Un quejido alertó a William. Trató de ver algo entre la oscuridad, pero fue en vano y sabía bien que no estaba solo en la celda.
—¿Alguien me escucha? —preguntó una voz que se quebró en el acto. Pertenecía a un hombre mayor que casi no podía respirar.
William dudó un rato en contestar. Podría tratarse de algún macabro juego por parte de las brujas o simplemente ya estaba alucinando.
—¿Alguien... ? —volvió a repetir aquella voz rota.
El joven comprendió que no era su imaginación y que, al igual que él, era probable que ese anciano fuera prisionero de la secta de dementes.
—Lo escucho —dijo él y se guió por la voz del anciano—. ¿Puedo ayudarlo en algo?, ¿lleva mucho tiempo aquí?
—Cometiste un grave error. Ellos no acostumbran a tener prisioneros. Eres el primero en muchos años.
—¿A qué se refiere? Usted es un prisionero —dijo William confundido mientras trataba de desatar la soga que amarraba al anciano al techo.
La oscuridad no ayudaba y los nudos tampoco, en varias ocasiones se ensartó las uñas en los dedos y debido al sudor era mucho más difícil separar esas sogas.
—No soy un prisionero —tosió—, soy su muñeco favorito. Perdí la cuenta del tiempo que llevo encerrado y jamás se cansa. Viene cada noche, descarga su ira en mí y me cura después, sabe que sería muy piadoso matarme.
William comprendía cada vez menos al sujeto y en su intento por liberarlo, pisó algo que lo hizo perder el equilibrio por un momento. Él se agachó para lanzar esa cosa lejos, sin embargo, su mano se topó con mucho cabello y unas piedras alargadas.
—No toques los huesos, le gusta que todo esté siempre en el mismo lugar.
¿El anciano dijo huesos?
Se levantó de golpe y limpió su mano reiteradas veces en su pantalón. Sus dedos aún podían sentir la textura de aquellos huesos y eso lo perturbaba. ¿En qué tipo de lugar estaba?
—No tardan en hacer el ritual, si tienes aunque sea una mínima oportunidad para escapar, hazlo. No tendrán piedad contigo.
William trató de ordenar su mente, cuando el ruido de la puerta hizo eco en el lugar. Estaba perdido y cuando esos entes diabólicos aparecían su razón se nublaba. Les tenía miedo y se maldecía por ser tan cobarde.
—Mierda, ¿qué haces en esa celda? Beck va a matarme si se entera que te metí junto al viejo.
Lif se acercó y lo sacó a rastras de la celda y William vio una oportunidad de escapar. Al fondo, la puerta estaba entreabierta y solo debía empujar a la chica para poder salir del oscuro lugar. El problema era la docena de seres deformes que custodiaban la puerta. Eran unas bolas de pelo negras del tamaño de un gato, con una infinidad de patas y una deformidad en el centro que parecía ser su cabeza. Una de estas voló hasta William y se lanzó sobre él. El joven la tomó con miedo entre sus manos y después de darle un rápido vistazo, encontró un rostro de bebé entre tanto pelo.
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Promesas De Un Traidor
ФэнтезиEn el convento Saint Ekavine, Janne vive recluida esperando su muerte, hasta que conoce a Josh y encuentra un motivo para pelear contra los espíritus que la atormentan desde que era niña. En Credoss, Poppy se acerca cada vez más a Lu, el nuevo pret...