás a mí merced-

Ella no dijo absolutamente nada más y la besé con amor mientras ponía sus manos sobre su cabeza. La música seguía sonando, lo que agregaba sensualidad y un estilo de prohibición. Bajé mis manos hasta su pecho y me puse a desabrochar cada botón con lentitud.

-Suzuka- susurró cuando sintió mis labios dejar los suyos e ir a su pecho.

-Cállate y disfruta bebé- dije contra su piel y seguí repartiendo besos -Por esto me agrada que no lleves sostén, hace mi trabajo más fácil- al desabrochar por completo su camisa, la abrí, dejando su torso desnudo a la vista y lo observé con placer. Su pecho subía y bajaba con lentitud, su abdomen marcado se contaría con cada respiración.

-Eres perfecta- era la verdad, acaricié su cintura y vi como su piel se erizaba; sus senos eran del tamaño perfecto, tenía la figura de una diosa, unos abdominales de infarto... Y todo eso era mío y podía disfrutarlo.

Sin decir nada más, seguí besando su torso, disfrutando más que nada de sus senos y sintiendo sus pezones endurecerse ante mi tacto. Moa hacía esfuerzos para liberarse de las ataduras y su respiración era rápida; tomé sus senos y me llevé sus pezones a la boca y succioné con fuerza como si de un bebé se tratara y escuché a Moa jadear con fuerza mientras les daba la atención debida con mi lengua y labios. Después de que quedaran rojos y duros, seguí bajando, dejando besos y mordidas por su abdomen, hasta llegar a sus jeans.

Me detuve y me quedé mirando a Moa; tenía la boca entreabierta mientras jadeaba, los músculos de sus brazos sobresalían debido a la fuerza que aplicaba para tratar de liberarse del pañuelo, su cuerpo brillaba gracias a la capa de sudor que lo envolvía, su camisa parecía una manta en la hierba en un día de primavera. Sonriendo ante la imagen tan sexy que esa escena representaba, le quité los jeans de un tirón y me puse entre sus piernas.


-Veamos que esconde esta molesta prenda- le quité la tanga que llevaba y me relamí -¿Tan mojada estás ya Kikuchi? Y apenas y disfruté de tu ardiente cuerpo-

-Sabes como me pones- Moa tenía las mejillas rojas y su cuerpo temblaba de placer.

-¿Como te pongo?- puse dos dedos contra su entrada y comencé a moverlos en círculos, apenas metiendo la punta de los dedos.

-Me excitas con tus toques, tus labios- pequeños gemidos habían empezado a salir -Provocas que mi cuerpo queme de deseo-

-Buena respuesta corazón, ahora te haré tocar las estrellas con los dedos- cambié de posición, puse mi cabeza entre sus piernas y tomé entre mis labios su clítoris, succionando y lamiendo. Recibí un fuerte gemido de su parte y, aún concentrada en mi trabajo, vi como las ataduras cedían justo cuando Moa arqueaba la espalda de placer. Sonreí e introduje dos dedos dentro de ella en el momento en el que me tomaba del cabello.


-Suzuka- le costaba hablar debido a sus gemidos -Dios mío, no pares-


Dejé mi trabajo oral sobre su clítoris y seguí penetrándola con los dedos mientras le quitaba la corbata.


-Mírame mi amor- aumente la velocidad y me agarré de la cabecera de la cama para no perder el equilibrio.

-Mierda- me miró con esfuerzo y, Dios mío, que sexy se veía así.

Volví a besarla mientras la velocidad de mis dedos aumentaba y Moa se aferraba a mis homóplatos con fuerza, clavando sus uñas. Gruñí contra sus labios y mordí su labio inferior.

No tardó mucho en llegar al orgasmo; sentí como se apretaba alrededor de mis dedos mientras aquél líquido bañaba mis dedos. Moa se desplomó en el colchón como una muñeca de trapo.


-Debemos trabajar en tu resistencia mi amor- besé su frente y saqué mis dedos con suavidad -Un orgasmo nada más y quedas rendida-

-Tú mandas mi resistencia física al carajo- Moa trataba de recuperar aire -¿Por qué siempre te mueves tan bien?-

-Quiero que mis chicas disfruten del placer como se debe- le guiñé el ojo y acaricié su abdomen.

-¿Tus chicas?- arqueó una ceja y me miró divertida.

-Ajá- asentí -Tus senos y tú-

Su risa llenó el ambiente y me golpeó en el hombro.

-No tienes remedio Nakamoto Suzuka- se cubrió con las sábanas como pudo y me dio la espalda.

Sexo, alcohol, drogas y Rock & RollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora