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Alguien se acercaba corriendo por el pasillo que daba a su oficina y lo único que hizo, ya que se encontraba de espaldas a la entrada, fue girar un poco la cabeza al escuchar a ese alguien gritar su nombre a los cuatro vientos.

—¡Miguel!—subió hasta la mesa de controles con ayuda de sus telarañas— ¡Mira! Mira lo que había en la cafetería—dio saltitos incontrolables, posicionándose frente al Spider-Man con una expresión de emoción en su rostro—. ¡Bocadillo de queso, bacon y huevo frito!

Sus cejas se alzaron en un suave movimiento, observándola, analizando su sonrisa. Por primera vez desde que la conoció estaba sonriendo de verdadera alegría.

—¿Qué estás...?—sus palabras se desvanecieron en el aire junto con su sonrisa al ver las pantallas de Miguel— Disculpa—se movió rápidamente para echarse a un lado—. No sabía que estabas...—dijo apenada.

—Tranquila—suspiró con pesadez.

Movía sus ojos sobre una pantalla en concreto, la que se encontraba delante de Miguel antes de que ella irrumpiera. En ella se proyectaba a Miguel junto con una niña pequeña, haciendo que a la femenina le causara una gan nostalgia ver a su compañero en un estado de felicidad completo. Comparó al Miguel de ahí con el Miguel de ahora.

—Esa...—habló sin saber si debía preguntar al respecto por cómo él miraba el recuerdo.

—Era la hija de mi yo de la dimensión que alteré, donde tenía una familia. En esa dimensión yo tenía que morir. Pensé que no haría ningún daño sustituirlo, pero me equivoqué.

—Entiendo—agachó la cabeza sin palabras.

—Por eso he creado este cuerpo de élite, pare evitar que otra dimensión vuelva a sufrir las consecuencias de una anomalía.

—Oye. Tú no eres ninguna anomalía.

—¡Lo fui!—avanzó hacia ella amenazante, tirando la comida que traía— ¡En ese entonces no debí haber roto el canon! ¡Por eso murió aquella dimensión junto a millones de inocentes!

Sus ojos se abrieron con sorpresa y miedo. Era la primera vez que mostraba sus ojos rojos y sus colmillos frente a ella.

—Miguel...—tomó su rostro entre sus manos con cuidado—. Tranquilo, todo va a estar bien, porque no dejaremos que eso vuelva a suceder.

La firmeza en su mirada hizo a Miguel suavizar su expresión, pero aún se mantenía tenso.

—Creo que puedo decirte que sé casi con certeza lo que duele perder a un hijo. Y puedo entender tu dolor—le miró con lágrimas en los ojos—. El dolor que no puedo compartir contigo es le de... Lo siento, no sé qué decirte, no puedo ayudarte.

—No tienes que hacerlo—suspiró, mirando por unos momentos el envoltorio del bocadillo en el suelo antes de posar sus ojos sobre ella de nuevo.

—¡Sí!—apartó sus manos— Lo que puedo hacer ahora es esforzarme para poder seguir protegiendo todos los universos y mantener el canon intacto de todas las anomalías que se encuentran fuera de este despacho.

—¿Esa es tu forma de animarme?—enarcó una ceja, cruzándose de brazos.

—¿Quieres un abrazo?—extendió sus brazos— No sé, no soy muy buena en estas cosas, ¿sabes?

Ay por Dios...—rodó sus ojos.

Se lanzó sobre él, rodeando su cuello con sus brazos y apoyando su mejilla en el hombro contrario para formar un cálido abrazo.

—Como no sé lo que has dicho te fastidias, haber sido más claro.

No tienes remedio.

—¡Como estés insultando a mi madre te las verás conmigo, O'Hara! Por cierto—lanzó un hilo de telaraña para tomar algo del suelo—. Te traje un café.

—Baja.

—Disculpa—se apartó extendiendo el envase—. Y...—extendió el otro brazo— ¡Una empanada!

—¿Es por mi parte mexicana?—la miró con sospecha.

—¡Así es! Además, están riquísimas.

—¿Y por qué no las comes?

—Ya sabes que soy una mujer fiel y con principios—lanzó otra telaraña para recoger su bocadillo del suelo y moverlo en el aire—. ¿Lo quieres o no?—insistió con el café y la empanada.

Gracias—dijo tomando la comida.

—De nada.

—Aprendes rápido—dijo mirándola antes de beber un sorbo de café—. Y eres observadora.

—Solo me he basado en cómo eres, aunque es un milagro que haya acertado con el tipo de café. Ya sabes, eso de "no juzgues a un libro por su portada"—se sentó en el bordillo de la plataforma, dándole la espalda—. Igual te traje unos sobres de azúcar por si acaso.

—Así está bien—se dio la vuelta, quedando de nuevo frente a la mesa de controles.

—Miguel.

—¿Qué pasó?

Gracias...—soltó una risita—. Gracias por contar conmigo y hacerme formar parte de este grupo. No os lo he dicho, pero me hace muy feliz pasar tiempo con todos vosotros.

Se mantuvo en silencio, era la primera vez que alguien agradecía su consideración de una forma tan cercana. No sabía qué decir.

—¡Sobre todo contigo, O'Hara!—rió.

Esa risa se escuchaba mucho mejor que cualquier otra que hubiera intentado hacer pasar por verdadera.

Por otro lado, con aquella sonrisa tan natural y formada a partir de un sentimiento de felicidad, la femenina no dejaba de pensar en el detalle que Miguel había tenido con ella. En menos de media semana había añadido su bocadillo al menú de la cafetería.

—Gracias, Miguel—dijo mirando su comida—. Es gracioso que añadan tu cara como Spider-Man al pan con los mismos colores que tu traje—dio un mordisco, masticó y tragó—. Sabes bien.

No se volteó a mirarla, pero juraría haber escuchado una risa contenida ocasionada por sus palabras.

—Oh, venga ya. Ustedes dos causan una incomodidad increíble, en serio.

—¡Jess!—se lanzó a la morena, cayendo frente a ella y poniéndose de rodillas para acariciar su vientre—. ¿Cómo está? ¿Te has hecho los chequeos médicos? ¿Ya ha dado su primera patada?

—Cielo...—miró a la mujer con tristeza, no podía decir que no se preocupara tanto. Sabía por qué lo hacía—. Todo está bien, y he ido al médico, tranquila, si da su primera patada serás de las primeras en enterarte. Además, si no hubiera ido a esas revisiones me estarías dando la lata todo el día—rodó sus ojos con diversión.

—Estás en lo cierto. ¿Necesitas que te traiga algo de la cafetería?

—_________—tomó las manos de la femenina para levantarla del suelo—. Estoy bien—llevó las manos ajenas a su vientre—. Estamos bien.

—Siento si te molesto mucho con el tema—sonrió con tristeza.

—Tranquila—le devolvió la sonrisa, una tranquilizadora—. Cuando nazca mi bebé, ¡ten por seguro que tú serás la madrina!

—Jess...—envolvió a la Spider-Woman en un abrazo—. Gracias.

[] MI DEBILIDAD [] MIGUEL O'HARA X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora