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La proyección de Lyla sobre los eventos canónicos y las anomalías se desvaneció.

—Entonces... ¿Ya sabías quién era antes de viajar a mi dimensión?

—Así es—se cruzó de brazos—. Te estuve investigando porque no me explicaba cómo es que Peter logró transferirte el ADN de la araña. Y, a día de hoy, sigo sin entenderlo.

—Oye, no me mires así—le señalé amenazante—. No te creas que voy a acceder a ser tu rata de laboratorio.

—Tranquila—levantó sus brazos en señal de rendición—. Solo necesitaría unas muestras.

—Vete a la mierda—di media vuelta—. Por todo lo que me has explicado, el hecho de que ahora sea Spider-Woman fue un evento canónico. No ha alterado en nada a mi dimensión.

—¿Entonces crees que debería dejarlo estar?

—Eso es lo que estoy diciendo—volví a mirarle—. Ya alteraste el canon tú solito, ¿no? No indagues en mi vida y deja todo como está, sin riesgos a que mi gente salga lastimada.

—Veo que piensas muy bien en todas las posibilidades al tratarse de los tuyos.

—Por supuesto—me acerqué hasta quedar a pocos metros de él—. Estoy dispuesta a hacer lo que sea por ellos.

—Bien—intervino Jess—. Porque esa actitud es la que necesitamos en el equipo. ¿Verdad, Miguel?

Otro pequeño e incómodo silencio se formó entre nosotros antes de que Miguel hablara.

—Lyla, prepara su entrenamiento para mañana a primera hora.

—¿Qué se supone que es "a primera hora"?

—Mañana empieza tu entrenamiento. Lyla te enseñará todo lo que debes saber sobre los viajes entre los diferentes multiversos, las funciones de tu pulsera y te indicará las misiones a realizar.

—¡Pregunta!—levanté la mano— ¿Esto es cómo un trabajo? ¿Voy a tener días libres?

—Sí, sí. Ya lárgate.

—Ojalá pudiera decir hasta nunca, pero desgraciadamente voy a tener que verte la cara muy a menudo, jefe.

Di media vuelta, esta vez para irme del despacho de Miguel, sin embargo, un Spider-Man irrumpió el lugar, sobresaltándome al aparecer delante de mí.

Le miré de arriba a abajo, su traje era bastante normal en comparación con otros, además llevaba un portabebés delante.

—________, tienes que irte, ya—insistió Miguel.

—¡Tú debes de ser la nueva! ¡Bienvenida!—dio golpecitos en mi hombro, pasando a mi lado para dirigirse a Miguel— ¿Qué tal te ha ido, Miguel? Mayday y yo hemos venido a verte.

Hice el amago de acercarme a ver el rostro de ese Spider-Man cuando sacó su máscara, pero Miguel saltó de la plataforma en la que se encontraba la mesa de controles, tomando al Spider-Man y escondiéndolo tras él.

—He dicho que te vayas.

—¿Por qué no quieres que lo mire?

—¿Miguel, qué estás haciendo?

Apretó el puente de su nariz, resoplando al ver que no podía evitar lo inevitable porque, en algún momento, la chica iba a coincidir con algún Peter como el de su dimensión.

—Encantado, mi nombre en Peter B. Parker—saludó con un amistoso apretón de manos.

Observaba la situación con atención, preocupándose en mayor parte por la reacción de la chica.

—________—esbozó una sonrisa, aceptando el apretón y dejando desconcertado a Miguel—. El gusto es mío.

El líder y la otra Spider-Woman en la sala compartieron una mirada de confusión con respecto a la actitud tan positiva de la nueva integrante.

Cuando el Spider-Man que irrumpió en la sala estaba a punto de seguir hablando, otro pequeño sujeto irrumpió en la conversa.

—¡Mayday!—habló alterado al ver a la pequeña sobre la cabeza de la femenina—. Cariño, no puedes ir saltando a la cabeza de los demás como si nada. ¡A que es hermosa!—dijo sacando su teléfono móvil y capturando el momento, tomado una foto también a la femenina.

Cargó a la niña en brazos, quitándola de su cabeza para alejarla y poder mirarla directamente. Analizó su rostro en silencio, sintiendo su sentido arácnido activarse y conectar con la niña de inmediato, quien rió con gracia, extendiendo sus brazos hacia ella para tocar su rostro.

Su expresión se volvió sombría y distante por unos segundos, captando la atención del resto de Spider-Mans, pero en seguida se recompuso, sonriendo y abrazando a la pequeña.

—¡Qué niña más linda!—juntó su mejilla con la menor, sacando otra risa de ella.

Peter, entendiendo la situación, pues Miguel ya había mencionado la historia de la mujer con anterioridad, miró a sus compañeros con tristeza.

Ninguno entendía su comportamiento, porque cualquiera se hubiera derrumbado al ver de nuevo al que fue el amor de su vida en una versión distinta.

[] MI DEBILIDAD [] MIGUEL O'HARA X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora