Epílogo

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    Dado que los dos culpables en el asesinato de Daliah estaban muertos, el caso de dio finalmente por cerrado. No tenían a nadie a quien interrogar salvo a Jane y a mí, con nuestros testimonios.
    Se asumió que Grace y Daliah se debieron reunir después de grabar algunas escenas y, con esa excusa de hablar, Grace tendió una trampa a Daliah en la que Ralph también estaba involucrado, siendo él el que la asesinó, mientras que Grace grababa todo para continuar con el plan de torturarme.
    La explicación de Jane a la policía fue que, mientras Ralph estaba ocupado conmigo intentando matarme, ella intentó defenderse de Grace, dándola una patada, haciendo tirar el cuchillo a la furgoneta y a partir de ahí, arrastrarlo a sus manos para desatarse. El resto es que se pelearon entre las dos hasta lograr matar a Grace y luego fue a por Ralph, pillándole desprevenido.
    Sé que dudaban de esa historia, pero era lo que podía decir para evitar contar que Jake estaba ahí para ayudarla. Y más porque encontraron huellas de una moto todavía sin identificar.
    Así que, solo quedaba el caso de Irma Roth y sus acusaciones sobre que nos drogo a Daliah y a mí, siendo la acusación un crimen pasional, porque decía que su marido y Daliah tenían jn romance, algo que gracias al diario de Daliah se comprobó que no tuvieron un romance, haciendo así que el señor Serrano se divorcie de la señora Roth, no ayudándola en su defensa. No quería saber nada de aquella mujer tras haber cometido un crimen tan horrible. Irónico viniendo de él ¿Verdad? ¿Y pensaba que iba a librarse de sus crímenes?
    Al final Carter decidió hablar ante la policía sobre el segundo empleo de Serrano, lo que hizo que también a él le detuvieran.
    Una familia de criminales es como yo los veo.
    Por supuesto, tuve que darle al final a la policía el ordenador de Daliah, pero no sin antes haber impreso algo importante que ciertas personas tenían que leer.
    Mi hermana había escrito muy bien de cada uno de mis amigos, sintiéndose feliz por haberles conocido. Quiero que ellos también lean ese pedacito que ella me dejó, estoy segura de que les harán feliz.

    He pasado unas semanas en casa de mis padres hasta que las cosas se han calmado y por fin mañana iré a Duskwood, así que es hora de regresar a casa para hacer la maleta.
    Me arreglo un poco y bajo las escaleras, para ir a la cocina. Veo a mi madre sentada en el comedor, con una taza d café. Así que cambio de dirección, para ir hacia ella.
   —Bueno, ya me voy mamá —digo besando su cabello—, tengo que preparar la maleta.
    Me ajusto el bolso y me alejo, pero sus palabras me detienen.
   —Conocía a Janis Krebs.
   Me quedo congelada en el comedor, para después dar media vuelta y mirarla.
   —¿Qué estás diciendo?
    Mi madre suspira y mueve la silla de al lado para que me siente.
    Me acerco y coloco el bolso en el respaldo, sentándome en la silla.
   —Era verano y siempre íbamos al lago Montura todos mis amigos, entre ellos, Janis Krebs —comienza a narrar, con una voz calmada—. Un año, él vino con su hermano pequeño, tenía que cuidarlo. Tendría seis años —inspiro profundamente con miedo, cruzando los brazos delante de mí, protegiéndome—, nos dejó un momento a su cuidado mientras él iba a por unas bebidas que nos habíamos olvidado comprar, así que empezamos a bromear con el niño.
   —¿Bromear? —pregunto confusa— ¿Qué quieres decir con bromear?
    Traga saliva, temblándole el labio.
   —Nos pasábamos su juguete favorito, intentando que lo cogiera —me muerdo el interior del labio, controlándome y preparándome para lo peor—, así que, en plan broma, tiramos el juguete al lago y le incitamos a que fuera a buscarlo-
   —¿Matasteis a un niño? —pregunto incrédula de lo que estaba oyendo.
   —Sé cómo suena, pero no fue así, cariño —me va a coger la mano y la aparto, enfadada con ella—, fue un accidente.
   —Un accidente que causó la creación de un monstruo —digo con dureza, apretando los puños— ¡Cabreasteis a Krebs hasta el punto en que decidió vengarse por lo que hicisteis!
   —Él y su familia se mudaron después de lo ocurrido ¿Cómo querías que supiéramos años más tarde que era él quien estaba matando a nuestros hijos?
   —No sé, ¿quizás porque justamente los niños que mueren eran los hijos de los que causó la muerte de su hermano? —alzo la voz dando un golpe en la mesa— ¿Y papá también está involucrado en ese asesinato?
   —No, él no estaba en el grupo todavía cuando sucedió —responde frotándose las manos— y no lo digas de esa manera, Carla, parece como si hubiésemos matado a alguien, fue un accidente.
   —Pero es como yo lo veo —me levanto de la silla furiosa. No es que sienta ahora pena por Krebs, por supuesto, solamente quiero marcharme. Ella es la chispa que hizo que matasen a mi hermana. O al menos una de esas personas.
   —¡Carla, espera! —escucho cómo me llama y se levanta de la silla arrastrándola, pero no me detengo.
    Llego a la puerta y mi madre me detiene, colocando sus manos en mis mejillas. Llorando.
   —Lo siento mucho cariño, sé que habéis sufrido mucho Daliah y tú por mi culpa —me acaricia el cabello, colocando sus manos en mis hombros—. Por favor, no me odies, yo no tengo la culpa de lo que les sucedió a esos niños ni a Daliah, tampoco el que aquel niño muriera, solo estábamos jugando, no hacíamos nada malo.
    Clavo mi mirada en ella, sin saber qué decir exactamente.
    O eso creía.
    Bajo sus manos, alejándome de ella.
   —Creo que lo he decidido —le digo con una voz neutra, sin emoción alguna—, cuando todo el juicio contra Irma Roth termine, voy a marcharme para siempre de Rosenschwarz-
   —No, por favor, Carla, no me dejes también tú —intenta abrazarme, pero la aparto.
    Inspiro profundamente, intentando calmarme. Mis emociones en estos momentos están todos confusos, quiero a mi madre, pero no sé qué pensar en lo que me ha contado.
    Sé que las personas cambian con los años, que maduran, pero no puedo verla ahora como la madre amorosa que tenía después de lo que me ha contado.
   —No te dejo, mamá —intento contestar de la manera más calmada posible—, simplemente quiero seguir mi propio camino, lejos de aquí —coloco la mano en el picaporte, abriendo la puerta.
    —No, Carla, espera, por favor, no te marches —mi madre intenta detenerme, pero me separo— ¡Perdóname! ¡Por favor!
    Me detengo en mitad del porche, soltando un suspiro.
    Me giro y la miro a los ojos.
   —No es conmigo con quien debes disculparte, sino con Daliah —le contesto con dureza— y espero que algún día puedas perdonarte por todo lo que le hiciste pasar.
    Mi madre cae de rodillas, llorando.
    Evitó mirarla para que no me duela. Lo sé, es mi madre, pero no puedo ahora pensar con claridad sobre lo que ahora siento por ella. La figura protectora de mi madre se ha desvanecido y no sé cuándo regresará. Pero de momento, decidiré lo que quiero hacer por fin: Romper el cristal que yo misma creé encerrándome en mí misma.

La mitad de mí / DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora