El milagro

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Greed-ler pensaba que no podía enamorarse más de Once-ler, que su amor por el ya estaba en lo máximo posible, que equivocado estaba. Su mirada esmeralda no se apartaba del más joven, mirando con detenimiento el ceño fruncido y su boca que no paraba de abrir y cerrar debido a la discusión "tranquila" que mantenía con la mujer del área administrativa de la universidad, claro que no estaba prestando ya atención a la discusión.

Por obras del destino, las inscripciones tuvieron que retrasarse una semana, por lo que ya llevaban casi dos semanas de citas con Madrigal. Avanzaban a paso lento, pero segun Mirabel no había problema con eso. La inscripción de Once fue el primer día, ya había acudido a hacer el trámite iniciada la semana, pero como ya lo había anticipado Greed-ler, su fecha de inscripción pasó a ser el último día porque la encargada era una de las cientos de chicas que había abusado. No le tomó tanta importancia, era justo que se desquitara de esa forma con el al no poder hacer ninguna otra cosa por el contrato del Sr. Sokolov, pero parecía que no solo era ella la que estaba buscando que perdiera el semestre.

Había preparado sus documentos el día anterior, su inscripción era hasta las tres de la tarde, así que no fue sorpresa que se molestara con Oncie por haberlo despertado a las siete de la mañana. Había sacado su teléfono para mostrarle la hora de su inscripción, sorprendiendose de que la habían movido para las ocho de la mañana; llegar al módulo correcto en el área administrativa también había sido un lío, lo mandaban de un lado a otro en el edificio, pero gracias a su novio había encontrado el correcto a tiempo; luego al llegar y revisar su documentación la mujer frente a ellos le había dicho que no eran los correctos, ya sea por una firma de una persona que no era, una fecha incorrecta, un sello mal puesto e incluso por una simple falta de ortografía.

Ya estaba resignado a tomar clases en el verano o esperar al siguiente semestre, pero Once-ler de la nada había sacado una carpeta con los documentos de Greed, cada uno con diferentes formatos, firmados por personas diferentes, sellos en diferentes partes de las hojas y redactados correctamente, terminando casi en siete hojas de un mismo documento. No sabía cómo su novio había anticipado esto como para preparar versiones diferentes de cada requisito, y ahora al no tener como retrasar más su inscripción la mujer que los atendía daba excusas vagas, que como ya habrán adivinado había molestado a Once-ler hasta llegar a la discusión actual.

Parpadeó varias veces cuando la mujer le dio su comprobante de inscripción junto al recibo del pago, de mala gana, pero se lo había dado. Hizo una mueca, las materias que le hacían falta estaban todas registradas, pero había una hora de diferencia entre cada una.

-Voy a entrar a las nueve de la mañana y salir a las ocho de la noche. Que sorpresa.

-Oiga, eso no es justo.

-Es lo que queda, eso pasa por tener su inscripción el último día.

-¡Pero no fue su culpa!

-Si tienen quejas vengan mañana.-Cerró la ventanilla.

-Asi déjalo.-Empezó a caminar a las escaleras antes de que Once pudiera reclamarle a la mujer.

-Pero eso no es justo.

-No es justo para ella.

-Pero el afectado eres tú.

-Ella está más afectada que yo.-Miró el pasillo unos instantes antes de volver a mirar al mayor.

-¿Ella también?

-Casi todo el personal femenino de la universidad, una parte fue consensuada, las otras fueron abusadas por mi. Pero al menos los de nuevo ingreso ya no van a quejarse de eso ya que no van a lidiar conmigo.

-Estas... Muy tranquilo con esto.

-Estoy emputado.-Lo miró, teniendo un brillo siniestro en los ojos que lo hizo temblar.-Pero esto es lo único que puede hacer para joderme.-Le mostró su horario antes de guardarlo en el bolsillo de su chamarra.

Polos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora