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La pared detrás del hospital vibró ante el cruel contacto con la piel de Johnny. La fuerza del golpe que había propiciado fue tanta que sintió sus magullados nudillos arder y sangrar. Pero nada de eso importaba en ese momento. El dolor que sentía parecía momentáneo en comparación con la impotencia que inundaba su alma.

—¿Cómo no me di cuenta...? ¿Cómo dejé que...? —Musitó con rabia pura envenenando su garganta. Se mordió el labio inferior mientras la sensación de escozor picaba a lo largo de su mano.

Ninguno de los presentes se atrevió a decir algo más. Yuta estaba ocupado intentando consolar a un Jungwoo totalmente destrozado, casi sin más lágrimas para derramar. Mark, en cambio, mantenía la mirada fija en el suelo, callado y con los brazos cruzados. Nadie quería mencionar nada. Ni una sola palabra era capaz de atravesar la terrible verdad que se ceñía sobre ellos, porque entonces eso significaría que todo era real, que el responsable no había sido ningún extraño, sino que siempre había estado frente a sus ojos.

Johnny se sentía tan ciego, tan imbécil como solo él podía ser.

¿De qué servía toda su experiencia como médium si no había sido capaz de deducir todo esto? La culpa quería carcomerle el cerebro solo para después devorar su corazón.

Lo cierto es que la presencia de Sicheng había estado desde el inicio, incluso desde la primera vez que había entrado en la cafetería en la que trabajaba Doyoung. Johnny había obviado durante tanto tiempo su existencia que olvidó tener en cuenta una de las pocas justificaciones para la gran cantidad de energía negativa que residía en la colección de llaveros.

Y por más que hubiera querido ignorarlo en el pasado, solo una persona de confianza habría podido lograr todo eso sin que nadie sospechara nada.

—Jamás había escuchado de un médium proveniente de China con capacidades similares. —Murmuró Mark.

El aire dentro de aquella zona todavía se sentía pesado. La ácida sensación que envenenaba el aire parecía ser más de lo que una persona promedio podría soportar.

—China y Corea se sirven de culturas totalmente distintas. ¿De dónde demonios aprendió a manejar...? —Johnny no fue capaz de terminar la frase. La amargura dentro de su pecho amenazaba con comérselo vivo.

—Más allá del concepto de meridianos, la mayoría de elementos son distintos. Sus médiums históricamente se han especializado en las posesiones y en la comunicación con los dioses, mientras que nosotros nos enfocamos en ayudar a los espíritus fallecidos a llegar al cielo —Explicó Mark, quien en ese instante parecía ser el más cuerdo de todos—. En ninguno de esos escenarios se enseña a manejar la energía negativa para el beneficio propio o incluso para lastimar a alguien más.

El enojo volvió a brotar dentro del interior de Johnny.

—Nadie le enseñó —Sentenció Johnny—. Lo aprendió solo. Por eso nadie había escuchado de un médium capaz de hacer lo que él hace.

—Tampoco debe estar registrado dentro de las sedes internacionales de la Sociedad de Médiums —Intervino Yuta. Sus ojos denotaban un resentimiento sin igual que Johnny sabía que solo podía estar dirigido hacia un solo individuo—. De otro modo, nos habrían avisado de su presencia desde hace tiempo. El caso de Lee Jeno habría sido resuelto en un instante de no ser por eso.

—Eso es imposible —Respondió Mark—. Es una obligación desde hace más de 50 años registrar cualquier indicio de poder espiritual proveniente de niños o adolescentes por parte de nuestros agentes en todo el mundo. Alguien tuvo que haber notado su presencia. Un poder tan grande no se puede ignorar tan fácilmente, y mucho menos cuando todavía no se sabe controlar.

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⏰ Última actualización: Jun 25 ⏰

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