Al día siguiente fuí en dirección a la iglesia tratando de ser más cuidadosa que nunca, llegué a las puertas principales y pude ver a Leonel esperando en frente. Me permitió ingresar a la iglesia y después cerró en la puerta a mis espaldas quedando Leonel fuera del lugar.
El chirrido de esa gigantesca puerta cerrandose a mi espalda y haciendo un eco al final en ese lugar sombrío y silencioso me dió una sensación de inseguridad. Me quedé sola adentro de ese lugar o eso creí al principio porque cuando me regresé vi a su majestad delante del altar del Dios de ese mundo.No podía negar que estaba un poco ansiosa y tenía algo de miedo por la forma en la que estaba escrita esa carta pero cuando me acerque su majestad se regresó con una encantadora sonrisa, es claro que no carga con un gran pesar o remordimiento. Se que se lo prometí a Nei, pero no puedo seguir ocultándome si es una orden directa del príncipe heredero, aunque conociendo a ese tonto me diría que lo haga igual.
Su porte, su apariencia es similar al Dios que conquistó y gobernó el reino de Clemont por años hasta que se mencionó que regresó al cielo dejando a sus hijos mezclados con la sangre de los hombre que caminaban sobre este mundo para que gobernaran.
La apariencia del segundo príncipe se consideraba entre las personas como la encarnación del Dios Laica por su increíble parecido.Su voz llena de clama y tranquilidad se escuchó con claridad.
_ Bienvenida señorita Diani, gracias por venir en mi encuentro_
Me incline ante él.
_ Es un honor su majestad el sol del imperio_
_ A está hora no hay nadie en este lugar, así que podremos hablar tranquilamente_
Se regresó en mi dirección, mientras que la imagen del Dios en el gigantesco vitral que estaba detrás iluminaba todo el lugar y él extendió la mano para que subiera los tres escalones que me separaban de él, hice una pequeña reverencia y acepte su mano colocándome a su lado, su majestad volvió a hablar
_ A decir verdad es mi lugar favorito en este establecimiento, vengo cuando quiero descansar un poco_
_..._
Nadie debería ingresar en ese lugar y en ese horario, ni siquiera los estudiantes, pero supongo que tratándose de la familia real, estaba permitido.
Debo admitir que era fresco pero no había tanta luz o por lo menos lo que había pasaba por los vitrales de colores lo hacía mágico y colorido, aún así, no era agradable para una buena lectura si no más bien para perderse en los pensamientos de uno mismo, para a estar a solas o posiblemente gracias al sonido, cantar una bonita canción, para escuchar la voz de la misa o el coro del lugar, dudo que su majestad se pusiera a cantar en ese lugar así que es claro que va para meditar.
_ ¿Cree en Dios señorita Dinai?. No la he visto practicar mucho de la iglesia, pero uno nunca sabe, quizás me equivoque _
He orado y hecho los rezos de ese reino, pero no soy una creyente realmente del Dios Laica de Clemont, el fundador del reino y padre de los primeros grandes magos.
Solo participo cuando los Garrens van al templo o de las donaciones del templo, después de todo los siempre fueron a pedirle a su Dios por la maldición de Nei, quería creer en el Dios de este mundo pero no hubo una respuesta a mis plegarias en aquellos tiempos.
Mire mi mano, después de todo fué por el pedido egoista del padre de la iglesia en la capital que insistió en que la condesa asistiera a esa estúpida misa.Despues de eso perdí las esperanzas o mí fé, solo me aferre al destino, qué fuera parte de una historia o que simplemente las personas desaparecieran y nos dejarán en paz, sentimientos de odio y resentimiento fué lo que alimenté.
Lo mejor era decir la verdad, así que lo negué con la cabeza.