"Son las cosas invisibles las que yo más amo. Es la manera en que me siento cuando te abrazo, porque todo lo que pierdo va y viene. Son las cosas invisibles las que yo más amo. Así que, déjame abrazarte..."
—LAUV
Comenzaba a anochecer cuando Jungkook y Jimin dejaron la playa de Incheon con Peach felizmente agotada tras algunas carreras con el nadador, el chico era realmente incansable cuando se trataba de juguetear con la perrita.El sol naranja había vencido a las nubes oscuras que amenazaban lluvia. Este se difuminaba fundiéndose sobre el firmamento a medida que creaba un reflejo rosado en el agua que se movía sobre el horizonte, la forma redondeada se escondía para dejar paso a esa hora del día en la que uno no podría decir con claridad si era de día todavía o si por el contrario la noche ya se había adentrado. Las sombras de Jimin y Jungkook se extendían sobre la arena húmeda por el frío que comenzaba a hacerlos sentir sus manos y caras congeladas. Algunas gaviotas alzaban su vuelo con tranquilidad y reposaban sobre las olas de la orilla rebuscando comida sin prisa.
Park escuchó a Jungkook dejar escapar una pequeña carcajada y se giró hacia él en el mismo instante en el que este guardaba su teléfono en el bolsillo de su fina chaqueta de deporte, su cabello estaba completamente desordenado después de retozar por la arena con Peach en un juego infantil y adorable que había captado la atención de Jimin durante horas. El chico había pasado de estar acostado a su lado a corretear feliz en la playa, llegando a mojar sus pies en las saladas olas cada vez que la pelota favorita de la perrita era llevada hasta esa zona. La tela de sus pantalones todavía estaba húmeda y podría enfermarse si se mantenían mucho más tiempo en ese lugar, por eso el entrenador había sugerido regresar a Seúl aprovechando el anochecer.
—Ten — Jimin le cedió las llaves del coche antes de comenzar a limpiar las patas de Peach con un poco de agua dulce, lo justo para que su coche no fuese una montaña de arena. De todas formas tendría que levantarse pronto al día siguiente para bañarla y llevarla hasta la casa de su madre. No le gustaba la idea de dejarla en cualquier residencia de animales — Dijiste que conducirías de vuelta a Seúl.
Jungkook asintió sin quitar los ojos del entrenador, su mirada se quedó quieta sobre las cuidadosas manos de este.
Las manos de su entrenador eran grandes con venas marcadas debido a su cuerpo ejercitado. Él no tenía nada que envidiarle con su cuerpo igualmente marcado y formado tras todos los años de entrenamientos continuos pero de repente, aparentemente, estaba volviéndose un poco fetichista en cuanto a estas. Mentiría si dijera que después de las muchas cosas que había pensado en la oscuridad de su habitación ver las manos de Park no lo hacía perder el maldito equilibrio. Se las había imaginado en cada parte de su cuerpo tras aquel beso de la piscina, lo cual no era exactamente una ayuda para todas sus nuevas sensaciones. Había llegado al orgasmo en aquella ducha incomoda pensando exclusivamente en estas, con la mente clavada en el recuerdo del beso duro y profundo, de los labios gruesos y expertos... se había odiado por aquello los primeros días, sin embargo en ese instante su mente estaba un poco más clara y sus deseos eran ya inevitables.
—¿Necesitas ayuda con Peach? — Jungkook simplemente fingió que no le ocurría nada e hizo la pregunta más normal y sencilla que se le pasó por la mente en ese instante. Por suerte el entrenador no había notado nada raro, tras abrir el coche obtuvo una toalla limpia de su mochila de deporte y se acercó — Deberíamos secarla, hace frío.
—Gracias por la ayuda niño — Park movió su cuello dejándole saber que se sentía adolorido, quizás por el largo viaje en coche y Jungkook malditamente no tardó ni un segundo en masajear su piel suave como si hubiese estado esperando esa oportunidad el día entero — Deja que le limpie el hocico y secaremos primero su cara. Realmente tiene un problema con eso de hundirse por completo en la arena.
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𝐈 𝐇𝐚𝐭𝐞 𝐔 𝐌𝐫. 𝐇𝐚𝐧𝐝𝐬𝐨𝐦𝐞 | 𝐉𝐢𝐤𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 (𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢ó𝐧)
FanfictionJeon Jungkook era uno de los mejores deportistas de Corea del Sur, las estanterías de su casa estaban repletas de trofeos y medallas que confirmaban su potencia a la hora de competir... Después de tantos éxitos su principal objetivo se había fijado...