29.

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KALED.

Cerrando la puerta, le puse el seguro a la misma antes de apoyar la espalda en ella y dirigir mi mirada hacia la cama. Joder, no era normal tener una erección a esa velocidad, seguro que me desmayaria pronto gracias a la brusca concentración de sangre en mi ingle. Me era dificil no estar caliente cuando Suri estaba recostado en mi cama con las oscuras sabanas cubriendo parte de sus palidos muslos pero dejando a la vista su duro pene.

Mierda, mierda, mierda.

—¿Kal? —su voz fue un suave susurro tembloroso en la escasamente iluminada habitación—. ¿Hay algo mal?

Parpadee, quitando mi mirada de su cuerpo para posarla en su rostro—. ¿Uh?

Su ceño se frunció mientras se erguia en la cama—. Te pregunte si algo malo sucedia, has estado mirandome por mucho tiempo y no... —se detuvo, sus ojos se ampliaron—. Oh dios, tu no querias esto, ¿verdad? Dios, Kaled, lo siento mucho yo no-

—No te atrevas a cubrirte —levanté las manos cuando jaló las sabanas para esconder su cuerpo. Su mirada soprendida se disparó hacia mi. Mierda, mi voz habia salido demasiado brusca. Aclarandome la garganta, volví a intentarlo—. Si quiero esto, es solo que estoy sorprendido, eso es todo.

Sus mejillas se sonrojaron rapidamente—. Pensé que te gustaria.

—Oh, realmente me gusta —encontrando el borde de mi camiseta, la jale sobre mi cabeza antes de arrojar la tela al suelo. Escondí la sonrisa satisfecha al escuchar su jadeo de apreciación. Si, esas horas enterrado en el gimnasio rendian frutos.

Quitando mis tenis sin desatarlos, me acerque a la cama mientras desprendia el botón de mis jeans. Equilibrandome con una mano en la pared detrás de él, me incliné hacia su rostro con una sonrisa satisfecha al sentir su jadeante respiración en mi piel. Sus mejillas seguian sonrojadas y sus bonitos labios estaban entreabiertos, dejando salir su aliento.

—Ciao, Angioletto —susurre.

Rió sin aliento—. Ciao, amore mio.

Acortando la distancia, tome esos hermosos gruesos labios rosa en un suave beso sintiendo las manos timidas subir hasta aferrarse de mis hombros. Suri podia haber hecho el primer avance pero seguro que el chico estaba temblando como una hoja mientras subia sobre él. No tenia ni idea de si él habia tenido relaciones antes -sin contar con lo que habia pasado entre nosotros hacia tantos años- pero se me hacia que no era el mejor momento para hacer ese tipo de preguntas.

Sus manos se deslizaron por mi pecho hacia mis pectorales mientras lo movia con suavidad para que se recostara contra las almohadas sin abandonar el beso. Sus dedos rozaron mis pezones en su expedición, logrando que un escalofrio recorriera mi cuerpo. Metiendome entre sus piernas, baje mis labios hacia su cuello cuando el aire fue estrictamente necesario. Pequeños sonidos necesitados escaparon de su boca mientras dejaba fuertes marcas moradas en su piel.

—Kal —gimió cuando comencé a torturar sus pezones con mis dientes, sus manos aferrandose a mi cabello con fuerza.

—Tranquilo, bambino —susurré sobre su piel antes de bajar aun más, besando mi camino hasta su erección.

—No, no, no toques ahí —jaló mi cabello.

—Si no tocó allí, la diversión se acabaria. —bromee con una sonrisa.

Hizo una mueca entre placer e incomodidad cuando rodee su erección con mis dedos—. No toques o todo se acara demasiado pronto.

—Eres joven, puedes recuperarte con rapidez —aseguré antes de bajar la cabeza y tomar su miembro en mi boca.

Su cabeza se fue hacia atrás mientras un gemido abandonaba sus labios y se arqueaba sobre la cama. Colocando mis manos en sus muslos, senti la pelusa de su vello bajo mis dedos, lo mantuve abajo sobre el colchón para evitar ahogarme cuando comencé a mover la cabeza, creando succión con mis mejillas. Estaba logrando mi cometido si los jalones en mi cabello y los suaves gemidos lastimosos de Suri eran una señal.

Metiendo un dedo a un dedo en mi boca, me aseguré de que estuviese lo suficientemente humedo antes de llevarlo hacia abajo para encontrar su apretado agujero. Detuve mi acción de chupar cuando mi dedo se deslizó con facilidad. Soltando su erección, miré hacia su sonrojado rostro con una ceja alzada.

—Me prometiste algo, disculpa por estar emocionado —chasqueo los dedos—. Sigue con eso.

Sonreí antes de volver a tomarlo en mi boca. Suri era todo un mandón en la cama, ese era un buen dato. Hundiendo un segundo dedo, me asegure de que estaba lo suficientemente estirado antes de buscar su punto dulce. Supe que lo habia encontrado cuando se arqueo con un gemido fuerte, corriendose en mi boca al instante.

—Lo siento —jadeo—. Debi haberte avisado pero es que...

Sin dejarlo seguir hablando me incliné y lo besé, asegurandome de que sintiera su sabor en mi boca. Deshaciendome de mis jeans con una patada, agradecí el hecho de que jamás llevaba ropa interior antes de alcanzar el cajón de mi mesa de noche. La caja cerrada de presevativos pre-lubricados me devolvió el saludo.

—¿Quien es el apresurado ahora? —Suri rio sin aliento cuando rompi la caja, esparciendo los paquetes plateados en el suelo.

Rodé los ojos antes de alcanzar uno de los paquetes y abrirlo, rodando la goma por mi erección y siseando al solo tacto. Inclinandome, volví a besarlo mientras mis manos acariciaban su delicada piel. Agradecí la bendita habilidad de recuperación de la juventud cuando la erección a media asta de Suri me devolvió la mirada.

Tomandolo de la cintura con un brazo, nos giré sobre la cama para dejarlo sobre mi. Mi costado me estaba matando y estaba seguro de que todo el movimiento no habia ayudando a la recuperación de mi herida.

Sonreí cuando Suri me miró confundido—. Te quite el control hace seis años, ahora te lo estoy devolviendo —susurré—. Sigue adelante o detente, la decisión es tuya.

Sus ojos se inundaron en lagrimas cuando se inclinó para unir nuestros labios—. Ti amo, amore mio.

—Ti amo, Angioletto.

Tomando su cadera con mis manos para ayudarlo a mantener el equilibro, senti su pequeña mano alrededor de mi miembro para mantenerlo firme mientras bajaba sobre él. Mis ojos se cerraron involutariamente y un gemido torturado escapó de mi. Estar dentro de Suri era exactamente como me lo habia imaginado, calido y apretado, perfecto.

Sus manos se movieron a mi pecho antes de que empezara a moverse. Los gemidos y el sonido de piel contra piel hizo eco en la habitación mientras finalmente le hacia el amor a mi pequeño angel. Mi precioso angel de ojos verdes. Mi prometido, mi futuro marido y el padre de mi hijo. Susurré palabras de promesas mientras sus movimentos nos llevaban al extasis.

Mis brazos rodearon su delgado cuerpo cuando cayó sobre mi pecho y estuve más que encantado de recibir la preciosa carga sobre mi.

—Ti amo per sempre, angioletto. —susurré, aunque por su respiración calmada, supe que se habia dormido. 

Salvame |Kaled/Suri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora