"La lección es simple:
No discutan cuando tengan rabia porque la cagan.
Cálmense y hablen después" Y claramente no hice caso...
Me cuestioné qué tan estúpida fui al no percatarme de que donde estuviera Axen, también estaría Avalon. Eran como carne y hueso, como sujeto y sombra, como diablo e infierno...
Mi corazón se detuvo del miedo. Pero se preguntarán por qué. ¿No fue él quien te drogó? Deberías sentir rabia, Ann. ¡Claro que la siento! Pero en este momento, lo único que siento es miedo hacia la persona frente a mí.
Por un momento, me planteé: ¿Avalon realmente vertió sustancias alucinógenas en mi bebida? Todo, aquella noche, era borroso. No recordaba haberlo visto, ni siquiera recordaba haberle hablado alguna vez en mi vida. La única prueba eran las palabras de Winnie. Y yo le creía.
Le temía a un desconocido.
Un desconocido con una postura erguida, cabello oscuro y una mirada aterradora. Su mirada era tan fría y gélida que me congelaba. Transmitía una indiferencia que me hacía dudar de si se habría molestado en drogarme.
—¿Pasa algo, niña? —su voz rompió mi estado de shock. —Estorbas el paso, retírate.
Y la rabia brotó.
¿Me llamaba niña? Como si tuviera mil años de más, su mirada decía que no me conocía, pero, por supuesto, lo hacía y hacía un buen papel de idiota.
—¿¡Cómo te atreves a hablarme así, hijo de...!? —no terminé, ya que la ira me consumía.
Era como si estar en este estado, ebria, me hubiera dado el valor para enfrentarlo. Pero mi ira también se había exacerbado, todo lo acumulado. Mis peleas con Cindy, mis sueños confusos, mi temperamento con Axen y él. Avalon.
—¿Estás loca o qué? —su rostro apenas mostró un rastro de fruncimiento. Sí, definitivamente se parecía a Macker. Había visto esa expresión fría varias veces.
—Sí, lo estoy.
Escuché pasos acercándose por detrás, pero mi cuerpo se dejaba llevar por la impulsividad.
—Axen, lleva a esta loca que me está molestando... —sus palabras se quedaron a medias, ya que me balanceé hacia él intentando golpearlo.
Definitivamente, la combinación de alcohol y rabia no era buena.
Él se había atrevido a drogarme, ahora yo me atrevía a golpearlo. Sabía que no resolvería nada, pero era mi forma de desahogarme en ese momento. No sabía las razones por las que lo hizo, tal vez para burlarse de mí, grabarme o aprovecharse. Sin embargo, mi memoria nublada no me dejaba saber qué había hecho el idiota de Avalon.
Apenas logré hacerle un rasguño en la mejilla, ya que unos fuertes brazos me tomaron de la cintura e impidieron la movilidad de mis manos.
—¿Qué diablos? Suéltame —intenté forcejear más, pero era inútil.
—Cálmate, D'arcy —su aliento chocó contra mi lóbulo y me estremecí.
¿Acababa de ordenarme que me tranquilizara? Por todos los demonios, nadie me dice que me calme. Me retorcía como un gusano maldito, quería que me soltara. Sin embargo, parecía una tarea imposible.
—¿Pero qué le pasa a esta psicótica? Me acaba de rasguñar en la mejilla —Avalon me veía molesto mientras se acariciaba la herida. Claramente, no le había gustado que lastimara su preciado rostro.
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El diario de Axen ©
Ficção AdolescenteAnn D'arcy, una joven con recuerdos borrosos de un pasado misterioso, queda atrapada en una telaraña de secretos y engaños cuando su amiga Cindy Craft la difama en su universidad. Lo cierto es que Ann conoce la identidad del asesino de la hermana de...