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"Hay un último día para todas las cosas"


~Axen Macker~

La chica que tenía enfrente me hablaba, creo que de su carrera, pero no podía prestarle atención y actuaba como si lo hiciera. Porque todo mi interés iba dirigido hacia una sola persona. Todo mi interés estaba puesto en ella.

—¿Me estás escuchando? —cuestionó la joven con carácter.

—Debo irme —ignoré su pregunta.

Me alejé de allí, omitiendo las palabras que me decía la chica. Estaba siendo grosero, pero para ser sincero, ni siquiera sabía su nombre. Así que ella no merecía estar hablando con alguien a quien ni conocía.

Observé a mi objetivo y me acerqué a Ángelo, mi querido amigo.

—Te estaba buscando —miré de reojo a Ann y a su acompañante—, hay una chica que no para de hablarme de ti.

—¿Axen, sabes que no me gustan las chicas? —remarcó Rizos.

—Claro, pero le dije que vendría a buscarte para sacármela de encima —le guiñé el ojo. Esa era mi señal para que me apoyara.

Ahora sí, dirigí mi mirada hacia la castaña de metro setenta. Ella me estaba viendo, su ceño se encontraba ligeramente fruncido, debía estar molesta por interrumpirlos.

Sentí cómo Ángelo nos miraba y captó la indirecta.

—Me debes una, Axen —cedió a mi petición y le hizo señas al amigo de Ann para que fuera con él—. ¿Me acompañas, Silver?

El chico de pelo verde aceptó sin quejarse y se fue. No sin antes mirar con complicidad a Ann.

Ahora sí, D'arcy estaría a mi disposición.

—¿Cómo te encuentras, Ana de Armas? —me encantaba ponerle apodos, y aún no me decidía por uno.

—Aquí, abandonada por mi mejor amigo y sola con un posible sociópata —señaló con voz arisca.

La observé de pies a cabeza. Llevaba un vestido negro corto y adherido a su figura, su cabellera ondulada le llegaba hasta por debajo del pecho y unas botas cortas de cuero adornaban sus pies. Solo algo me dejó pensando. Ese vestido era sumamente corto, tanto que cualquier depravado podría pensar obscenidades, y la sola idea de creer que alguien siquiera lo hace me enloquece... ¿Pero qué digo? Ella no me importa.

—No me detestas tanto, ¿verdad? Tan solo mira mi carita, soy un ser de luz —me burlé disimuladamente.

Ella solo se rió sin gracia, mientras se bajaba discretamente el vestido. No estaba cómoda con la idea de que fuera tan corto.

—Claro que no te detesto —dijo irónicamente—, te aborrezco. Tu sola presencia me genera ganas de vomitar y solo espero que desaparezcas, así puedo pasar mi noche en paz.

Mi rostro se tornó serio. Odiaba cuando se comportaba como una cría, aunque en el fondo sé que lo era.

—Como gustes, D'arcy —dije, dando por concluidas una de las tantas veces en las que nos insultamos mutuamente.

El diario de Axen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora