Cap. 3: Misterios y Secretos.

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Los dilophosaurus continuaban acercándose a los dos chicos. Por más que trataran, no podían pensar con claridad; tener la presión del profesor de matemáticas en su evaluación es una cosa, pero que ahora sean cuatro dinosaurios que escupen veneno y les duplican en peso y tamaño, es otra cosa muy distinta.

-¡Perdón, Darius! No sabía que ellos vivían aquí. ¡Solo quería impresionarte!

-¡Hay métodos mucho más tranquilos y menos letales para impresionarme!

Uno de los dilophosaurus retrajo su cuello y volvió a escupir el veneno. Ahora lo veían con más claridad, es de color verde oscuro. El hocico del animal esta limpio, impoluto; es como si viniera desde su garganta y no de su boca.

Kenji tropezó de espaldas y retrocedía de sentado, y se detuvo al escuchar el ruido de la corriente pasando por los alambres que tiene detrás. Movía sus manos al ras del suelo ha ambos lados para encontrar que arrojar a los dinosaurios; su mano izquierda rosa algo áspero. Dirige fugazmente los ojos al objeto y ve que es un pedazo de concreto. Lo toma y lo lanza al dilophosaurus que está adelante del resto.

El trozo de concreto le da justo en la cabeza, sobre las crestas que tiene sobre los ojos. El animal se sacude, retrae la cabeza y la hace hacía adelante de golpe, mostrando y moviendo con más fuerza el volante de su cuello.

 El animal se sacude, retrae la cabeza y la hace hacía adelante de golpe, mostrando y moviendo con más fuerza el volante de su cuello

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Todo parecía haber terminado. Literalmente estaban entre la espada y la pared. O morían electrocutados, o los dinosaurios los mataban antes. 

Y cuando todo parecía perdido, las luces que apuntaban al cercado se encendieron de golpe, dejando temporalmente ciegos a los chicos y a los dinosaurios que sacudieron sus cabezas y frotaron con sus patas delanteras sus ojos para acostumbrarse al destelló.

-¡Fusiles eléctrico, cargados!

En el extremo contrarió de donde se encuentran Darius y Kenji, vieron como pasaron corriendo unos sujetos por un barandal alto. En sus manos tenían, lo que a distancia parecía ser, rifles para dispararle a los animales; obviamente no los matarán, pensó Darius. A su vez se percataron cuan pequeño es el lugar en donde corrieron hace minutos, daba la sensación de que no era el recinto de estos animales. Más bien, parecía un lugar para observarlos.

-¡Liberen a las cabras! -gritó Muldoon desde la entrada por la que ingresaron los menores minutos atrás.

Una rejilla pequeña se elevo y dos cabras blancas salieron corriendo. Tres de los dilophosaurus voltearon y se abalanzaron a los mamíferos. Pero el que acechaba desde un comienzo al moreno y al azabache se quedó mirándolos fijamente. Se puso en posición de ataque y saltó hacía los chicos para matarlos.

De no ser por el guardabosques, el dilophosaurus habría acabado con Darius y Kenji. Utilizó un fusil eléctrico y se lo clavo justo en la nuca, causando una parálisis casi instantánea del animal, el cual cayó en las piernas del moreno.

Jurassic Park: Campamento Cretácico 1993.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora