CAPÍTULO 8

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-¡__________, levántate ya!- gritó.

Me removí entre las sábanas y no hice intento alguno por abrir los ojos.

-¡Bestia!- volvió a golpear la puerta- Eunwoo vendrá en cualquier momento. ¿Eunwoo? Abrí los ojos, completamente despierta y aventé las sábanas hacía un lado. Salí de la cama en un santiamén y abrí la puerta. Liv corría de un lugar a otro en busca de algo.

-Yo creí que no te levantarías nunca- farfulló.

-¿Qué buscas?- pregunté.

-Mi bolsa, puedo jurar que la deje aquí- apuntó al sofá.

Miré el reloj, faltaban veinte minutos para las seis de la mañana. ¿Cuánto tiempo se tardaría Eunwoo en llegar?...

¿Por qué me pregunto eso?

-Busca en tu cuarto, Liv- musité. Ella me miró y salió corriendo a su habitación. Dos segundos después llamaron a la puerta.

-_________, por favor abre- me gritó Liv desde su habitación.

Caminé perezosamente hasta la puerta y la abrí. Lo que vi me deslumbro por completo.

-Buenos días- me sonrió y aquella fierecilla enjaulada saltó de un lado a otro en su pequeña cárcel.

-Buenos días, Eunwoo- le devolví la sonrisa.- Pasa.

Le abrí camino y me le quedé mirando mientras pasaba a mi lado, llevaba puesta una chaqueta negra al igual que jeans que traía, por dentro de la chaqueta se alcanzaba a ver una camisa en tono azul. Usaba unas gafas de sol que le daba un aspecto más comercial a su rostro, parecía de esos modelos que sólo ves en televisión.

-Bonita pijama- musitó mirando mi atuendo.

Enrojecí hasta los huesos y me mordí el labio inferior, completamente apenada. Nadie, excepto Liv, me había visto en pijama.

-Gracias- murmuré.

-¿Dónde está Liv?

-En...

-¡Aquí!- la interpelada salió de su habitación con la bolsa en mano y me interrumpió.

-Hola, preciosa- dijo él y luego se acercó para besarla.

Desvié mi mirada, dándoles privacidad y me escabullí hasta mi cuarto. Privacidad, ¿eso quería darles? O sólo quería calmar a la fierecilla que de pronto se sintió incómoda.

Me vestí rápidamente y me hice una coleta.

-¡_______! Debo irme- gritó Liv, desde algún lugar cercano a la puerta.

Salí del cuarto no sin antes tomar mi cámara fotográfica.

-Te ve más tarde, espero se diviertan- dijo-. Los amo, a los dos.

-¡Suerte!- dije, pero ella ya había cerrado la puerta.

Miré entonces a Eunwoo, quien se encontraba parado mirándome.

-Creí que nos íbamos a ir en pijama- musitó, divertido al notar mi cambio de ropa.

El rubor corrió de nuevo por mis mejillas y bajé la cabeza.

-Muy gracioso- musité. Él rió.

-¿Entonces... quieres que nos vayamos ya? El camino no es muy corto.

-Claro- sonreí y él me hizo seña de que saliera del departamento.

Tomé mi bolso y me lo crucé por el cuerpo, echando allí mi cámara; luego él me abrió la puerta y me dejó pasar primero. Se deslizó después hacía mi lado y caminó junto a mí, su perfume, mezcla de miel y frutas tropicales se introdujo en mi nariz.

-¿Escaleras o ascensor?- preguntó.

-Escaleras, es el tercer piso- decidí.

Sonrió como si le hubiera gustado mi elección.

Esperó a que yo me adelantara y luego me siguió muy cerca. Cuando salimos del edificio, caminé hacia la derecha, muy decidida.

-¿A dónde vas?- preguntó Eunwoo y me giré a mirarle, entonces me di cuenta de que ya no me seguía sino que estaba parado y reía.

-Pues, a tomar un taxi o un autobús- me encogí de hombros, confundida.

Él rió con ganas y sus carcajadas atronaron en mis oídos como la entonación de una cascada al caer al lago. No comprendí qué le resultaba tan gracioso y fruncí el ceño.

-No pensarás que tomaremos un taxi hasta allá, ¿verdad?- dijo, medio serenado-. Porque si es así, no creo que tengas el dinero suficiente como para pagar el viaje, recuerda que no está muy cerca el lugar- rió de nuevo-. Y no hay autobuses hasta ese lugar a menos que tomes dos o tres. Me quedé en silencio y relacioné sus palabras con sus acciones.

-¿Te estás burlando?- volví a fruncir el ceño.

La carcajada melodiosa que aún salía de su garganta enmudeció, y su rostro se volvió serio y cauteloso.

-No- dijo.

-¿Entonces, por qué te ríes?- enarqué una ceja.

-Porque me pareció un poco... gracioso- aún bajo las gafas de sol, su expresión era como la de un niño que es regañado por su madre.

-Para mí no es gracioso- dije, severa pareciendo enojada.

-Lo siento, yo...

Estallé en fuertes carcajadas interrumpiendo su disculpa y se me quedó mirando, extrañado.

-¡Caíste! Creíste que me había disgustado- alcancé a soltar entre risas.

Su rostro dejó la seriedad y precaución y se dibujo en el una bella sonrisa.

-Eres mala- musitó y luego rió.

-Sólo a veces- reí-. Pero bueno, ya hablando en serio, ¿en qué nos vamos a ir?- inquirí.

‧₊˚𝑴𝒂𝒏𝒖𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐‧₊˚ || Cha Eunwoo || ADAPTADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora