Cap 6.

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– ¡¿te bebiste todo?! —escucho la voz molesta de mi hermana.

– pensé que era agua... —dije con vergüenza, mientras aún lloraba.

– y Yamada te dejó aquí sola... —ella miró con molestia la silla que ocupada Yamada— no llores, estoy aquí...ese chico es un tipo de lo peor, mira que dejarte sola así, te sentiste muy sola, ¿verdad?... —y empezó a acariciar mi cabeza como a un perrito.

– n-no...el... —las lágrimas seguían bajando por mis mejillas.

– ...llamaré a Momo para que venga por nosotras, necesito ayuda para llevarte...

– pero...Akane... —las palabras no salían bien de mis labios, no como quisiera— *Yamada fue a comprarte curitas...*

– nos iremos a mi casa, ¿bien? —la vi marcando en su celular.






No pude decir nada más, Akane no me entendía, y maldecía por dentro haber bebido de ese baso, porque por eso no podía hablar bien...

Pero en cuanto miré hacia la entrada del bar, vi a Yamada entrando con una bolsa en mano...

No se por que me alivió tanto verlo...

Si fue por que así Akane se retractaría de sus palabras hacia el...

O por que me alegró que volviera, y no me hubiera dejado sola en verdad...

Pero mis lágrimas se salían solas, no podía detenerlas...

Mucho más ahora que había aceptado mis sentimientos por el...






– Kinoshita-san... —Yamada me miró un poco confundido— ¿por que lloras?...

– ¡tu! —Akane lo miró con molestia.

– ¿yo? —este no entendía.

– ¡la dejaste sola!, ¡ella odia estar sola!... —ella lo regaña.

*...en realidad ya superé ese miedo hace mucho...* —me levanté como pude de mi lugar y obligué a mi hermana a sentarse.

– ¿que haces? —ella me mira confundida.






Miré a Yamada intentando dejar de llorar, pero el no parecía entender nada aún...






– s-su...e-ella...su to-to... —el llanto impedía que hablara bien y eso empezaba a fastidiarme, cerré los ojos con fuerza sintiéndome tan estúpida— *¡¡entiéndeme por favor!!*

– bien... —lo escuché decir esto, y abrí los ojos lentamente.




Lo vi sacar de la bolsita algo, y luego ponerse en cuclillas frente a Akane...

Era la curita...

Se la puso en el tobillo tranquilamente, sorprendiendo a mi hermana...

Debería aliviarme por que mi hermana ya no sangraría...

Debería agradecerle a Yamada por su gesto amable...

Debería...
...

...

...
Debería no sentirme tan celosa al verlo hacer eso por ella....




– ...¿lo compraste tu?... —Akane aun estaba sorprendida.

– ...si... —respondió Yamada.

– ¿por tu propia voluntad? —preguntó nuevamente.

– si... —el me miró de reojo al decir esto— ...supongo...

En Línea...||Akito Yamada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora