—¡Calliot! Baja a almorzar. Se va a enfriar la comida —le dijo la madre de Calliot a su hijo.
—Ya voy mamá.
Luego de almorzar, se queda conversando con ambos padres.
—¿Te enteraste? Dicen que cayó un meteorito en las afueras del sector 10.
—¡Wow! ¡Tenemos que ir!
—Calliot, tienes que controlar un poco tus emociones. ¿Estás haciendo el diario que te dijo el médico?
—Sí, voy anotando distintos momentos importantes de mi día a día.
—Es importante para que ejercites tu mente y te generes un hábito saludable.
—Sí mamá. Entonces, ¿vamos? —replicó el chico.
—Bueno, no queda otra opción. Pero cuando termines tus deberes, ¿oíste?
—Sí papá. Ahora los hago. ¡Pero prométeme que sí vamos a ir!
—¡Pero si ya te dije que sí! —Calliot se va a su cuarto hecho risas mientras su madre también ríe—. Este chico... Es difícil criarlo a esa edad, más aún con su condición.
—Pero recuerda que fue algo que elegimos entre los dos.
—Es cierto. Hay que afrontar la realidad, debemos cuidarlo para que pueda asimilar bien su poder.
—Sí. Ven, vamos a cambiarnos y luego vamos a ver el meteorito.
—Sí. Ahora voy.
*** ***
Después de un par de horas, la familia llegó al sector 10. De inmediato se dieron cuenta que los agentes del gobierno, vestidos con esos trajes extravagantes anti radiación, estaban cercando el cráter. Por tanto solo lo podían ver de lejos. Entonces el pequeño niño, que estaba mirando ansioso desde la carretera, unos cuantos metros más arriba, no aguanta la emoción y se lanza corriendo a donde estaban cercando.
—¡Calliot, no! —le gritó el padre que corrió a agarrarlo.
Todo sucedió muy rápido, pero a los ojos de sus padres fue casi como pausar el tiempo. Calliot se tropezó y cayó a varios metros de la zona cercada. La radiación era tan potente que le afectó la vista a esa distancia. Su madre se lanzó a cubrirlo para defenderlo, pues si no entonces podría morir. El padre también fue para defenderlo, pero ambos se vieron sumamente afectados.
Uno de los hombres del gobierno que por allí estaba los vió y fue a ayudarlos, sacándolos en un carro especializado para esas misiones. Los cubrió con una ropa aislante para que no se vieran tan afectados, pero el daño ya era irreparable.
—¿Saben? No fue tan grave el efecto de la radiación —dice el hombre que conducía el auto—. Los llevaré con el equipo médico, ellos podrán ayudarlos.
—Esperemos. Aunque creo que no podremos salvarnos. Leí que pueden provocar muchas enfermedades y matar fácilmente.
—Cariño, no seas tan pesimista —su mujer intentaba calmarlo, en vano—, asustarás al niño y...
—¡No soy pesimista! ¡Soy realista! Si no hubiéramos venido y no hubiera pasado nada de esto. Si no fuera por los caprichos de ese niño, ¿que demonios estaba pensando en traerlo aquí?
—¡Ya cállate! Maldición, lo que tenemos que pasar.
—No es por cortarles su charla —interrumpe el conductor mientras acomoda el retrovisor—, pero ya llegamos.
El casco de la mujer se empaña con las lágrimas en sus ojos, al igual que el chico, mientras que el hombre mantiene su expresión seria inquebrantable. Luego de que los médicos los examinaran, detectaron que la radiación había afectado los pulmones de la mujer y el corazón del hombre, en cambio el chico solo se dañó sus ojos gracias a la protección que le dieron sus padres. Ambos fueron alertados de que podía despertar en un peligroso cáncer, así que deberían buscar lo antes posible un tutor para el niño en caso de que no mejoran.
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Calliot
Science Fiction2209. En un mundo unificado de descubrimientos y guerras, de tecnologías y traiciones, de algoritmos y de creencias, un joven arqueólogo llamado Calliot encuentra un arma alienígena con la que se propone ser un héroe por el bien del resto... Pero no...