noble

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Sali corriendo en dirección al niño, mientras levantaba las manos y gritaba para llamar la atención de los pocos transeúntes que estaban en esa zona.

_ ¡Amo!, ¡joven amo!, ¡sus padres ya están en camino, el señor matara a los que osan tocarlo! _

Quizás exageré un poco con la expresión y la actuación pero no importó demasiado, esos tres niños se alteraron al escucharme y corrieron como cucarachas de la desesperación para esconderse.
Me acerque al niño que estaba hecho bola en el piso ocultando su rostro, a pesar de mis gritos no parecía querer regresarse a ver quién estaba ayudándolo, sentí lastima al verlo temblar pero no había tiempo para tratar de calmarlo o esos mocosos volverían y habrían dos bollos listos para amasar con palos en vez de uno.

_ Oye niño, tenemos que escapar, seguramente si no ven movimiento en un momento regresaran_

El niño levanto la cara y me sorprendí, retrocedí un paso por la sorpresa que me llevé.
Tenía medio rostro morado con marcas negras, era un niño pero daba algo de miedo su apariencia y esas extrañas marcas en la piel de su rostro regordete... Incluso uno de sus ojos parecía afectado por un golpe, ¿cuánto lo golpearon?, al verlo me moleste y el parecía temblar nuevamente mientras bajaba la mirada.

_ !¿Qué te hicieron?¡, tenemos que ir a la guardia real para que paguen, ¿eres un noble verdad? nos escucharán si es así_ parecía una uva.

Al darse cuenta que mi disgusto no estaba en él reaccionó y se regresó hacía mí con voz temblorosa.

_ No... no me lo hicieron ellos, es mio_ mencionó en voz baja. Pero está vez yo tenía miedo por lo extraño que eso sonó.

_ ¿Autoflagelación?_ ¿Estaba loco?

_ Mi padres, es decir... naci así, con esta maldición_ trato de explicase mientras lo negaba con la cabeza.

¿Maldicion?

Era verdad, estábamos en un mundo con mágia y bestias solo que no eran fáciles de ver y los magos eran muy preciados ya que aparecía uno cada décadas y eran llevados al palacio para servir a la corona apenas aparecían. Así que para los plebeyos ver esas cosas eran difícil, al menos en los eventos de finde año que se pagaba por un poco de mágia como entretenimiento y quizás una bestia a lo sumo en primavera pero no eran muy comunes.

Nunca había escuchado sobre una maldición, pero sabía de historias donde los magos más fuertes del reino podían colocarlas y posiblemente era su situación, ¿pero por qué un pequeño niño cargaba con una maldición? en ese momento solo pude pensar en una cosa.

_ ¿Es contagioso?_ tenía que ser un accidente, un niño no podía tener la culpa de llevar algo así, aunque si se trataba de su familia quizás tenía que ver con su apellido.

Se regresó y afligió la mirada, como si supiera que yo deseaba tomar el lugar de esos niños y tembló con más miedo que antes. Me molestó un poco ver sus pensamientos a través de sus expresiones.

¿Por qué piensa eso cuando acabó de salvarlo?. Se que no estoy siendo muy amable pero no tengo tiempo para esto, como si todos fueran a lastimarlo o como si me hubiera arrepentido de haberlo ayudado.

_ No... _ respondió angustiado y al borde de las lágrimas.

_ Genial, tenemos que irnos_ lo sujete de la mano y salimos corriendo del lugar, estaba segura de que no faltaba mucho para que esos niños regresarán. Lo lleve hasta la librería de la señora Marin que no estaba muy lejos de ese lugar, por lo menos se que no entrarían a la tienda a molestar aunque nos vieran.
Pase corriendo con el niño delante del mostrador y la señora Marin levantó la voz molesta al verme.

Mi dulce maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora