𝟏𝟐. 約束 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐞

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Minghao se quedó sorprendido cuando vio a Akaoni en su forma de hombre sin aquella máscara, revelando su rostro a él. Le parecía familiar extrañamente, aunque no sabía de dónde.

El demonio era atractivo, eso lo pudo notar Minghao aunque tuviera desconfianza y molestia con el espíritu que lo había traído hasta ahí y alejado de su hermano y de su vida normal. Era un detalle evidente y más por aquella sonrisa de caninos prominentes que Akaoni, no, Mingyu, le dió.

—Así que, Minghao, eres mío y al fin te tengo para mí después de tanto esperar.

Dijo con una voz ronca y seguro de sí mismo. Era un demonio a fin de cuentas, podía hacer lo que quisiera con él.

—¿Qué me pusiste en la pierna? —preguntó Minghao, señalando la espiral roja que seguía moviéndose en la piel de su pierna en dónde el okami lo había mordido.

—Es mi marca. Mientras la tengas no podrás alejarte mucho de mi territorio —respondió Mingyu tranquilamente, cruzándose de brazos. Aún seguía con su distancia ante Minghao, el cual lo agradeció internamente.

—¿Tu territorio? —preguntó el joven.

—La montaña es tierra de demonios —Mingyu sonrió—. De Kuroni y Akaoni, nosotros los jefes.

¿Cuántos demonios había aparte de ellos dos? ¿O se refería a que eran jefes de otros espíritus? Había muchas cosas que no se trataban en los libros viejos de Yabbay.

—¿Por qué...? ¿Qué vas a hacer conmigo? —hizo esa pregunta, ya que no podía huir o luchar contra esa criatura que parecía un hombre normal casi como él. Pero Minghao recordaba que era un oni, eso no lo podía olvidar.

La sonrisa de Mingyu se ensanchó y se encogió de hombros.

—Primero tomaré tu virginidad y luego te casarás conmigo por medio de un ritual de unión eterna.

Minghao se sintió mortificado. Se llevó una mano al cabello y trató de no mostrar mucho su preocupación, pero el demonio lo notó.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta como suena? Fuiste prometido a mí, conejito —dijo casualmente, abriendo mucho sus ojos.

—¿Quién hizo esa promesa? Porque yo no recuerdo haberla hecho. —Minghao estaba molesto. Siempre creyó en los demonios, pero ahora que tenía uno no podía evitar sentirse así. Era un simple humano a fin de cuentas, en una situación que no sabía cómo enfrentar.

—Por la gente de Yabbay, claramente —Mingyu volvió a sonreír y sus caninos se mostraron—. Las novias siempre se deben de entregar, así lo estipula el pacto.

Minghao recordó la imagen del libro de las sacerdotisas en un charco de sangre y mutiladas.

—¡Me vas a matar como a todas ellas! —gritó, sintiendo su respiración agitarse. No quería ese destino para él.

—Hey, eso no es cierto, conejito, yo no te voy a hacer daño, ¿quién te dijo eso? —Mingyu frunció el ceño, como si se sintiera ofendido por lo que Minghao dijo.

El joven abrió la boca y pareció verdaderamente sorprendido de lo que el demonio comentó.

—¡Me mordiste la pierna y me arrastraste por el bosque! —Aunque ya no tuviera la herida, Minghao podía recordar el dolor.

—Ellas intentaron matarme a mí primero, tienes que comprenderme —se excusó Mingyu.

—¿Qué? No, tú tienes que comprenderme a mí, ¡me secuestraste y me separaste de mi hermano! ¿Dónde está él? Lo quiero ver ahora mismo. —Minghao perdía la racionalidad cuando se molestaba y en ese momento tenía muchas emociones dentro de él que salían de forma descontrolada.

El Festival de los Demonios (WonHui/GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora