𝟗. 猟 𝐡𝐮𝐧𝐭𝐢𝐧𝐠

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Junhui despertó con el sonido de la alarma que puso en su celular. Se agitó, levantando la cabeza desde el futón en dónde se había recostado.

Mientras se encontraba recargado en la pared y sentado, observando a su hermano que seguía sin despertar pero al menos la fiebre le había bajado, Junhui se sintió muy somnoliento y decidió que para esperar a la noche lo mejor sería tomar una siesta.

No había descansado la noche anterior, así que en cuanto se acomodó a un lado de Minghao y puso la alarma para las 20:00 de la noche, cerró sus ojos y cayó dormido de inmediato.

El sueño llegó a él como un velo negro, su cuerpo y sus sentidos se relajaron y no despertó hasta que la alarma sonó y el cielo oscureció. Minghao seguía dormido y en la misma posición, recostado hacia arriba, ya sin la toalla húmeda en la frente, pero aún sin parecer despertar.

Eso no era normal, pero Junhui no podía despertarlo en esos momentos. Lo mejor era que su hermano siguiera así; de esa forma le parecería más fácil a él cumplir el trato que hizo con el demonio.

Tenía que jugar al escondite, era la única manera, y aunque pretendiera que funcionaría, Junhui no era tonto. Sabía que estaba jugando con fuego, o en este caso, con la niebla, que era peligrosa y engañosa.

Pero no tenía otra opción.

Se colocó en sus rodillas y tomó la máscara, dejando su peluche de gatito a un lado de su hermano. Se aseguró de que Minghao no tuviera fiebre y cuando confirmó que no era el caso, le dió un beso en la frente.

—Voy a hacer todo lo posible para que podamos salir de aquí.

Susurró y se puso de pie, cerrando los ojos y soltando un suspiro. La habitación estaba oscura, pero la dejó así. Tomó su celular y lo guardó en el bolsillo. La recepción no llegaba, pero necesitaba luz si iba a entrar en el bosque.

No quería buscar una linterna en el templo, saldría directamente por unas de las puertas sin cruzar el santuario.

No dejó una nota para Minghao, porque el prospecto de que algo podría salir mal lo asustaba. Junhui ya tenía suficiente miedo para añadir más.

De todas formas estaba decidido, caminando por los pasillos con el corazón latiendo cada vez con más rapidez, poniéndose frente a la puerta shoji y abriendola con una mano insegura, pero que no se resistió a su orden.

Afuera estaba tan oscuro cómo imaginó, aunque la luz plateada de la luna era buena iluminación. No había niebla frente al templo, pero Junhui la podía percibir más allá, alzada, esperando que él entrara en el bosque para desaparecer en ella.

Pero así cómo podía esconderlo a él, otras cosas podrían desaparecer de su vista, esperando el momento oportuno para acercarse a él. Quién sabe las cosas que podría hacerle el demonio si no jugaba limpio o lo atrapaba antes de que pudiera poner los pies en la tierra y correr.

Junhui salió y cerró la puerta tras de sí para comenzar a caminar por la plaza frente al templo. El aire se sentía pesado y tuvo que respirar profundamente, mientras avanzaba derecho hacia la puerta torii, alta y roja, brillando bajo la luna.

Caminó hacia ella, sin prisa. La noche apenas había caído y recordaba bien el juego. No era un escondite común y corriente. Se trataba de no dejar de moverse y huir de cada cosa y sonido que se viera o escuchara en la niebla.

Esas eran las reglas, utilizar la máscara y esconderse en cuanto vieran o escucharan algo extraño.

Los niños solían jugar por separado y no se hablaban entre ellos en el juego, ya que los adultos les habían dejado algo muy claro: el uso de las máscaras no era simplemente para esconder sus identidades, los demonios también formaban parte del juego.

El Festival de los Demonios (WonHui/GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora