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Anais Romers.

Siempre que comenzamos una meta académica, en su proceso se vuelve tan complicado, por los tantos trabajos y responsabilidad que todos conllevan, por conocer a nuevos tutores y adaptarse a su forma de evaluar o conocer a estudiantes nuevos, adaptarse, tener paciencia, comprensión y amor a todo lo que hacemos.

No es tan fácil.

Pero llega el día más esperado, y allí te das cuenta que todo valió la pena.

El día de tu graduación.

Mi graduación.

Estoy en mi universidad, con todas mis amigas posando para la cámara profesional que tenemos a nuestro alfrente, el flash nos impacta, y seguimos sonriendo.

Había llegado más temprano de lo normal hoy, a la uni. Pues tenemos un cronograma para todo protocolo, cómo la entrega de título, fotos con la familia, entrega de toga y birrete, discursos.

Luego de tomarme las fotos, volví a entrar al gran salón donde iba hacer el acto de grado. Habían muchos representantes sentados en el auditorio, y los graduando nos sentamos en las primeras sillas. Mamá, María, Tita, Papá, y mis tías ya estaban sentadas en su lugar correspondiente. Solo mamá me había visto, pero las demás no. Estaban lejos de mis asientos.

Yo vestía un enterizo largo, color negro. Tacones negros, y accesorios dorados. De mi cuello colgaba mi carnet de que decía mi nombre y la carrera que estudiaba. Requisitos para entrar a la uni. Mis uñas largas, color negro también, pulceras y anillos.

Con Adriano había estado hablando toda la mañana, el vendría pero los últimos mensajes no me los había respondido.

No me preocupe, y seguí con mi acto.

Había muchos fotógrafos al rededor de el auditorio, captando cada momento. Yo tenía mi fotógrafo personal. Gabriel Roraima. Con el siempre me he hecho todas mis sesiones de fotos.

Es de mi total, confianza.

Se apagaron las luces, quedando solo encendida la de la tarima.

El rector había subido a la tarima. Palabras protocolares.

—Bienvenidos representantes de estos maravillosos estudiantes, que hoy culminan una etapa llena de aprendizajes y anécdotas. Hoy se gradúan nuestros próximos Licenciados en Comercialización. Y debo reconocer que estoy agradecido y feliz, por toda la confianza que le han dado a nuestra Universidad. Confío en que serán excelentes profesionales, y se irán superando cada día más, en cada ámbito que se lo propongan. — Termino de decir, y todos aplaudieron.

Y así, sucesivamente comenzaron las introducciones.

Mediante ello, el personal de la logística se acercó a nosotros para entregarnos la toga, y birrete correspondiente. Nos preparamos y volvimos a tomar asiento.

—Porfavor, ahora iremos llamando, a cada graduando para la entrega de su título. Cada uno de ellos, dira su respectivo discurso.

Iban llamando a cada uno, y mis compañeros pasaban. Sus discursos se basaban en palabras y agradecimientos básicos. Lo común.

—Recibamos a la estudiante; Anais Romers Sáenz.

Me levanté de mi lugar, y con cuidado subí las escaleras que daban hacia la tarima, la gran mesa en dónde estaba el personal rector y administrativo. Pase y saludé con una sonrisa cada uno de ellos. Hasta que el rector me esperaba con mi título. Lo abracé y aplaudieron.

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