𝟓. 闇 𝐝𝐚𝐫𝐤𝐧𝐞𝐬𝐬

255 51 21
                                    

Cuando regresaron adentro, fueron a tomar un baño con agua caliente y se cambiaron las ropas mojadas a otro cambio de pijamas secas.

No fueron a dormir de inmediato a pesar de que era la madrugada, pero el cielo parecía estar desatando una furia, con la lluvia torrencial que golpeaba el techo y parecía querer colarse dentro de los pasillos y habitaciones. Los relámpagos seguían danzando en el cielo y con ellos acompañado el sonido del trueno que al estar tan cerca de la montaña, asustaba a los dos hermanos a cada momento.

Fueron a la cocina-comedor y Junhui puso a hervir agua para que bebieran un té y trataran de relajarse, pues todo había sucedido muy rápido y ambos habían estado durmiendo antes de todo lo que pasó.

—¿Por qué la abuela insistió en que nos quedemos en el templo? No entiendo... —Minghao estaba sentado, codos recargados en la mesa, manos juntas y gesto inquieto—. ¿De verdad crees que haya demonios en estos bosques? —preguntó tentativamente, no quería decirlo en voz alta, pero tenía de que asegurarse que ese pensamiento fuera aclarado por su hermano.

Junhui estaba recargado contra la encimera, la tetera con el agua para hervir. La lluvia seguía sonando con fuerza y la única luz encendida del templo era en ese lugar donde ellos estaban. Afuera todo era oscuridad.

—No pensemos en eso, Minghao, somos... —Junhui habló, pero pareció pensar sus palabras, dándose cuenta de su situación con cierto pesar—. Somos las únicas personas aquí arriba. Es mejor no llenarnos la cabeza de supersticiones.

No quería pensar en la posición en la que se encontraban. Realmente lo volvería loco. Seungcheol se había llevado a su abuela, alejándola a ella del bosque, dejando a las únicas almas como ellos dos, allá arriba, sin que nadie más lo supiera.

—Me siento extraño, cómo si estuviera atrapado —dijo Minghao, mientras Junhui apagó el agua que ya estaba hirviendo—. Con la tormenta, con que la abuela nos dijera que tenemos que quedarnos, con el bosque rodeandonos, la montaña tan cerca, la villa tan alejada...

El menor cerró sus ojos con fuerza, negando con la cabeza.

Junhui sirvió los tés en dos tazas y también sintió la misma inquietud que su hermano, empero uno de los dos tenía que mantener toda la calma del mundo y ese tenía que ser él.

—Haohao, tranquilo, son sólo historias y la gente se las cree mucho hasta el punto de darles prioridad. Eso hizo la abuela —respondió, poniendo la taza humeante delante de su hermano y sentándose al lado contrario.

Sin embargo, Minghao no pareció muy convencido con ese argumento.

—¿Y si no lo fueran, Jun? —preguntó, abriendo los ojos y mirando a su hermano con las cejas bajas—. ¿Qué nos pasaría si es verdad que esos demonios existen, eh? Estamos solos aquí arriba y ellos allá afuera–

—No nos pasaría nada porque los demonios no pueden entrar al templo —respondió Junhui, calmando la intranquilidad de su hermano, optando ya no por un acercamiento escéptico, sino, tomando la realidad de ambas maneras—. Estamos seguros aquí de todas formas. Esperemos a la mañana y ya veremos qué hacer. Tú no te preocupes.

Tomó un sorbo de su té, escaldandose la lengua, pero sin importarle. Minghao tenía las manos sobre su taza, recibiendo su calor porque sus manos se sentían heladas.

Miró hacia la superficie clara del té de manzanilla y se recargó hacia atrás en la silla. Otro trueno que pareció retumbar el templo cayó desde el cielo negro.

—En cierta parte tengo miedo... —dijo Minghao, confesando aquello—. Tenías razón, incluso un escéptico estaría asustado en el contexto adecuado.

El Festival de los Demonios (WonHui/GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora