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Los salones para los sirvientes eran como cursos de estudio de la antigüedad, bancos de madera tipo atrio y pizarrones en medio de la clase y se alejaba del área de los nobles, como el área de servicio de toda mansión, pero  cuando íbamos en dirección a los salones de los nobles todo cambiaba, la academia de nobles estaba a la altura del un palacio.
Quizás no para los miembros de la presidencia pero habían becas para los estudiantes de bajos recursos entre los nobles como ayuda o reconocimiento y era lo que se le había entregado a la santa por su aporte al reino, incluso su habitación estaba cerca del de la cuarta princesa, algo que significaba un gran honor y distincion.

El trabajo duro era recompensado entre nobles y también el lujo en ese lugar llevaba a qué todos aspiraran a tener el reconocimiento de las grandes familias nobles o la realeza.

Con Nei siempre nos dirigimos a una esquina, allí había una pequeña mesa que usábamos ya que nadie tomaba las clases con Nei y la profesora no estaba muy contenta con su etiqueta así que esa parecía ser la mejor escusa para evitar que los demás nobles se sintieran incómodos con la presencia del hijo de los Garrens.

Ingresé detrás de Nei, siempre a uno o dos pasos detrás de él y en silencio, a decir verdad fingir ser un sirviente no era muy difícil y se convertía en una clase aburrida ya que sinceramente solo estábamos en silencio, pero de vez en cuando cruzabamos miradas o Nei disfrutaba de un té que había preparado para él en silencio si es que no habían burlas ese día.
Todas las miradas estaban en el hijo de los Garrens, estoy segura de que para él solo era una clase más perdida, después de todo no le agradaba a la tutora, Claudis Lebren, una noble de gran reconocimiento que le exigía demasiado a los hombres nobles, así que su posición y punto de vista en cuanto a etiqueta era muy bien vista.

Fuimos en dirección a la misma esquina de siempre y nos sorprendimos al ver a otro noble con su sirviente en ese lugar, Nei se acercó molesto.

_ ¿Qué haces en mi lugar?_

_ Ese ya no es su lugar joven conde _

La voz de esa mujer se escuchó cerca nuestro y vimos a la señora Lebren no muy lejos, marcos finos que resaltaban su mirada firme y dura, alguien que parecía molesta pero podía ver el rubor en sus mejillas ante la presencia del joven Garrens.

_ Puede sentarse adelante con su majestad, tiene su invitación el día de hoy y a partir de la próxima clase estará en el área principal _

El barón no estaba muy lejos con su sirviente y otros nobles.

El segundo príncipe se acercó y lo observó.

_ ¿Por qué no nos acompaña baron? _

_ Es un honor su majestad _

Mientras el príncipe heredero mostraba una gentil sonrisa al igual que el baron, Nei parecía molestó de tener que sumarse al grupo, al igual que los otros sirvientes solo estaba parada atrás y solo debía preparar el té de Nei a su gusto.
Las cosas estaban cambiando pero mi función era la misma, sin conversar con los nobles al menos de que sea para hablar de algo de importancia de los alimentos o un noble me dirija la palabra.

La comida y aperitivos era algo que se daba en el establecimiento por chef que se contrataban, pero el té quedaba a cargo de los sirvientes, al igual que la comida se le entregaba una lista a la cocina y era lo mismo para los ingredientes del té, pero son los sirvientes quiénes deben preparar él té a gusto de su señor, aún así, la mayoría de los ingredientes lo traía de la huerta en la mansión o de la cabaña. No tenía que cocinar y no le servía demasiado a Nei así que era lo mínimo que podía hacer, además tenía mucho de lo que me gustaba y me apasionaba que compartía con mi padre en cuanto a hierbas y plantas, si no se cultivaba en la mansión podía ir al campo a buscar las hiervas silvestres.

Mi dulce maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora