Invitar a El Lorax era una buena idea, cada vez que Greed hablaba sobre el lo hacía feliz, parecían muy buenos recuerdos para él. Tenerlo en la cena navideña significaría una grata conversación entre el joven y la criatura naranja, la cena sería más cálida y ayudaría considerablemente en la rehabilitación de Greed, al menos eso había pensado Martha al invitarlo.
Después de recibirlo se había ido a ayudar con la cena a la cocina, dejándola con Lorax en la sala platicando de algunas cosas cotidianas. Ese no era el plan, tenían que hablar para que funcionara, era su profesor, hablaba con el seguido, ¿Por qué sería diferente en esta época navideña? Decidió meterse un poco más en su relación, preguntándole a Lorax si quería ayudarlos a preparar la cena, lo cual aceptó con gusto. Todos estaban metidos en la cocina, era perfecto, no había oportunidad para no hablar entre ellos, pero tampoco funcionó. En cuanto el profesor entró a la cocina Greed empezó a moverse de lugar, ayudando a cada uno, pero sin estar mucho tiempo cerca de El Lorax. Martha no entendía cuál era el problema, parecía que Greed no quería estar cerca de Lorax, y las historias que creía que diría para recordar los viejos tiempos nunca llegaron, el ambiente en lugar de cálido se sentía bastante incómodo. Sin embargo, fue el mismo Lorax quien pareció ponerse más sensible con la situación, ignorando la incomodidad de los jóvenes.
-Hace mucho que no preparaba una cena navideña, solíamos hacer un pequeño pollo y casitas de jengibre, ¿Lo recuerdas, muchacho?-Sonrió, los demás miraron al susodicho esperando su reacción. Greed estaba ayudando a hacer la tarta de frutos de truffula, deteniendose y dejando el relleno a la mitad.
-Si, siempre comprabas un pollo para la cena, los pavos eran muy costosos para ti. Pero el sabor se parecía mucho luego de prepararlo.-Siguió con su labor. Oncie estaba a su lado ayudando con la masa, mirando preocupado a su novio. Tenía una mirada sería, pero se llegaba a apreciar que sus manos temblaban de vez en cuando, entendía que estuviera aguantandose las ganas de gritarle para no tratar mal a nadie, pero guardarse todo tampoco era bueno.
-¿Qué más hacían en navidad?-Martha, por otra parte, quería sacar conversación para que ambos siguieran platicando.
-Veiamos algunas películas navideñas, siempre eran las mismas tres películas, pero las disfrutábamos con un chocolate caliente y unos bombones.
-¡Ok! Ahora regresamos.-Oncie les sonrió, jalando a su novio al baño al notar que Greed estaba apretando de más la masa sobre el molde, en cualquier momento el relleno terminaría saliendose por las orillas. Cerró la puerta, exaltandose al escuchar un golpe. Miró a su novio, había un agujero al lado del espejo y la mano de Greed aún dentro de la pared. Su cuerpo se congeló, tenía miedo, acababa de encerrarse con el en el baño, ¿Y si lo golpeaba?
-Mierda.-No, no iba a paralizarse otra vez, tenía que superarlo tarde o temprano y la situación lo obligaba a hacerlo a pasos forzosos. Cómo pudo dió un paso, luego otro, hasta que al fin pudo abrazar a su pareja por la espalda. Sintió como su cuerpo temblaba, su respiración y su latir tan frenéticos. Greed estaba haciendo un enorme esfuerzo por no sacar ese lado que tanto miedo le daba, podía verlo.
-¿Greed?-Lo llamó lo más suave que pudo, tratando de no sonar asustado. Reaccionó al escucharlo, no se había dado cuenta de que Oncie estaba abrazado a él, ambos encerrados en ese baño, era peligroso.
-Tienes que salir, Once-ler.
-No.
-Once-ler, si te quedas sabes lo que puede pasar.
-No me voy.-Apretó más el agarre.-Tienes que calmarte.
-¿Qué crees que estoy intentando hacer, Once-ler?-Lo miró en el reflejo del espejo, notando que tenía miedo.-Estas asustado.
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Polos Opuestos
FanfictionOnce-ler, después de todos sus intentos fallidos para ser aceptado por su madre, decide ir a la universidad más alejada posible, con una beca, una maleta, su guitarra y su buena actitud. Greed-ler, un chico avaricioso con prácticamente la vida hecha...