Hasta ahora todo estaba saliendo bien, bueno al menos era lo que le gustaba pensar a Jaemin, estiró el cuello para mirar por el pasillo, pero todavía no podía ver o escuchar a Renjun aproximarse, llevaba horas en el baño, la última vez que se había acercado a la habitación para comprobar que no se hubiera ahogado en la tina, había descubierto que Renjun estaba tarareando mientras chapoteaba en el agua. Era increíble como algunas personas disfrutaban de pequeños detalles que otras personas podrían pasar desapercibidos, en lo personal, Jaemin jamás había utilizado la bañera para tomar un largo baño caliente, sus duchas siempre eran rápidas como su día a día por culpa de su trabajo.
Rindiéndose regresó la mirada a la salsa boloñesa que estaba preparando, no era un experto cocinero, pero su madre le había enseñado lo básico. Todo estaba muy silencioso, había optado por no poner música para estar atento por si escuchaba algún ruido, por si Renjun se caía o algo así, uno de los tantos consejos que le había dado Nancy y su amigo el doctor Lee Taeyong, era un cirujano pediatra, pero parecía muy versado en la discapacidad de Renjun. El tipo era demasiado alegre para su gusto, nada comparado con la seriedad de Nancy, no sabía cómo ellos eran amigos, pero Jaemin pensaba que al ser un pediatra era lógico que tuviera un aura más... alegre.
Como fuera, sus consejos hasta ahora le habían sido de utilidad. Había movido la posición de los muebles en su apartamento para que fuera más fácil para el chico, además al llegar le había más o menos dibujado el espacio en la palma de su mano y juntos habían contado los pasos para llegar a la habitación, al baño y a la cocina. Nancy le había dado también varios trípticos con mucha información sobre la discapacidad de Renjun, quería estar preparado para todo.
Lo sorprendente de todo esto es que olvidaba muy seguido sobre su discapacidad, en ocasiones sus hermosos ojitos se posaban en Jaemin que era fácil perderse en ellos.
Apagando el fuego de la estufa, estaba decidido a ir a comprobar que Renjun no se hubiera ahogado en la tina, después regresaría y terminaría de preparar el espagueti, su determinación fue interrumpida cuando el teléfono sonó.
—Hola Sicheng —miro el número del identificador de llamadas, era de la casa del Fiscal, así que sin dudas era su pareja el que llamaba, Jaehyun solo lo hacía cuando eran cuestiones de trabajo. El taciturno hombre llevaba eso al extremo de no querer tener amigos.
—Hola Jaemin ¿Cómo van las cosas? —Jaemin sabía que se refería a Renjun, miró el pasillo nuevamente, pero seguía sin escuchar nada.
—La situación sigue en amarillo hasta ahora —era la clave entre ellos, había entablado una buena amistad con Sicheng, era bueno que por una vez sus charlas no se centraran en el malhumorado y estresado Fiscal. Cuando Sicheng le mandaba un mensaje diciendo amarillo quería decir que tenían que estar alerta, naranja era precaución, y rojo... bueno hasta ahora no habían llegado a ese color.
—Solo ten paciencia Jaemin —dijo Sicheng, Jaemin bajó la voz para contestar, si algo había comprobado estos días era que Renjun tenía buen oído... y un buen olfato. Eso de darle a oler y probar cosas era divertido.
—Es como un ave, temo asustarlo —si Jaemin no tenía cuidado podría cagarla y el chico terminaría corriendo, y que lo condenaran si permitiría que volviera a terminar en las calles. Lo que había dicho en el supermercado era la verdad, Jaemin creía sinceramente en que si se lo proponía Renjun podría conseguir un empleo y llevar una vida como cualquier persona. Jaemin tenía la imperiosa necesidad de verlo de pie y valiéndose por sí mismo. Renjun necesitaba eso. no sabía porqué razón Renjun llegaba a sentirse menos que una basura. La respuesta sin duda estaba en su pasado, pero era demasiado pronto para que Renjun confiara en él.
—Me gustaría conocerlo —dijo su amigo. —Vendrás mañana ¿Cierto? —Jaemin maldijo, los días habían pasado tan rápido que no sabía ni en qué día estaban.