𝟏𝟏. 天国 𝐡𝐞𝐚𝐯𝐞𝐧

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Abrió sus ojos lentamente, poco a poco, como si saliera de un sueño largo. Le pesaban los párpados y podía jurar que tuvo una terrible pesadilla.

Sin embargo, al abrir sus ojos por completo fue consciente de la irregularidad de sus sentidos. Su cabeza reposaba en algo suave y que se movía de arriba a abajo, su cuerpo estaba rodeado por algo peludo que le brindaba calor, pues al parecer se encontraba en una especie de cueva iluminada más allá por la entrada dónde el amanecer salía y también por encima en un hueco que tiraba unos rayos en él.

Minghao se quedó muy quieto, con la respiración atrapada en la garganta, con los brazos pegados a su cuerpo y las manos al pecho, inclinado boca arriba sobre aquello.

Él sabía muy bien lo que era, podía escuchar el suspiro y sentir el aliento de la bestia dormida en dónde estaba recostado.

Miró a su alrededor y la cueva tenía hierba y plantas verdes hermosas alrededor, aparte de que él y la bestia estaban iluminados por unos rayos pálidos de sol que entraban por encima de la cueva, filtrándose grisáceos desde las hojas de los árboles y sus abundantes copas.

Era otra mañana nublada, pero ahí adentro había calma y el clima no era frío ni cálido, aunque sí estaba el sonido de unas gotas cayendo en alguna parte y había algo de humedad.

Las paredes de la cueva tenían enredaderas y había algunas flores entre la hierba, así como rocas con musgo por lo que alcanzaba a ver sólo moviendo la cabeza. Al parecer estaba en una cueva debajo de un acantilado, pero tenía que comprobarlo.

Minghao tomó aire y trató de mover la cabeza para ver al demonio en el que descansaba.

Miró a su lado y hacia abajo y vio primero los cuernos negros, luego la cabeza grande del lobo demoníaco descansando entre sus patas. Su cola rodeaba a Minghao de forma protectora, así que si se movía, podría despertarlo. Sin embargo, tenía que intentarlo, sin importar cuánto miedo tuviera.

Volvió a tomar aire y puso las manos en la hierba. La calma en ese lugar era absoluta y cualquier ruido que hiciera, el demonio seguramente lo escucharía.

Así que se movió tan lentamente como fuera posible para no perturbar el sueño del demonio y tener la oportunidad de escapar y buscar a su hermano.

Se separó poco a poco del cuerpo del animal, de aquel pelaje rojo sangre y su movimiento rítmico de respiración, teniendo sumo cuidado de hacerlo de la forma más discreta posible.

Cuando logró separarse, puso los pies en la hierba y trató de ponerse de pie, dejando caer despacio la cola del lobo, resbalando de su cuerpo que había cubierto.

Minghao hizo todo eso mirando fijamente el rostro del animal demoníaco, pero no hubo perturbación perceptible, pues parecía seguir dormido.

Cuando estuvo de pie, su corazón latía con tanta fuerza y de forma tan errática que creyó que el demonio rojo lo escucharía y se despertaría en cualquier momento.

Se atrevió a pasar pierna por pierna por encima de la gruesa cola del lobo, empero este la movió y Minghao miró su rostro con temor. Seguía dormido, sólo un poco perturbado en su sueño, aunque casi Minghao le pisa la cola, no había despertado y lo evitó por puro reflejo.

Cruzó al otro lado, separándose con éxito del lobo y por fin quedando libre. Su cuerpo temblaba y sentía la adrenalina recorrerlo por dentro, pero tenía que seguirse moviendo.

Volvió a mirar la cueva y era acogedora, llena de verde y piedras con musgos, al igual que vio a una mariposa negra volando por ahí sin temor del demonio durmiente. Había mucha belleza, pero no podía quedarse a admirarla. Era tan diferente a la cueva en la que cayó una vez de niño, aunque eso no lo recordaba.

El Festival de los Demonios (WonHui/GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora