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Miré al cielo, estaba anocheciendo de nuevo, por lo que quedaban poco menos de veinticuatro horas para el evento canónico.

—¡Miles!

Los latidos de mi corazón se regularon al ver que Gwen abrazó a Miles con fuerza, como si tuviera miedo de volver a separarse de él. Pero el abrazo no duró mucho cuando el chico se apartó en silencio.

—Me mentiste...—su mirada se clavaba en ella como agujas—. Todos—miró a mis compañeros a excepción de Hobie, Pavitr y Margo.

—Miles, yo...

Sabía que era duro para ella expresar todo lo que Miguel le obligó a ocultar durante tanto tiempo. Di un paso al frente, quedando al lado de Gwen y delante de Miles.

—Chico—hablé en un tono calmado—. Ella no tiene la culpa. Ninguno de ellos la tiene, porque pensaban que hacían lo correcto y te protegían. Yo también les convencí—puse una mano sobre mi pecho—. Así que si tienes que echarle la culpa a alguien...

—_______, no es necesario—Peter puso una mano sobre mi hombro.

—Es cierto—miré al chico con tristeza—. Traté de seguir las ideas de Miguel, pensando que era lo mejor para todos. Y, a lo mejor... ¡Puede haber otro camino! Ninguno de los Spideys tiene por qué vivir algo como "el canon"—resoplé con ironía—. Mucho menos vosotros—miré a Gwen—. ¡Estamos contigo, Miles! Y, aunque no los perdones, ellos no se van a apartar de tu lado. Porque te quieren.

Volvió a pasar sus ojos por el grupo de Spideys, esta vez por todos nosotros y con una mirada diferente. Parecía abatido, cansado de la situación.

Se dejó caer de rodillas. Lo tomé rápidamente, con cuidado de no rozar sus heridas y apoyándolo sobre el suelo. A pesar de curarse rápido, las garras de Miguel se habían clavado con algo de profundidad.

—Quiero irme a casa—sollozó.

—Lo sé, chico—acaricié su cabeza, sintiendo cómo mi corazón se encogía ante sus palabras—. Joder, no deberías estar pasando por esto—mi voz se quebró—. Vamos a salvar a tu padre, ¿vale?—él asintió—. Ten.

Me separé de él, arrodillándome en el suelo para quedar a su altura y extenderle un reloj.

—¿De dónde lo has...?

—No preguntes—agaché la cabeza, mirando el suelo unos segundos antes de volver a mirar a Miles—. Me he encargado de programarlo desde mi propio reloj, digamos que a mi manera, como el de todos nosotros.

—Ya me parecía extraño que no trataran de reprimirnos—dijo Hobie con diversión.

—¿Y bien?—me levanté, tendiéndole la mano cuando tomó el aparato con algo de inseguridad—. Ahora eres parte de la Sociedad Arácnida, Miles Morales.

Cerró sus ojos, meditando. A pesar del entusiasmo que mostraba en un principio, después de todo lo sucedido era normal que ahora dudase.

—¡Sí!—asintió decidido, tomando mi mano con energía para levantarse.

La parte menos difícil ya se había solucionado. Miles y el resto se habían reconciliado, pero sobre todo y lo que más me causaba inquietud, desapareció al ver ese cálido abrazo entre el chico y Gwen.

—¡Todo listo!—Peter puso una mano sobre el hombro de Miles—. No te preocupes, chico, todo se arreglará. Pero antes, vamos a buscarte un traje nuevo. Este está echado a perder.

Siguiendo la voz de Peter, los chicos comenzaron a cruzar el portal uno por uno.

—_______.

—¿Ya no es "señorita ______"?—enarqué una ceja, mirando de reojo al menor—. Cada vez voy perdiendo más respeto entre los niños.

[] MI DEBILIDAD [] MIGUEL O'HARA X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora