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"Lo que te define no es tu pasado,

sino las elecciones que haces en el presente"

¿Esto es real? ¿Cidy está realmente aquí?

¿Por qué está llorando? ¿Soy yo la culpable?

La chica a la que lastimé en un principio llora desconsoladamente en el regazo de Winnie, quien la acaricia con cierto recelo en la espalda, tratando de tranquilizarla. ¿Realmente fui yo quien causó esto? ¿Lastimé a alguien hasta el punto de dejarla emocionalmente inestable?

Me siento terrible. Un sabor amargo se instala en lo profundo de mi garganta.

Me giro para buscarlo.

Axen observa todo desde el umbral de la puerta, que ya está cerrada, con las manos en los bolsillos. Observa en silencio, sin demostrar ninguna expresión en su rostro. Y ahora que lo pienso, él también debe estar bajo el efecto del alcohol, ya que, al igual que yo, bebió bastante. ¿Cómo puede mantenerse tan lúcido? Condujo aquí sin un ápice de temblor en sus manos. Al hablar, no arrastra ninguna palabra, a diferencia de mí, que a veces me enredo. Y puedo decir que incluso se ve mejor que antes.

—Ann, ¿podrías venir un segundo? —me llama Silver, indicando que vayamos a su cuarto.

Interrumpo mi análisis de Axen y lo sigo. Al entrar, deja la puerta entreabierta.

—Sé que es difícil para ti que ella esté aquí —me toma de los hombros, preocupado —, así que Winnie y yo nos la llevaremos, ¿de acuerdo? Y después no podrás escaparte de explicarme todo.

Una sonrisa boba se dibuja en mis labios.

—Eres un dulce —empiezo a pellizcarle las costillas, tratando de hacer que se ría —, siempre me salvas.

—¿Qué? —suena confundido.

Sin embargo, lo abrazo con fuerza. No tuve hermanos, pero Silver es un claro ejemplo de uno. Y para mí, lo es.

—Mi hermanito —suspiro, casi con sueño.

Siento que me aparta y me mira a los ojos, indignado, reaccionando a mi estado.

—Hueles a alcohol —se ríe mientras me enreda el pelo como si fuera un perro.

—Sip.

—¿Estás ebria? Vaya, eres realmente descarada, Ann —aprieta mis mejillas —¿Y en este estado engatusaste a Axen?

Me alejo, porque me empiezan a doler las mejillas. No sé quién se cree, no es mi abuela para pellizcarme.

—No lo...

—¿Silver, ya vamos? Me dijeron que el coche nos está esperando afuera —interviene Winnie, interrumpiendo mis palabras.

Nos mira sorprendida y luego nos sonríe apenada.

—Lo siento, pero tenemos que irnos —se disculpa y cierra la puerta sin hacer ruido.

—Está bien —Silver entrecierra los ojos mirándome —Debo dejarte, espero que no hagas ninguna locura.

Sale del cuarto y yo lo sigo casi pisándole los talones.

—Te llamaré después —imito un celular con la mano, él solo me sonríe.

Cindy y Winnie ya no están.

Me da una última mirada y desaparece. Solo cuando pasan un par de minutos me doy cuenta de que no estoy sola. Axen está aquí.

Giro sobre mi eje para buscarlo, no lo encuentro hasta que veo más allá del sillón. Está sentado, mirando con interés la pantalla de la televisión. No me había dado cuenta de que la televisión estaba en pausa, justo en la escena en la que el despiadado asesino atrapa a la chica, antes de clavarle un cuchillo en el estómago.

El diario de Axen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora