—¿Alguien que conozca? —preguntó el rubio, sin estar seguro de querer saber la respuesta.
Zoro se giró hacia él, quedando apoyado sobre sus codos.
—¿Importa eso, Cejillas? —respondió el moreno.
—Entonces sí lo conozco —dijo con una sonrisa traviesa en los labios.
—No —respondió Zoro—. Quizás sabes quién es, pero no lo «conoces».
Aquella respuesta solo aumentaba la curiosidad de Sanji. ¿Qué quería decir? ¿Era algún conocido en común? ¿Zoro sí lo «conocía»?
—Ahhh, ¿entonces no fue solo un encuentro pasajero? —la pregunta era atrevida. El rubio no estaba seguro, pero tenía la intuición de que eso de «conocer» implicaba algún tipo de vínculo entre ellos.
Zoro rodó los ojos y volvió a recostar su cabeza sobre el pálido pecho del cocinero, insinuando que la conversación había terminado.
El otro hombre no se dio por vencido y, decidido a obtener una respuesta, comenzó a hacerle cosquillas:
—¡Dime quién es! —insistió juguetonamente.
El espadachín se apartó para evitar las cosquillas.
—No te incumbe, ero cook.
Sanji lo observó con los ojos entrecerrados, como si lo acusara de algo. No pensaba quedarse con la curiosidad, así que decidió probar un enfoque diferente: la manipulación.
—Entiendo... —intentó sonar herido.
—¿Entiendes qué?
—Nada... —hizo una pausa dramática— pensé que ya había algo importante entre nosotros, que estabas enamorado de mí... Veo que me equivoqué.
—¿Qué tiene que ver eso? —respondió Zoro, claramente confundido.
—Es que, si no me quieres decir, es porque fue algo más significativo que lo nuestro —dijo con exagerado dramatismo.
—Estás actuando como un tonto, Sanji —era la segunda vez desde que se conocieron que lo llamaba por su nombre, lo cual hizo que su respuesta sonara bastante seria.
El rubio no dijo nada, simplemente lo miró con expectación. Sabía que si presionaba demasiado, no obtendría una respuesta, por lo que prefirió guardar silencio y dejar que la tensión se mantuviera.
Zoro cambió de posición, pasando de estar acostado a estar sentado, como si se preparara para decir algo importante:
—Mihawk.
Sanji, que acababa de encender un cigarrillo, se atragantó con el humo al escuchar ese nombre.
—¿Qué demonios? —exclamó—. Ese hombre casi te mata, ¿cómo diablos te involucraste con él?
Zoro suspiró una vez más. No quería tener esa conversación, le aburría tener que explicar sus acciones.
—Pero no lo hizo, ¿o sí?
—No, le faltó rajarte el pecho un centímetro más para hacerlo. Pero sí, vamos a perdonarlo porque no lo logró. –respondió Sanji con sarcasmo.
—No me mató porque no quiso hacerlo. ¿En serio crees que si Mihawk quisiera matarme, no lo habría logrado? ¡Ja!
El cocinero estaba sorprendido: ¿Zoro lo estaba defendiendo?
—No entiendo, se supone que ese hombre es tu enemigo. ¡Le prometiste a Luffy que lo derrotarías! —le recordó.
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Corazón atado
RomanceSanji tiene un secreto, un deseo que oscurece su corazón desde que era un niño. Zoro lo descubre y hace que el cocinero pueda librarse de las cadenas que atan su infancia. Esta historia está ambientada en el arco de Dressrosa (espacial y temporalmen...