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Johnny no pudo hacer nada más que soltar un suspiro al observar la situación. Todo había sucedido tan rápido que ni siquiera había tenido la oportunidad de ver llegar su pedido. Posó sus delgados dedos sobre su entrecejo antes de levantar los ojos y mirar el calmado rostro de Mark. No se había inmutado ni siquiera un poco.

—Con todo el respeto, Mark Lee... —Empezó a hablar nuevamente Johnny—. No debiste decir esas cosas ante un fantasma tan inestable como él. Todavía no ha pasado mucho tiempo desde su muerte y apenas se está adaptando a la vida de espíritu.

—¿Oh? ¿Te diste cuenta de su inestabilidad? —Mark alzó una ceja mientras pronunciaba aquella pregunta. El contrario no pudo evitar fruncir el ceño ante sus palabras.

—¿A qué te refieres? —Cuestionó Johnny.

—Hay una razón por la que es tan inestable —Expresó Mark. Un extraño sentimiento de intranquilidad pareció asentarse en lo profundo del pecho del castaño—. Hubo una vez en la que participé de un caso de infarto en Gangnam-gu. La víctima, una joven de veintitrés años, fue hallada en un bar de la zona. No había espíritu ni algún vestigio de su alma.

—¿Qué tiene que ver ese caso con Jungwoo? —Intervino Johnny, pero Mark lo ignoró.

—Llevaba un colgante de cuarzo que había comprado hacía unas semanas. Supuestamente era para controlar el estrés y despejar la mente, pero de inmediato me di cuenta de que era todo lo contrario: aquel colgante no era más que una copia falsificada que aumentaba la volatilidad del flujo espiritual. Al final, si bien es cierto que el colgante no la mató, sí empeoró los problemas cardíacos que le provocaron el infarto. —Continuó explicando Mark.

—¿Acaso insinúas que un objeto es el culpable de la inestabilidad de Jungwoo? ¿Quién le regalaría algo así? —Volvió a cuestionar Johnny.

—El flujo espiritual que vi en Jungwoo es similar al del cadáver de aquella muchacha. —Sentenció Mark. El castaño apretó los dientes mientras lo escuchaba hablar—. Si logras encontrar un elemento lo suficientemente fuerte como para afectarlo de esa forma, entonces ven a mí. Después de todo, es imposible impregnar un objeto de energía negativa sin antes dejar rastros.

—¿Y si te equivocas?

Mark elevó las comisuras de sus labios en una sonrisa. La pequeña figura de Ten pareció pintarse en la lejanía con una bandeja llena de comida en las manos. Los ojos de Johnny se deslizaron antes de caer nuevamente en el rostro de Mark.

—Yo nunca me equivoco.

[...]

Con las palabras de Mark retumbando inquietantemente en sus oídos, el día de Johnny continuó con una paciencia que hacía mover con ansiedad el corazón del médium. Después de todo, ¿cómo se supone que hallaría el objeto que el chico le pedía? No podía infiltrarse en la casa de Jungwoo tan a la ligera. El riesgo era demasiado alto para un elemento del que ni siquiera estaba seguro de que existía.

Sin embargo, Johnny no podía evitar pensar que, quizás, Mark Lee podría estar diciendo la verdad.

Después de todo, las piezas encajaban perfectamente. Como había fallado en encontrar pistas que pudieran enlazar a Jungwoo con alguien sospechoso, entonces aquel nuevo elemento podría ser considerado como una nueva evidencia para el caso.

Y, tal vez, podría darle a Jungwoo el descanso que se merece.

Johnny entendía lo emocionalmente agotador que, en ocasiones, llegaban a ser las situaciones con los espíritus. Si bien era cierto que la mayoría eran peticiones sencillas y de poco esfuerzo para un médium como él, a veces llegaban fantasmas con demandas tan excéntricas que ni siquiera él estaba seguro de poder cumplirlas.

En el fondo, Johnny esperaba poder hallar el final de este caso lo antes posible.

Pero, quizás, también tenía miedo de hacerlo.

—¿Johnny?

Una voz familiar sacó al castaño de sus ensoñaciones. Su mirada se desplazó a lo largo de las repisas llenas de comida del supermercado en el que estaba antes de encontrarse con un rostro sin igual.

Ojos rojos, nariz escarlata.

De inmediato, su corazón comenzó a retumbar con fuerza dentro de su pecho. Sus dedos se aferraron a sus palmas mientras tragaba saliva con un nerviosismo palpable en su mirada que deseaba que el contrario no notara.

Sin embargo, lo último que se esperó al observarlo fue ver una mejoría en la expresión de Doyoung en comparación con los días anteriores. Ahora, el color había retomado sus mejillas para abrir paso a un tinte rosáceo que bañaba con suavidad su piel. Sus labios también habían recuperado algunos vestigios de tonalidad y vitalidad que anteriormente habían sido casi inexistentes. En general, su aspecto reflejaba un mayor alivio de sus preocupaciones y una curación interna que Johnny creyó que le tomaría más tiempo recobrar.

Sin tener control de ello, las comisuras de la boca de Johnny se elevaron casi por inercia.

—Oh, Doyoung —Las palabras se escaparon de su boca en un suspiro optimista—. Lamento no poder saludarte antes en la cafetería. Cosas de la funeraria, ya sabes.

—Sí, Ten me dijo eso —Sonrió. El corazón de Johnny pareció moverse con alegría ante aquel simple gesto—. ¿Estabas haciendo las compras del día? Veo que tu bolsa está llena de alimentos. —Comentó mientras señalaba el objeto hecho de tela que usaba el médium para ir al supermercado.

—Oh, bueno... —Se avergonzó durante unos momentos al ver que Doyoung lo había notado—. En realidad, son solo paquetes de comida rápida y bebidas enlatadas. Últimamente llego a casa muy cansado como para cocinar algo saludable.

—¿Oh? ¿Eso quiere decir que... no tienes a nadie que cocine para ti?

Johnny asintió con cierta timidez.

—Mis padres viven en el exterior desde hace unos años. Yo solo me quedé en corea para terminar mis estudios universitarios. —Juntó sus dedos con un repentino nerviosismo que el contrario fue capaz de notar.

—En ese caso... —Entonces, las comisuras de los labios de Doyoung parecieron elevarse con suavidad—. Déjame invitarte a comer en mi casa. Si llega temprano del trabajo, estoy seguro de que mi tía te va a adorar. Hagámoslo por hoy, ¿si?

En un instante, los ojos de Johnny se ampliaron con incredulidad.

—¿En serio? ¿Estás seguro de que no voy a ser una molestia? Quiero decir... no estás obligado a hacerlo si no quieres. —Intentó objetar el médium, pero Doyoung solo negó con la cabeza.

—Está bien, está bien —Expresó con una cálida sonrisa—. Te prometo que no serás un inconveniente para nosotros.

Y con ello, una emoción enredada y casi inexplicable pareció tomar el control de su pobre corazón.

engaños ও johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora