CAPÍTULO 10

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-N-no- mentía, pero tampoco quería que él pensara que era una cobarde, aunque lo era.

Él volvió a reír.

-Ven, no tengas miedo, esta cosa es muy segura- me extendió la mano para que yo la tomara y su cálido tacto era algo que no podía rechazar jamás.

Me tomó de la mano, sujetándome fuertemente y haciéndome sentir completamente segura, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado como el aliento frío que sale de la boca y no tarda más de tres segundos en desaparecer.

Caminamos un poco más y rentamos un par de bicicletas, él iba a mi lado mientras paseábamos por el largo puente de Seongsu, de vez en cuando Eunwoo me miraba, y en su mirada había una ternura que brillaba, ese par de ojos me brindaban una auténtica protección con el resplandor que soltaban. Nos detuvimos un momento.

-¿Estás bien?- preguntó y su voz me llenó de dulzura.

-Perfectamente- musité, atontada.

Me sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estómago y flotaran en el.

Miré hacia arriba, sintiéndome más segura que hace unos momentos y me topé con un cielo grisáceo. Luego miré hacía mis lados, de un lado el precioso río y del otro un parque. Oía el murmullo de las personas de nuestro alrededor, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mío.

-¿Sabías que el río Han tiene un papel muy importante en la historia de Corea?

-No en realidad.

- Bueno pues los tres reinos de Corea lucharon por controlar esa tierra, donde el río era usado como ruta comercial hacia China vía el Mar Amarillo. Además el río nace de la confluencia del río Namhan y del río Bukhan, el cual se origina en la montaña de Geum en el norte.

-Interesante.

- Y además es muy común venir a hacer picnics en los parque que lo rodean.

Me reí encantada por su brillante explicación.

-¿Por qué te ríes?- preguntó, divertido.

-Porque pareces de esos maestros de colegio y me haces sentir como alumna.

-geuleohdamyeon naneun neoui seonsaengnim-i doeeo gippeuda.- rió.

No sabía que había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento coreano adornaba su melodiosa voz de terciopelo y hacía que las burbujas en mi estómago se agrandaran más.

-Tendré que aprender coreano- mascullé.

El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, apartando la brisa de la gélida mañana.

-Lo que dije fue: Que entonces, estoy encantado de ser tu profesor- dijo- Y si quieres, puedo enseñarte coreano también.

-Me gustaría- mi sonrisa se volvió tímida y oculté el rubor debajo de la sombra de mi gorra.

Eunwoo no sólo era un adonis en persona, sino que ¿tenía que resultar tan terriblemente encantador también?

Tomé la cámara fotográfica y saqué un par de fotografías del lugar, por accidente o casualidad, mi lento capturó también el bello rostro de oro que tenía a mi lado.

Retomamos el viaje y regresamos al lugar dónde habíamos rentado las bicicletas, para volver caminando.

Cuando bajamos del puente, el estómago me rugió de hambre, recordé entonces que no había desayunado ni tomado nada. Até mis brazos al rededor de mi barriga y rogué porque mi estómago se callara.

-¿Tienes hambre?- adivinó Eunwoo.

Hice un mohín por haber sido descubierta y luego asentí sin decir nada, completamente apenada.

-Conozco un buen restaurante aquí cerca, ven- me sonrió, emocionada. O al menos eso era lo que parecía y me hizo seguirlo.

Dirigí una mirada al auto plateado y Eunwoo volvió a adivinar mis expresiones.

-No está tan lejos, podemos ir caminando, ven- me sonrió de nuevo y esa sonrisa ató una cuerda a mi cuerpo, obligándome a seguirle hipnotizada.

Apresuré mi paso y llegué hasta su lado, me sentía... tonta; él parecía un modelo de revista y yo... una adolescente común y corriente; pero aquello no me impidió caminar junto a él. Yo lo consideraba un privilegio y no sabía porque.

‧₊˚𝑴𝒂𝒏𝒖𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐‧₊˚ || Cha Eunwoo || ADAPTADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora