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—¿Me das la mano?

—No.

—¿Por favor?

—No.

—Bueno—me encogí de hombros—. Disculpe...

—Jess—me dedicó una sonrisa—. Ven, tranquila—tomó mi mano—. Solo vas a marearte un poco.

—Esto es ridículo—se quejó el hombre.

—¡Silencio, Miguel! No arruines mi momento romántico.

Chistó la lengua y cruzó el portal sin volver a mirarme. Miré a Jess y esbocé una amigable sonrisa.

—Por cierto—me detuvo antes de cruzar al otro lado—. Estoy comprometida—dijo antes de tirar de mí.

—¡Traición!

Todo a mi alrededor se iluminó, y de repente me encontraba rodeada de un manto negro como el mismo espacio, cubierto de luces, mientras pasaba a todoa velocidad a través de una especie de tubo rojo que no sabía dónde nos llevaría.

Quedé en un pequeño estado de shock, porque cuando llegamos no era capaz de reaccionar, incluso Jess tuvo que sostenerme para no tropezar y caer de buces al suelo.

—Estoy bien, estoy bien—suspiré—. ¡Eso ha sido fantástico!—grité emocionada viendo a mi alrededor, todo estaba del revés.

—Dejen de jugar—ordenó el hombre.

—¿Siempre es así de amargado?

—Sí.

—¡Estoy escuchando!

—Y...—me separé de Jess para caminar al lado de Miguel— ¿Ya me podéis decir por qué me habéis traído?

—Ten—me tendió uno de esos brazaletes que abría portales.

—¿Y esto sirve para algo más a parte de abrir portales?

—Tres...

—¿Realmente es seguro?

—Dos...

—¿No os han dicho alguna vez que no debéis confiar en desconocidos?—seguía a la defensiva, entrando con ambos Spider-Mans al ascensor.

—Uno...

Caí al suelo con fuerza, sintiendo un agudo dolor y escuchando mi propio grito distorsionado. Cuando abrí mis ojos miré a Miguel desde abajo, estaba ladeando la cabeza, seguramente con una cara de 'te lo dije'.

—Creo que te odio—tomé la pulsera, levantándome y colocándola al rededor de mi muñeca.

—Qué bueno, tampoco me agradas.

—Insoportable—bufé asomándome por su espalda para ver qué había más allá del ascensor—. ¿Qué...?

Era una sala, más que una sala, era un espacio inmenso con columnas, caminos que, entrecruzados, imitaban la estructura de una telaraña. ¡Y estaba lleno de Spider-Mans! Todos diferentes y únicos.

Di un paso al frente, cruzando la línea de separación entre el suelo del ascensor y del lugar, de repente me dio unas ganas de llorar incontrolables.

—No soy la única...—suspiré tratando de evitar las lágrimas.

Por suerte tenía la máscara puesta, así me resultaría menos incómodo.

Me sobresalté al sentir la mano de Miguel sobre mi hombro en un intento de consuelo, entonces pensé que seguramente el resto habría pasado por lo mismo que yo.

—Vamos—dijo en un tono más suave haciendo que asintiera.

Continuamos nuestro camino, y por supuesto que hubo distracción por mi parte. Habían tantos como yo que tenía que interrogar a cada uno que se cruzaba por mi camino.

—¡Qué lindo!—acaricié la cabeza del Spider-gato y este ronroneó y se restregó contra mi pierna— Creo que voy a morir de amor.

Miré al frente, justo delante de mí se encontraba un Spider-Man parecido a un peluche completamente achuchable.

—Oh, no puede ser—me acerqué a él—. ¡Eres un Spider-Man-Chibi!—quité mi máscara y extendí mis brazos— ¿Puedo?

No recibí respuesta, pero el Mini-Spider-Man se acercó todavía más, y tomé aquella acción como señal de aprobación.

—Con tu permiso—respondí con emoción.

Una vez el Spider-Man en mi brazos, me levanté del suelo y miré a Miguel con una amplia sonrisa.

—¿Ya terminaste?

—¡Sí!

Caminamos más y más hasta que llegamos a otra sala, una vez allí me despedí del Spider-Man chiquito que se fue del lugar balanceándose con sus telarañas.

—Bien, ¿ya me van a explicar?

—Como ya formas parte del equipo...

—¿Qué?

—Desde que te pusiste la pulsera—levantó su brazo para enseñar su propia pulsera—. Ahora eres parte de la Spider-Army.

—Sin consentimiento, qué bien, me parece una bonita forma de empezar con vosotros.

—Es tu deber como otro Spider-Man más, no tienes opción.

—Miguel—dijo Jess en tono de advertencia.

—Además—hizo una pausa. Al parecer no era capaz de encontrar las palabras para lo que quería decir—. ¡Estás capacitada para esto! ¿Contenta?—miró a la mujer a mi lado.

—Ya veo—sonreí satisfecha—. Es decir, me necesitáis.

—Míralo como quieras—dijo sin importancia.

—Bueno, si el deber de esta organización es defender el multiverso y la vida de todos los Spider-Mans... Me gustaría saber a qué nos enfrentamos.

—Bien.

Me puse a maldecir toda mi existencia en cuanto Miguel desactivó su máscara. Era tan atractivo que tuve que apartar la mirada para poder procesarlo, eso sí, tenía una expresión demasiado seria, pero creo que eso también le daba ese atractivo.

—¿Te encuentras bien?—enarcó una ceja, mirándome de reojo al estar pendiente de su mesa de controles.

—Además de estúpido tenías que ser jodidamente atractivo—bufé con desesperación—. ¡La vida es tan injusta!

[] MI DEBILIDAD [] MIGUEL O'HARA X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora